Y el mundo se despierta esperando a Irán. Esperando a ver, que nos pase nada, por dónde sale el régimen iraní -éste sí que es teocrático- ahora que Israel ha descabezado a su filial Hezbolá -asesinado su líder, Nasrala, asesinados Nabil Qaouk y Ali Karaki, altos cargos de la organización armada-, y ahora que ha empezado a bombardear Yemen, ciudades costeras desde opera otra de las filiales de Irán, los hutíes.
En la guerra interminable de Oriente Medio, setenta y cinco años nos contemplan, nunca nada es definitivo porque al golpe letal de uno le acaba siguiendo tarde o temprano el golpe, también letal, del otro. Es natural que los israelíes se pregunten, desde hace días, a quién, o a quiénes, decidirá matar Irán en respuesta a la eliminación de algunas de sus piezas más apreciadas.
En la guerra interminable de Oriente Medio nunca nada es definitivo
El primer ministro Netanyahu prometió en octubre, tras los asaltos, secuestros y asesinatos cometidos por Hamás en suelo israelí, que acabaría con esta organización. No lo ha logrado -no, al menos, todavía-, pero sí ha asesinado a su cabeza visible, Ismael Haniya, y a buena parte de sus cuadros dirigentes -a la vez que forzaba el desplazamiento masivo de palestinos para salvar la vida, miles de ellos no consiguieron salvarla-.
Prometió acabar con Hezbolá, el enemigo en el sur de El Líbano, y en ello está. Hizo explotar cientos de buscas simultáneamente, hizo explotar los walkie talkies, demostró hasta qué punto la organización estaba dinamitada desde dentro por la infiltración del Mossad y ahora ha matado a su líder Nasrala, al tiempo que ha forzado el desplazamiento de miles de familias intentando poner distancia con las bombas que siguen cayendo. Un millón de desplazados, ha dicho el primer ministro libanés. Un millón de desplazados en un país de seis millones de habitantes.
La guerra, no explícita, es entre Israel e Irán
El gobierno de Israel no atiende ni a llamamientos internacionales, ni a sugerencias europeas, ni a propuestas de alto el fuego de su socio estadounidense. La guerra, no explícita, es entre Israel e Irán. Dos naciones con programas de armamento nuclear, nunca reconocidos. Y con aliados que ya están enfrentados en otros escenarios: Estados Unidos y Rusia, por ejemplo, en Ucrania. Netanyahu se siente estos días como vencedor por goleada.
Netanyahu se siente estos días como vencedor por goleada
Qué será lo que haga Irán,para devolverle tanto golpe seguido a Israel y qué efectos tendrá en el resto de la región y en el resto del mundo. El régimen iraní, falso régimen parlamentario controlado con turbante de hierro por el inextinguible Jamenei, tiene detrás a Rusia y tiene a China. Regímenes en los que el poder nunca cambia de signo, siempre mandan los mismos, el Partido Comunista en China y Putin en Rusia.
A diferencia de las democracias occidentales, Estados Unidos, la Unión Europea, donde la alternancia es el pan nuestro de cada día (Austria acaba de coronar a la extrema derecha como primer partido de ese país, por delante de los conservadores de siempre y de la socialdemocracia en caída libre).
Qué será lo que haga Irán, para devolverle tanto golpe seguido a Israel y qué efectos tendrá en el resto de la región y en el resto del mundo
Dentro de un mes podría suceder en Estados Unidos lo nunca visto: el regreso a la Casa Blanca de un ex presidente condenado por delinquir e investigado por inducir una insurrección. Presumen los trumpistas de que su líder espiritual es el único presidente americano que no inició una guerra. Todo será que no necesite iniciarla porque otros, antes, la hayan iniciado por él.
Cuatro jueces deciden la suerte del caso de Begoña Gómez
Estando el mundo como está no tendrán tiempo hoy, en La Moncloa, para estar pendiente de lo que suceda en un edificio con fachada de cristal, poco reconocido, que se levanta en la Avenida de la Ilustración de Madrid. No tendrá tiempo, pero lo encontrará. Porque dentro de ese edificio se resuelve hoy el asunto al que más energía, más esfuerzo promocionaly más desvelos ha dedicado la presidencia del gobierno el último medio año.
Es decir, desde que en abril un juez, de apellido Peinado, abrió unas diligencias que afectaban a la esposa del presidente del gobierno. Los desvelos, y los esfuerzos, de Presidencia venían, en realidad, de atrás. Cuando varios medios de comunicación empezaron a difundir informaciones sobre la actividad profesional de Begoña Gómez y su relación con distintas empresas. Y cuando el presidente en persona intentó que alguna de esas informaciones no llegara a publicarse.
La Moncloa haría hoy una fiesta si estos cuatro jueces resolvieran que Peinado tiene que archivar el caso de Begoña Gómez
Seis meses después de la espantada fake del presidente, su no sé si me merece la pena, los cinco días de retiro y todo aquello, hoy serán cuatro jueces, en el interior de ese edificio acristalado, quienes decidan la suerte de este caso judicial. Deliberan y resuelven sobre el recurso de Begoña Gómez para que se archive la causa y sobre el recurso de la Fiscalía que, frustrado su empeño inicial por el archivo, pidió que se acotara el alcance de la investigación.
La tesis del fiscal y de la defensa siempre ha sido que Peinado no tiene nada sólido para seguir estirando la causa pero anda escarbando en todas partes a ver si encuentra algo. La Audiencia Provincial ya le acotó el camino una vez, pero avalando, al mismo tiempo, que siguiera investigando.
La Moncloa haría hoy una fiesta si estos cuatro jueces resolvieran que Peinado tiene que archivar. Las quinielas dicen que eso difícilmente ocurrirá, que es más probable que se le limite el ámbito de indagación. Y eso, sabiendo que hay una derivada nueva, la del software y la presunta apropiación indebida, que aún está en fase incipiente y que no es objeto, por tanto, de estos recursos que se resuelven hoy.
Pilar Llop. La excepción
En la España político-judicial acostumbrada a vivirlo todo como si fuera el fútbol, la cuestión más comentada será quién le mete un gol a quién, si Begoña a Peinado o la Audiencia Provincial a Begoña. Cuatro jueces que habrían sido cinco -porque cinco son los que integran esto que se llama una sección, la instancia superior al juez de instrucción- pero que serán cuatro porque una de los cinco ha preferido quedarse al margen.
Uno de los pocos casos de ministros (o ministras) relevados a los que Sánchez no recolocó en alguna institución o empresa pública
Su nombre quizá les suene -o quizá no-. Fue ministra de Justicia de Pedro Sánchez y antes había sido presidenta del Senado. Se llama Pilar Llop. Le tocó rehacer la ley del sólo sí es sí. Cuando cesó como ministra se reincorporó, como jueza que es, a su carrera profesional. Es uno de los pocos casos de ministros (o ministras) relevados a los que Sánchez no recolocó en alguna institución o empresa pública. Pilar Llop. La excepción.