Con el mundo a la expectativa -de quién gane en noviembre en Estados Unidos, de cómo termine (si es que alguna vez termina) la ofensiva de Israel en Gaza y el Líbano), de cómo termine (si es que alguna vez termina) la invasión rusa de Ucrania y, en menor medida, porque Venezuela no apasiona tanto en el resto del planeta como en España) de qué acabe pasando con Maduro, con el mundo a la expectativa celebra esta semana Naciones Unidas su gran kedada de jefes de Estado y de gobierno: la Asamblea General, esta liturgia que consiste en que cada gobernante sube a la tribuna a sintetizar en diez minutos su visión del Planeta, en una breve homilía (brevísima para los usos y costumbres del gobierno de España) destinada más a ser vista y comentada en sus países respectivos que a impactar en el ánimo de las demás delegaciones, que acostumbran a estar cada una a sus cosas.
La ONU, en su semana grande
La ONU, en su semana grande. Que, a menudo, acaba siendo semana de rebajas.
Para nuestro presidente, este viaje de cada mes de septiembre está entre sus favoritos. No sólo porque en la Asamblea de la ONU tú hablas y nadie te discute lo que digas sino porque aprovecha para verse con gente principal y evidenciar que fuera de España se le admira más, y sobre todo se le critica menos, que en esta España intoxicada por la desinformación y los bulos (todos de derechas). Y además fue en Nueva York donde primero repararon en la buena planta que tiene, acuérdese aquel año que los espectadores de una televisión le decían handsome y hot, mucho antes de que dijera eso mismo el diputado Marcano en la Asamblea de Madrid.
Sánchez aprovecha para verse con gente principal y evidenciar que fuera de España se le admira más, y sobre todo se le critica menos
Si se fijan, este comentario es una crítica terrible al líder. Viene a sugerir que Sánchez ha llegado a donde ha llegado ¡por su físico! En lugar de por su astucia, su anticipación, su versatilidad, sus cambios de opinión. Manuel Gutiérrez Aragón, paréntesis, ha escrito en sus memorias que Sánchez es un caso singular, porque sin duda es guapo pero, a la vez, no es nada fotogénico. La España de las singularidades.
Sánchez da plantón a Illa
Salvador Illa, que ayer cumplió con otra tradición, la fiesta de la Rosa de los socialistas catalanes -acto de autoexaltación y denigración del adversario, lo que viene siendo un mítin-, se quedó con las ganas de recibir a Sánchez porque el presidente se rajó a última hora. Alegó que el pronóstico daba lluvias fuertes.
Urge que alguien informe al presidente de que Cataluña, en esto, no es singular: o sea, en ocasiones llueve pero es conocido e incluso utilizado un artilugio de nombre paraguas (y una prenda llamada chubasquero) que podría haber utilizado con gallardía. Incluso haber renunciado a ellos allí mismo para demostrar que él es de lo que se mojan.
Cataluña ha vuelto
Proclamó Illa su estribillo más conocido de estos días, éste que dice que Cataluña ha vuelto.
Se refiere a que el gobierno catalán (no Cataluña), el gobierno catalán ha vuelto a cumplir con las obligaciones que durante años no cumplió, como la cortesía institucional o el trato cordial en sus visitas a Madrid, rompeolas de todas las derechas. Cataluña como tal no ha podido volver porque nunca se fue, por más que lo intentaran Puigdemont y Junqueras.
El primero, compadre necesario ahora del gobierno de coalición -bien lo sabe el embajador de Sánchez para Suiza, fontanero Santos Cerdán, que se ha vuelto de su visita mendicante a Ginebra con la mochilita vacía- y el segundo, Junqueras, estrellado en las urnas y ocupado ahora cada minuto del día en acabar con Marta Rovira. Dicen las crónicas que Puigdemont le dijo a Cerdán que se siente como un rehén del gobierno con la coartada del Constitucional, y que así no hay forma de apoyar la senda de estabilidad. A ver, si algo no ha querido este ciudadano nunca para España es estabilidad, tampoco puede poner Cerdán cara de pero qué me estás contando.
La nueva religión de la financiación singular
Total, que Cataluña ha vuelto, con Illa al frente, y está decidida a hacer campaña evangelizadora con los demás gobiernos autonómicos para convertirles a la nueva religión de la financiación singular. Y solidaria, sobre todo solidaria. Bies es verdad que el papel que le firmó a Esquerra dice que la solidaridad la tiene que decidir su gobierno, no los demás, digamos que sería él quien calculara cuánta solidaridad se le puede pedir y cuánta ya no. Dos presidentes autonómicos del PP se pasaron el viernes por la Moncloa y salieron con la impresión de que Sánchez tiene poca intención de negociar la financiación con ellos. La cogobernanza era esto.
Cataluña ha vuelto, con Illa al frente, y está decidida a hacer campaña evangelizadora con los demás gobiernos autonómicos para convertirles a la nueva religión de la financiación singular
A Illa, va quedando claro, a quien le gustaría parecerse es a Jordi Pujol, a quien se va pareciendo cada vez más, cuando habla de Pedro Sánchez, sospecho que es a Miquel Iceta. Por la devoción y la pasión que le pone.
Es curioso porque esto de Iceta cantando a Sánchez como un líder valiente sometido a todo tipo de presiones es del año 2016. Hace ocho años. Lleva seis en el poder y la cantinela sigue siendo la misma: el presidente que resiste contra los vientos y las mareas. ¡Y los bulos! De derechas.
Zapatero está especializado en facilitar la salida hacia España de presos o perseguidos políticos
En la Asamblea General de la ONU confía la líder de la oposición venezolana, Corina Machado, que se hable de la situación en su país, de la victoria en las urnas de Edmundo González, de la represión que ha sido descrita como tal por el Parlamento Europeo, de los presos políticos, de la falta de las más mínimas libertades. Confía en que lo hagan otros gobiernos, claro, porque el de Venezuela, si al final interviene, será para fabular con conjuras internacionales. (Nada ha vuelto a saberse, por cierto, de los dos españoles que Maduro tomó como rehenes).
Edmundo González Urrutia ha contado en una entrevista con la agencia Reuters que, en efecto, fue José Luis Rodríguez Zapatero quien organizó su reunión en la residencia del embajador español con los hermanos Menéndez (perdón, los Rodríguez).
Sorpresa, ninguna. Zapatero está especializado en facilitar la salida hacia España de presos o perseguidos políticos significados para la oposición. Poder seguir desempeñando esa labor es uno de los argumentos que él mismo utiliza para evitar criticar jamás en público lo que hace Maduro. A la vez, para Maduro, es una suerte contar con alguien que abre camino a líderes opositores hacia el exilio. Y si, por el camino, quien queda en situación apurada es el embajador español, y el ministerio de Exteriores, por haber servido la residencia oficial para la firma de un documento que pretende consagrar el pucherazo de julio, pues tanto mejor para Maduro.
Edmundo González debe de ser una persona muy ingenua, porque se duele de que se hicieran fotos de esa reunión, y se grabara la conversación, sin pedirle permiso a él, ay Edmundo.
¿Sabía el embajador de las fotos? No tenía por qué. ¿Sabía de la grabación subrepticia? No tenía por qué. ¿Sabía que la salida de Edmundo venía precedida por la firma de un documento como éste, vio cómo se le hacía firmar un papel que es un aval al pucherazo? Sobre eso ya es legítimo dudar. Y si sabía, ¿dudo él de que su residencia debiera servir para un acto como ése?
Munición para poder desacreditarle
En la conversación no participó el embajador pero sí el intermediario de confianza de Zapatero, Eudoro González. ¿Sabía éste de las fotos? ¿Sabía de la grabación? Del documento y de la firma doy por hecho que sabía porque él orquestó toda la gestión. Ay, Edmundo.
Por supuesto que le fotografiaron y le grabaron sin su conocimiento. De eso se trataba. De hacer acopio de munición para poder desacreditarle en cuanto se le ocurriera reivindicar en España su condición de presidente electo Venezuela. Justo eso es lo que compromete a todo el que estuviera en el secreto de que su salida del país obligaba a pagar antes ese precio. Más aún si la transacción forzada se produjo mientras el embajador español les servía gentilmente unas bebidas.