Hay, al menos, cien como ella. Si es que aún está viva. Hay más de setecientos como ella. Si es que la han matado.
El atentado múltiple que Hamás perpetró el sábado contra civiles en aldeas y comunas próximas a la franja de Gaza deja setecientos muertos y cien desaparecidos, secuestrados por militantes de la organización y de los que no se tiene noticia alguna. La respuesta del gobierno de Israel a los atentados -respuesta militar con bombardeos en Gaza- deja, según la autoridad palestina, más de cuatrocientos muertos. Los medios le estamos llamando guerra. No lo es para Naciones Unidas. No lo es para la Unión Europea. España, su gobierno, en sintonía con los socios europeos, llama a lo que sucedió el sábado ataque terrorista. Y a lo que ha venido luego, el derecho de una sociedad, la de Israel, a defenderse.
La masa ebria en el vídeo de la vergüenza
En el aluvión de informaciones que se viene produciendo desde el sábado apenas aparecen nombres propios. Los nombres de los muertos, en los atentados o en los bombardeos; los nombres de los secuestrados. Shani Nicole Louk es una de las excepciones. Veintidós años, doble nacionalidad israelí y alemana. De ella sí existe la seguridad de que fue capturada por Hamás porque es su cuerpo el que se ve en el vídeo que han difundido los partidarios de la organización. Shani inconsciente, o muerta (no se sabe), tirada en la parte de atrás de una camioneta, con sus secuestradores celebrando la captura de la pieza, la pierna de uno sobre el cuerpo de ella, una legión de entusiastas enfervorecidos que al contemplar que han cazado a una mujer judía lo festejan.
La masa ebria en el vídeo de la vergüenza. Ha sido uno de los tatuajes que se ve en el cuerpo de la chica lo que ha permitido a su madre, Ricarda, reconocerla. Y hacer de tripas corazón para grabar una declaración ella en la que pide a Hamás que se la devuelva. A Shani Louk la secuestró Hamás en la fiesta rave que se celebraba en el desierto, a cinco kilómetros de la frontera de Gaza. Su familia quiere creer que aún vive.
260 cadáveres de jóvenes que estaban en la fiesta rave
En la misma situación está Yacóv Argamani, padre de Noa. Ella también estaba en la rave, con su novio. Y en uno de los vídeos de Hamás se ve cómo unos tipos se la llevan, en una moto, mientras otros encañonan al novio y le obligan a seguir caminando.
El padre, Yacóv, envió un mensaje a su hija cuando escuchó las primeras sirenas. La respuesta que recibió -ya hablaremos más tarde- le inquietó. Fue al hospital y fue estando allí cuando la compañera de piso de su hija le envió el vídeo en el que Noa está siendo capturada. Desde entonces sólo alcanza a dolerse por no haberla podido proteger. Porque "toda mi vida he estado ahí para protegerla, pero ahora ni siquiera puedo animarla".
Desde entonces sólo alcanza a dolerse por no haber podido proteger a su hija
En la fiesta rave había centenares de jóvenes el sábado. Los equipos de rescate informaron anoche de que han encontrado doscientos sesenta cadáveres. La mayoría dentro de los coches en los que intentaron salir de allí. Coches parados cada treinta o cuarenta metros, han contado, coche tras coche con los cuerpos dentro de jóvenes muertos.
El 11-S o el Pearl Harbor de Israel
Los nombres propios escasean en el aluvión de informaciones de estos dos días. Apenas nada se sabe de las cuatrocientas personas que han muerto, según la autoridad palestina, en la franja de Gaza por los bombardeos israelíes. Abundan los análisis hoy en la prensa respecto de la situación en que queda el gobierno de Benjamin Netaniau, sacudido por un ataque que no vio venir. El 11-S de Israel, dicen algunas crónicas, el Pearl Harbor, dicen otras.
Los nombres propios escasean en el aluvión de informaciones de estos dos días
Se habla de cuáles pueden ser las consecuencias, de si Hamás ha pretendido sabotear el diálogo entre Israel y Arabia Saudí para la normalización de relaciones, en la senda de los acuerdos que hace tres años firmaron los Emiratos y Baréin con el propio Netanyahu e impulsados -al césar lo que es del césar- por Donald Trump. Y se preguntan algunos analistas si Hamás ha devuelto vigor a la causa palestina o todo lo contrario, si no habrá contribuido a hacerla todavía más débil, cada vez más olvidada, y abandonada, por gobiernos de otros países que alguna vez hicieron de ella bandera.
La dimensión de los ataques que ejecutó Hamás, y la crudeza de los vídeos que la propia organización ha difundido pavoneándose del daño que ha causado a los israelíes, ha hecho que esta vez -a diferencia de otras- sean muy pocos los gobiernos de otros países, y las asociaciones internacionales, que hayan justificado los secuestros y los asesinatos.
Hay gobiernos, como el de España, que no han dudado al señalar qué es terrorismo. Sólo falta saber si esa es la posición de todo el gobierno
Lo ha hecho Irán, naturalmente, el padrino Irán. Lo ha hecho Libia. Lo ha hecho Yemen. Lo ha hecho Catar. Hay gobiernos, como el de Iraq, que han recurrido al clásico de atribuir la responsabilidad de cualquier cosa que pase a Israel por la opresión que sufre Gaza. Hay gobiernos -la mayoría de los árabes- que han optado por pedir que cese la violencia, sin entrar en más detalles (como el Papa). Hay un gobierno, el ruso, que ha tenido el cuajo de pedir contención y un alto el fuego -el ruso, que empezó hace año y medio una guerra en Ucrania-. Y hay gobiernos, como el de España, que no han dudado al señalar qué es terrorismo y quiénes fueron en la mañana del sábado las víctimas. Sólo falta saber si esa es la posición de todo el gobierno o sólo del presidente y los ministros socialistas.
Empieza Sánchez la puesta en escena para su investidura
Hoy Sánchez inicia la puesta en escena de una negociación que, en realidad, lleva semanas realizándose. Para ocupar tiempo en los medios, y tenernos a otros entretenidos, empieza el presidente su serial de escenas de sofá -sin mayor consecuencia- con los líderes de los sindicatos. No consta que la UGT y Comisiones Obreras tengan diputados propios en las Cortes ni invistan presidentes de gobierno, pero como no son de Vox, al presidente le valen para echar un rato.
Por la tarde verá a Feijóo, pero no para pedirle que le vote, que eso ya lo dejó claro el presidente. Ni de broma le pedirá su voto. Si acaso le pedirá que renueve de una vez el C-G-P-J, monotema. Y si le pide opinión sobre su negociación con Puigdemont y la amnistía -que no parece- pues ya sabe lo que escuchará.
El presidente -imagino que usted lo sabe- ya pronunció el viernes la palabra amnistía (al menos terminamos con esta bobada de jugar al ratón y al gato con los periodistas). La pronunció para desmarcarse de la proposición que presentará mañana Yolanda Díaz -mirando al horizonte y aplaudida por las madres y los padres del colegio de su hija, supongo-, y eligiendo el presidente el verbo superar para referirse a las causas judiciales que aún no están resueltas y que quedarán neutralizadas.
El presidente reitera que el procés fue un fracaso colectivo
En realidad, no. No es superar las consecuencias judiciales, es abortarlas. Impedir que pueda llegar a juzgarse a Puigdemont por sus responsabilidades penales. Si con los indultos se neutralizó la sentencia del Tribunal Supremo, porque ya habían sido juzgados y condenados los que no se fugaron, con la amnistía se abortan los procedimientos judiciales que aún no han terminado.
No es superar las consecuencias judiciales, es abortarlas. Impedir que pueda llegar a juzgarse a Puigdemont por sus responsabilidades penales
El presidente reitera que el procés fue un fracaso colectivo. Porque en lo que está no es en perdonar, sino en hacerse perdonar. No es perdonar a sus autores, es hacerse perdonar él por los autores. Él atribuye al Estado una parte del fracaso mientras ellos no reconocen ni el más mínimo desliz. A lo hecho, aún sacan pecho. ¿Fracaso colectivo, por qué? Fracasaron los que se alzaron contra el derecho a decidir de los ciudadanos. Y salieron airosas las instituciones del Estado. Evitaron que los sublevados consumaran su objetivo. Tan institución, por cierto, es el Senado como la fiscalía general del Estado.
Para Illa son Feijóo y Abascal quienes crispan a la gente
En un canto al reencuentro y la convivencia, Salvador Illa podía haberse limitado a reconocer el derecho de quienes no comparten la amnistía a manifestarse en Barcelona o donde quieran. Pero no, tenía que combatirla. Porque al PSOE no le basta con cambiar aceleradamente de postura y reclamar al personal que le siga; a aquellos que permanezcan donde estaban y no se sumen al coro han de ser desdeñados, y descalificados, como enemigos de la convivencia, revanchistas, egoístas. Illa recurrió a la coartada de decir que son Feijóo y Abascal, que estaban en la manifestación, quienes crispan y asustan a la gente.
Viejo truco para significar a todos los manifestantes como crispadores y enemigos de la paz. Como si el hecho de que estuvieran Feijóo y Abascal convirtiera a todos los manifestantes en votantes de derechas y, por tanto, no susceptibles de ser ni atendidos, ni escuchados, ni reencontrados. El paraguas de la mano tendida y el afán de hacerse perdonar se abre sólo para los independentistas.
Equiparar a quienes se opongan a la amnistía con los integristas del independentismo
Y otro truco que es aún más viejo en la política catalana: equiparar a quienes se opongan a la amnistía con los integristas del independentismo que tampoco la quieren.
Ay de los separadores de allí y de aquí, proclamó Illa. Separadores. Qué ha hecho el ganador de las elecciones autonómicas por entenderse con los catalanes que votan al PP o a Vox, o antes a Ciudadanos. Qué ha hecho. No se sabe.
Llamativo que coincidiera el mensaje de Illa milimétricamente con el de Pere Aragonés, que si el miedo y que si la venganza. Qué han hecho ambos para entenderse con los catalanes que votan al PP o a Vox, o antes a Ciudadanos, no se sabe. Qué han hecho para entenderse con quienes ayer se manifestaban. Nada. Estos miles de ciudadanos no merecen nada. Ni siquiera que se las deje manifestarse sin descalificarlos. Éste debe de ser el famoso reencuentro entre catalanes.