La víspera del naufragio de este Tamames matrioska que lleva dentro todo Vox. La carcasa es Tamames. El interior es Abascal, Espinosa, Buxadé, ideólogos de esta inenarrable bufonada. Mañana será la votación, la derrota, el coche de regreso a casa y el hasta aquí llegaron sus minutos de gloria, don Ramón. Hoy es la farsa. El fraude. La impostura. El engaño.
Una moción de censura legal, anormal y descaradamente falaz
Debe de ir ya camino, a esta hora, Tamames del anfiteatro. A interpretar el papel de un candidato a la presidencia que ni es candidato ni es nada. A colocar al Parlamento un dictamen sobre el estado del país que es una sucesión de opiniones adosadas sobre asuntos diversos. Sin línea argumental. Sin proyecto. No es un intento de investir nuevo presidente. Es un enredo.
La moción de censura que el Congreso empieza a debatir en una hora es clamorosamente fraudulenta. Legal, sólo faltaba. Legal. Conforme al reglamento. Tan legal como anormal. Legal, anormal y descaradamente falaz.
Con su voto a Tamames, los de Vox traicionarán la coherencia, la conciencia y los principios que les llenan siempre la boca
Es cierto, muy cierto, que los cincuenta y dos diputados de Vox quieren sacar a Sánchez de la Moncloa como sea. Pero no es verdad que los cincuenta y dos diputados de Vox quieran que el Gobierno de España lo presida Tamames. ¡Qué van a querer! Ni siquiera está claro que los cincuenta y dos se mueran de ganas por que lo presida Abascal, como para querer a Tamames.
Pero mañana, con su voto, fingirán que sí. Harán ver que Tamames les parece el hombre que hoy necesita España. Y al hacerlo, traicionarán la coherencia, la conciencia y los principios que les llenan siempre la boca. El fraude les obliga a estafarse a sí mismos.
Abascal subcontrata el discurso y pliega sus banderas. No es una moción de censura. Es una sátira de sí mismo. La autosátira
Que Abascal y su tropa vayan a hacerlo ebrios de orgullo da la medida de lo que significa el orgullo para ellos. Los votantes de Vox ya saben de qué va esto: que si Tamames, que si la nación de naciones, que si la Agenda 2030, que si el cambio climático, que si Sánchez no es el problema. Qué fue del latido del feto, del pin parental, de la ideología de género. Abascal subcontrata el discurso y pliega sus banderas. No es una moción de censura. Es una sátira de sí mismo. La autosátira.
A Sánchez le ha venido a ver Vox
En su afán por hinchar el pecho y retratar como tibio a Feijóo ha puesto en pie una mascarada que al Gobierno, lejos de incomodarle, le seduce. A Sánchez le ha venido a ver Vox. De nuevo.
Le entusiasman al presidente los plenos parlamentarios en los que él no es el examinado. Podría parecer que una moción de censura es el presidente quien más sufre, porque es sobre él sobre el que gira el peso del examen. Pero eso sólo le pasó una vez a Suárez (que ya adolecía de una precariedad parlamentaria notable). Y le pasó a Rajoy porque, en su caso, la moción tenía detrás más diputados que el gobierno. Por eso abandonó el Hemiciclo antes de hora y dejó en su lugar un bolso.
El examinado será el ausente, Núñez Feijóo, a quien Sánchez meterá con calzador en la matrioska de Tamames
Pero en esta moción de hoy el examinado es el promotor de la mojiganga. Y en lo que dependa del Gobierno, el examinado será el ausente, Núñez Feijóo, a quien Sánchez meterá con calzador en la matrioska de Tamames con el flácido argumento de que no se ha opuesto lo suficiente. Ya puede Cuca repudiar la vanidad nociva de una moción como ésta de Abascal…
Retratar a Feijóo como ultraderechista encubierto
Ya puede repetir hoy cien veces que el PP no apoya la moción y ya puede Feijóo inventarse una agenda paralela para no dejarse ver por el Congreso que será el líder del PP el objetivo preferente tanto de Abascal como de Sánchez. La pinza, que habría dicho Felipe en los noventa. La pinza del Gobierno y la extrema derecha para dejar sin oxígeno a quien va por delante en las encuestas.
La pinza del Gobierno y la extrema derecha para dejar sin oxígeno a quien va por delante en las encuestas
Debe de ser que funciona, que le funciona al Gobierno según el docto criterio de Tezanos esta fijación un poco pueril por retratar cada día a Feijóo como ultraderechista encubierto. Debe de ser que el Gobierno cree que le da rédito el mítin permanente y la sucesión de frases pretendidamente ocurrentes.
Capitulaciones matrimoniales. El poliamor: Abascal queriéndose con Feijóo y, a la vez, con Tamames. La rueda de prensa del consejo de ministros degradada a mítin de partido. Un día, y otro día, y otro día.
El poliamor: Abascal queriéndose con Feijóo y, a la vez, con Tamames
Ya debe de estar, a esta hora, Tamames camino de la carpa.
Como les ocurre a los cincuenta y dos de Abascal, los otros cien diputados que abominan de Sánchez no ven en Tamames nada distinto a un académico jubilado ayuno de notoriedad y de falsa gloria. A diferencia de los de Vox, los otros cien no fingirán. Votarán en contra los de Ciudadanos y se abstendrán los del PP. Ya se ocupará Sánchez de convertir esa abstención en prueba de cargo.
Feijóo sabrá qué cálculos tiene hechos para concluir que votar no, en coherencia con lo que su partido viene diciendo sobre esta operación, podría llegar a restarle algún voto. Al menos tiene claro que votar sí no le procuraría ninguno nuevo.
La mayoría parlamentaria se decide en las urnas
Entre la bufonada de Vox y la normalidad democrática de un Gobierno que hoy goza de amplia mayoría parlamentaria no debería haber mucha duda. Votar no a la farsa no equivale a sancionar la gestión del presidente.
Votar no a la farsa no equivale a sancionar la gestión del presidente
Mañana, Sánchez le ganará la moción a Tamames y a Vox. Tampoco es que la victoria vaya a ser meritoria. La legislatura enfila su recta última y en diciembre la gestión del Gobierno, y de su presidente, pasará examen en las urnas. En sólo diez semanas tiene un examen parcial en forma de autonómicas y municipales.
Al presidente del Gobierno lo inviste la mayoría parlamentaria. Y la mayoría parlamentaria no la saca de su cartera de piel marrón el emérito Tamames. La mayoría parlamentaria se decide en las urnas.