Entrar, van a entrar. Eso no está en duda. Lo ha dicho el Jemad de allí, teniente general Herzi Halevi: ‘Entrar es nuestra obligación’. Se refiere, claro, no sólo a entrar, sino a entrar para tomar el territorio. Sin fecha ni plan de salida.
Para israel la única obligación ahora es ganar
Israel va a tomar Gaza. Falta saber a qué precio, entre muertos israelíes, muertos de Hamás y muertos palestinos que ni son de Hamás ni participaron en los atentados de hace una semana. El presidente de Israel no discrimina porque todos los habitantes de Gaza le parecen cómplices y culpables. El primer ministro Netanyahu, al frente de un gobierno de unidad nacional, se envuelve en la coartada de que está dando tiempo para que los civiles salgan en estampida de sus casas, rumbo al sur y a no se sabe dónde, para poder alegar, cuando lleguen los testimonios y las pruebas, que quien se quedó ya sabía a qué se estaba exponiendo.
Israel va a tomar Gaza. Falta saber a qué precio, entre muertos israelíes, muertos de Hamás y muertos palestinos que ni son de Hamás ni participaron en los atentados
Dos mil quinientos civiles han caído ya víctimas de los bombardeos, según fuentes palestinas. El gobierno de Israel no alcanza a concretar cuántos de esos dos mil quinientos eran integrantes de Hamás, no te digo ya activistas armados y autores materiales de las matanzas en el festival de música y los kibutz. Estaban en Gaza. Donde gobierna Hamás. Para el gobierno israelí no hacen falta más preguntas. Para el Ejército, la única obligación ahora es ganar.
"Se trata de si vamos a seguir existiendo"
No hay matices para el portavoz del Ejército de Israel: esta guerra no la buscamos nosotros, pero la vamos a ganar. Golpear a Hamás desde su cúpula hasta los individuos que cometieron las carnicerías incluye a todo palestino que pase por allí. No se trata de cómo va a ser nuestra vida, dice esta adolescente palestina, se trata de si vamos a seguir existiendo.
El gobierno de los Estados Unidos respalda todo lo que está haciendo Israel. Por eso llama la atención que el consejero de seguridad de Biden, de apellido Sullivan, declarara ayer que están trabajando codo a codo con Israel y las organizaciones humanitarias para impedir, precisamente, que quienes nada tienen que ver con los atentados sufran (perdón, sufran aún más) las consecuencias de una respuesta militar como la que está en marcha.
Todo puede ir a peor
Están trabajando no se sabe cómo, porque Egipto, Jordania, la ONU lo que están denunciando es justo que el castigo lo padecen ya todos los ciudadanos de Gaza, no sólo Hamás. No hay una sola organización internacional que considere razonable instar a un millón de personas a desplazarse al sur. Donde no hay recursos para recibirlos por mucho que Israel esté diciendo que allí sí funcionarán las bombas eléctricas para distribuir agua potable.
El propio Sullivan admitió ayer que Estados Unidos no tiene capacidad, de momento, para sacar de Gaza a sus nacionales porque no hay paso fronterizo por los que evacuarlos.
No hace falta ser analista de inteligencia estadounidense para saber que todo puede ir a peor. Si Irán considera que esto es, en efecto, una guerra entre Israel y el mundo árabe y se mete de hoz y voz en la pugna militar -esto que ha dicho el ministro de Exteriores de que todo el mundo tiene ya el dedo sobre el gatillo por si el sionismo ataca-.
O si en el Líbano va a más la tensión entre el ejército israelí y Hezbolá, sabiendo que la misión internacional que allí tenemos desplegada tiene como objetivo, precisamente, interponerse entre estos dos enemigos. Ayer fue alcanzado por un misil el cuartel general de la ONU, que es nuestro cuartel general porque el mando de esta misión lo desempeña España. Todo puede ponerse peor. Mucho peor. Como enseña la historia de Oriente Próximo.
Israel tiene derecho a defenderse (entiéndase, a atacar posiciones atribuidas a Hamás) pero no tiene derecho a masacrar a la población civil
Al presidente del gobierno lo tenemos este lunes en Albania, de reuniones. Dices: ¿ha ido a pedir el voto de Edi Rama a su investidura? No, aunque de buena gana se lo daría. Este señor es el gigante con traje y zapatillas de deporte de la cumbre de Granada. Primer ministro albanés. Y hoy ejerce como anfitrión de otra cumbre que habría pasado, en España, con más pena que gloria si no fuera porque algunos gobernantes europeos han decidido sumarse a última hora. En lugar de enviar subordinados, van ellos. Porque sobre el papel es una reunión con los países de los Balcanes que están llamando a la puerta de la Unión Europea, pero servirá de altavoz para la posición europea sobre Oriente Próximo si Israel inicia la toma de Gaza.
¿Y cuál es la posición de la Unión Europea? Pues la que ayer plasmaron en un papel los gobernantes de los Veintisiete, sin permiso de Ione Belarra: Israel tiene derecho a defenderse (entiéndase, a atacar posiciones atribuidas a Hamás) pero no tiene derecho a masacrar a la población civil.
Hoy descansa de peajes el presidente
De manera que hoy descansa el presidente en funciones de la sucesión de llamadas, fotos y reuniones peaje que está teniendo que abonar a sus socios potenciales de investidura para amarrar los escaños que él le faltan. Amarrados, lo que se dice amarrados, tiene los de Sumar y los de Bildu. Estaba feliz la señora de Bildu el viernes, mecida en sonrisas por Sánchez y encumbrada a la categoría de baluarte del progresismo y timonel de los destinos de España. (Tener presente el pasado de esta señora no forma parte de la memoria democrática que abandera el PSOE).
Estaba feliz la señora de Bildu el viernes, mecida en sonrisas por Sánchez y encumbrada a la categoría de baluarte del progresismo
Hoy descansa de peajes el presidente, embarcado en la negociación más compleja que se recuerda en la historia del mundo. No dejan de decirlo los propagandistas de la cosa: complejidad, complejidad, todo es terriblemente complejo.
Junts pel junts, la nueva corriente política catalana
Y es natural que lo sea porque ayer descubrí, gracias a Lola Galán en La Vanguardia, que hay una nueva corriente política en Cataluña que se hace llamar Junts pel junts. No es coña. Sé que puede parecer choteo. Junts pel junts. No lo es. Es una plataforma impulsada desde el entorno de Laura Borrás, que es la presidenta del partido, pero a la que nadie le ha dado papel alguno en la negociación con el PSOE.
Dices: a ver, que está condenada por corrupción. Ya, y Junqueras. Inhabilitados los dos para cargo público. Pero trajinando. No me pregunte qué es lo que quieren los de Junts pel Junts que acabe pasando porque es posible que no lo sepan ni ellos. Pero también he leído que en Junts están los pragmáticos, que quieren pactar ya con Pedro, y los octubristas, que sostienen que Cataluña ya se independizó en 2017 y que todo lo que hay que hacer es consumar el mandato del primero de octubre.
El acto de contrición diario lo sigue haciendo Sánchez. En el otro lado hay reafirmación y orgullo por la embestida contra el Estado
Y en esa línea va la última señal de humo de Puigdemont: él mismo ha escogido una frase de su conferencia-ladrillo de hace cuarenta días para darle nuevo vuelo; y la frase dice que España tiene un dilema complejo que resolver, o repetir elecciones o pactar con un partido que mantiene que el primero de octubre fue legítimo y la unilateralidad, també.
Hace cuarenta días decía que el dilema lo tenía España porque se estaba ofreciendo a la vez a Feijóo y a Sánchez. Ahora ya sólo queda Sánchez, que es quien verá cómo resuelve su dilema. Él, que es quien negocia, no España, que sólo aguarda acontecimientos.
El acto de contrición diario lo hace Sánchez
Aún tiene seis semanas el candidato para seguir cortejando al renuente y para hacerse perdonar por haber apoyado, hace seis años, el 155. No consta que haya dado Puigdemont indicio alguno de ir a admitir que lo que hizo en 2017 no estuvo bien. Mucho menos a asumir que vulneró la ley. Mucho menos que atropelló los derechos de los ciudadanos de Cataluña y del resto de España. Mucho menos que cualquier aspiración independentista debe conducirse por la vía de la reforma constitucional.
El acto de contrición diario lo sigue haciendo Sánchez. En el otro lado lo que hay es reafirmación y orgullo por la embestida contra el Estado.