El lunes, a esta hora, les estaba contando que no iba a ser una semana grata para un ministro. De profesión, juez. Y de nombre, Fernando Grande-Marlaska.
La sombra de las más de treinta vidas que terminaron abruptamente el 24 de junio en el puesto fronterizo de Melilla persigue a este ministro desde el día que afirmó en el Congreso que los hechos habían tenido lugar en Marruecos, no en España -sólo muy tangencialmente en España, fue la expresión que el juez Marlaska escogió- y que no se había producido ni irregularidad ni violación alguna de la ley o de los derechos humanos en nuestro territorio.
La parte socialista del Gobierno sola en el Congreso
El ministro cumple hoy con su obligación -que no deseo- de comparecer de nuevo en el Congreso para exponerse al examen, y la crítica, de los grupos de la oposición y de los grupos que forman el frente amplio que gobierna el país, con la única excepción del PSOE.
Porque esto es lo primero que quedará probado hoy en el Parlamento: en este asunto, el Gobierno, o la parte socialista del gobierno, está sola. Sola en la defensa de que se ha actuado con transparencia desde el comienzo. Sola en la afirmación de que nada reprobable se produjo. Sola en la acusación de que los medios de comunicación que refutan la tesis del ministerio mienten.
La parte socialista está sola en la defensa de que se ha actuado con transparencia desde el comienzo
A primeros de mes, lo destacamos aquí, la BBC emitió su reportaje sobre los hechos de junio en el puesto fronterizo de Melilla. Su conclusión era que la policía marroquí actuó en suelo español y que al menos un inmigrante murió aquí y fue arrastrado por los gendarmes marroquíes al otro lado.
Ayer difundió 'El País' un segundo reportaje basado en una investigación muy similar. Éste lo ha hecho un consorcio de prensa en el que está el Le Monde francés y el Der Spiegel alemán. La conclusión es la misma.
En este reportaje sí se incluye este vídeo, el de un policía marroquí tirando de un cuerpo inerte.
Se espera que el ministro diga lo mismo: miente ahora El País
Al reportaje de la BBC respondió el ministerio del Interior negando sus conclusiones. No una, ni dos, ni tres veces lo repitió Marlaska.
En el Congreso de los Diputados, y cuando la oposición retomó este asunto a raíz del reportaje de la BBC, se lamentó el ministro de que el PP diera más crédito a lo que llamó un programa de televisión que a la Guardia Civil.
En respuesta al reportaje que difunde El País se espera que el ministro diga hoy lo mismo: que es mentira. Miente ahora El País.
Podemos, Bildu, Esquerra, el PNV desearían ver rodar la cabeza del ministro. No va a pasar, claro que no
Podemos, Bildu, Esquerra, el PNV, partidos tan gubernamentales a estas alturas como el PSOE, desearían ver rodar la cabeza del ministro, bien porque se la corte él mismo, bien porque Sánchez la entregue. No va a pasar, claro que no.
Sánchez fue quien asumió la defensa de la policía marroquí
No va a pasar porque, en realidad, quien asumió en primerísima persona la defensa de la actuación que la policía marroquí la Guardia Civil española hicieron aquel día fue el presidente del Gobierno.
Fue Sánchez quien desde el minuto uno puso el acento no en el estado en que quedaron las personas que aquel día intentaron entrar irregularmente en Melilla, sino en la proporción, y sobre todo la eficacia, con que había actuado la policía marroquí. Eso fue lo prioritario para el presidente aquel día y los siguientes, también cuando ya se supo que había más de veinte muertos. Lo relevante, lo principal, era que la policía marroquí había repelido un ataque violento a la integridad territorial de España.
Hoy comparece Marlaska. Pero quien marcó desde el primer minuto el tono y el enfoque gubernamental sobre lo ocurrido en Melilla fue Pedro Sánchez
Lo importante era que Marruecos no había mirado para otro lado. Porque el presidente en lo que estaba -qué lejos quedaba ya el Acuarius- era en reivindicar su recién estrenado idilio con Mohamed VI: la prueba de la extraordinaria relación restablecida era que la gendarmería marroquí se empleaba a fondo para repeler los intentos de salto. Y tan a fondo. Treinta y siete muertos. Un número indeterminado de heridos. Fosas cavadas a toda prisa en el cementerio de Nador. Y campaña de descrédito a las asociaciones de derechos humanos.
Hoy quien comparece es Marlaska. Pero quien marcó desde el primer minuto el tono y el enfoque gubernamental sobre lo que había ocurrido en la frontera de Melilla fue Pedro Sánchez.
Rajoy nombró magistrados peperos. Nosotros nombramos ex ministro y ex altos cargos nuestros
El BOE publica hoy la doble elección que ha hecho el Gobierno -en rigor, el presidente del gobierno porque esto tampoco lo consulta con nadie- para cubrir dos plazas del Tribunal Constitucional.
A saber, y como contamos ya ayer, el segundo ministro de Justicia que tuvo Sánchez -a la primera la hizo Fiscal General- y una alto cargo de la Moncloa hasta hace cuatro días. Que entre los méritos que ha tenido en cuenta el presidente se encuentra la acreditada lealtad de ambos hacia él mismo está tan fuera de duda que cuando le preguntan al ministro de Bolaños por estos nombramientos claramente gubernamentales echa mano de Rajoy como espejo en el que mirarse.
Rajoy nombró magistrados peperos. Y nosotros nombramos ex ministro y ex altos cargos nuestros. El Gobierno que venía a cambiar las cosas usa lo que hizo el de antes como modelo, quién nos ha visto y quién nos ve.
El Gobierno que venía a cambiar las cosas usa lo que hizo el de antes como modelo, quién nos ha visto y quién nos ve
Con los nombres ya elegidos, ahora falta ejecutar el nombramiento. Hay un paso previo, y es que el Constitucional tiene que avalar que son idóneos para el puesto, no por lo muy afines que son a Sánchez sino porque cumplen los demás requisitos. Pero ocurre que el Constitucional ha de renovarse por tercios (cuatro de doce), no por sextos (dos de doce).
Es decir, que para que empiecen a ejercer los dos de Sánchez han de empezar también los dos que corresponde elegir al CGPJ. Cuyos vocales siguen enredados en el tuya mía-tuya mía entre progresistas y conservadores y no tienen previsto emitir fumata blanca hasta mediados de diciembre.
Sánchez decide si espera o decreta por su cuenta el nombramiento redoblando el pulso con el CGPJ y, ahora también, con el Constitucional. A estas alturas, al presidente ya le da lo mismo ocho que ochenta. El poder es él y quiere que se note.