Recién llegado a la Moncloa, verano de 2018, el presidente Sánchez recibió a una visita y la condujo a uno hasta su despacho para mostrarle el lugar desde el que pretendía cambiar España. Le señaló la mesa y dijo: ‘¿Ves los periódicos del día? Es una de las primeras decisiones que he tomado. Antes eran el Marca y el As. Ahora el Wall Street Journal y el Financial Times’.
Al presidente siempre le tiró más la prensa internacional que la deportiva, a diferencia de quien le precedió en el cargo. Años después se haría filmar, para un documental que nunca llegó a exhibirse, desayunando en familia con los periódicos de papel desplegados sobre la mesa. El Wall Street Journal, el Financial Times y para entonces ya también El País una vez que el periódico de Prisa hubo virado editorialmente -perdón, como diría el propio presidente, hubo cambiado de opinión hacia su persona-.
Santos Cerdán sigue haciendo de intermediario con el prófugo
Llegados al séptimo día de noviembre, día menos veinte para acabarse el plazo de investidura, Sánchez sigue pendiente del móvil en su papel de sufridor en casa. Su embajador ante la corte de Waterloo, Santos Cerdán, sigue haciendo de intermediario -guasap va, guasap viene, email va, email viene- con el novio aún renuente, que es el prófugo.
Estrujaos la cabeza, ingenieros legislativos de la Moncloa, y presentadme un papel que garantice que no habrá juez en España que pueda evitar que la impunidad prospere
Una vez amarrada la amnistía, Puigdemont reclamó la amnistía reforzada, total. Y una vez amarrada la amnistía total, ahora está en blindarse ante cualquier posible actuación judicial. Estrujaos la cabeza, ingenieros legislativos de la Moncloa, y presentadme un papel que garantice que no habrá juez en España que pueda evitar que la impunidad prospere.
Una legislación diseñada para beneficiar a personas concretas
Ya lo decía El País con nitidez este fin de semana: ‘los independentistas tienen presente que pactaron con el gobierno la reforma del Código Penal para rebajar el castigo a los líderes del procés y quedó prácticamente en papel mojado’. Se refiere a la malversación, claro, y a la interpretación que hizo el Supremo de qué es utilizar ilícitamente dinero público. Se agradece la claridad aunque sea un año después. En aquellos días se escribió mucho que el motivo de la reforma era homologar nuestro Código Penal a Europa y modernizarnos. Hoy se admite que fue una legislación diseñada para beneficiar a personas concretas. Igual que esta amnistía que se termina de negociar ahora.
Puigdemont ha cargado contra el Estado cloaca que para él siempre será España
El juez García Castellón, Audiencia Nacional, citó ayer como investigados en la causa del tsunami democrátic a Puigdemont y a Marta Rovira, los dos expatriados por voluntad propia y los dos encomendados a la amnistía. Sostiene el juez que podrían haber incurrido en un delito de terrorismo -podrían, no lo afirma- y discrepa en ello de la fiscalía.
Nada de particular, es el día a día en las causas judiciales, que juez instructor y fiscal a veces discrepen y a veces, coincidan. Puigdemont ha cargado contra el Estado cloaca que para él siempre será España y ha calificado el auto de golpe de estado. No cabe confundirse: es verdad que Puigdemont es una autoridad en la materia, pero en este caso aplica la plantilla indepe ante cualquier decisión judicial adversa. Denigrar a los jueces y meter en la melé, por si acaso, al rey de España. Que según Puigdemont fue quien abrió camino al golpe judicial con su discurso del 3 de octubre.
Quien eligió embestir, quien eligió delinquir, fue Puigdemont. Es natural que hoy suspire por una amnistía blindada y a prueba de jueces
Por su interés, refresquemos otra vez las fechas. El rey habla el 3 de octubre. Hasta el día treinta no hubo querella de la fiscalía. Y hasta el día 27 Puigdemont tuvo en su mano evitarlo todo convocando a los catalanes a las urnas. Quien eligió embestir, quien eligió delinquir, fue él. No sólo, sino en compañía de otros. Pero fue él. Es natural que hoy suspire por una amnistía blindada y a prueba de jueces. Recuérdese que lo primero que pidió el 5 de septiembre de este año, sólo para empezar a negociar, fue que el gobierno neutralizara al fiscal general del Estado. Ni el gobierno ni el fiscal tuvieron a bien responderle.
Los jueces, que no hagan política, hombre. Salvo si se meten a ministros
En privado ya han interpretado voces socialistas que esto del juez García Castellón -juez de la Gurtel y de la policía patriótica, por cierto- es un sabotaje al cortejo que Sánchez le está haciendo a Puigdemont. Malditos jueces que se meten donde no deben. Un saludo, por cierto, al juez de la Audiencia Nacional, hoy trasvasado a la política, Fernando Grande-Marlaska. Cómo olvidar aquello que dijo en el otoño de 2019, cuando sacaba pecho por la investigación de la policía sobre el tsunami democrátic.
Eso era lo principal: garantizar a los españoles que nadie quedaría impune. Ay, los autores intelectuales. Hoy lo que se garantiza es la impunidad de tots.
Son los políticos los que estos días andan urdiendo cómo meterse en el trabajo de los juzgados
Los jueces, que no hagan política, hombre. Salvo si se meten a ministros, claro. Entonces, sí. Margarita, Campo, Marlaska, Llop. Los demás, que no enreden. Hombre, los jueces investigan delitos cometidos, presuntamente, por políticos, es verdad. Y en ese sentido, sus decisiones pueden tener efectos políticos. Pero es un poco al revés: son los políticos los que estos días andan urdiendo cómo meterse en el trabajo de los juzgados.
La ley de amnistía será una ley de impunidad. Tampoco habrá nadie que lo niegue
Dígase claramente. Viene ocurriendo desde hace dos años. ¿Qué finalidad tenían los indultos? ¡Pacificar Cataluña! A ver: neutralizar la sentencia del Tribunal Supremo. ¿Para qué se reformó el Código Penal? ¡Para parecernos a Europa! A ver: para aliviar el posible castigo a políticos incursos en procedimientos abiertos. ¿Para qué sirve ahora la amnistía? ¡Para que Puigdemont se reencuentre con los catalanes totalmente! A ver: para abortar de una vez todas las causas judiciales que aún están vivas. ¡Y por la convivencia!
Lo que usted quiera, pero por el camino, la extinción de procesos pendientes en el Supremo, la Audiencia Nacional, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, la Audiencia de Barcelona, los juzgados uno, trece y dieciocho y el Tribunal de Cuentas. La ley de amnistía será una ley de impunidad. Tampoco habrá nadie que lo niegue.
En Moncloa conseguirán dar con la fórmula que tranquilice a Puigdemont
Los juzgados que instruyen causas inconclusas podrán pedir criterio al Constitucional o al Tribunal Europeo para ver si han de seguir, o no, adelante. Y eso es lo que también exige Puigdemont: que cualquier puerta que pueda mantener abierta un juez con esta ley se cierre. Seguro que en la Moncloa, rizando el rizo de la parte contratante de la primera parte, conseguirán dar con la fórmula que tranquilice a Puigdemont, o sea, a Gonzalo Boye, siquiera hasta el 27 de noviembre. Para que firme.
Luego, una vez investido Sánchez, ya se verá. Siempre podrá hacer el presidente lo que Montilla con el Tribunal Constitucional de 2010, denigrarle. Siempre podrá predicar contra la derecha judicial. Y contra el C-G-P-J, nueve de cuyos vocales, conservadores todos, le han puesto en bandeja la prédica al presidente haciendo ellos una prédica propia contra la amnistía más propia de la oposición política y parlamentaria que del órgano de gobierno de los jueces. Que nueve de los dieciséis vocales actuales del Consejo tengan una misma opinión sobre los planes y afirmaciones de Sánchez no supone que la institución como tal, el Consejo, tenga que significarse. Así lo entiende el presidente interino, Guilarte, y así lo dijo en este programa.
La amnistía no tiene una mayoría social que la demande
Bien podía haber emitido los nueve vocales un comunicado conjunto en el que expresaran -con todo el derecho- su opinión sobre la operación política que está en marcha, tal como ha hecho la APM. Pero saben que un comunicado colectivo carecería del marchamo que le da poder presentarlo como la postura del Consejo del Poder Judicial, fácil de confundir con la postura de todo el Poder Judicial, fácil de confundir con la postura de todos los jueces. Y no es verdad. Hay jueces, como hay fiscales, como hay catedráticos, como hay políticos, como hay periodistas a favor de la operación que lidera Sánchez.
La amnistía no tiene hoy una mayoría social que la demande, eso también lo sabe el presidente. Ni una mayoría social que la justifique. Saldrá adelante en el Congreso porque la disciplina de los diputados a sus líderes respectivos está fuera de toda duda. Pero Sánchez sabe que se embarcado en una operación que no le ha pedido España. Y que no le han pedido todos sus votantes.
¡Alabado sea el Financial!
Llegados al séptimo día de noviembre, menos veinte para agotar el plazo y con Puigdemont rezongando, el presidente, sufridor en casa, tendrá hoy a mano el Financial Times para reconfortarse. Oye, que el Financial opina que la amnistía vale la pena, ¡alabado sea el Financial! Es verdad que también dice que antes de julio al presidente le parecía inaceptable y que sus razones no son otras que permanecer en el cargo haciendo lo que haga falta, pero la apuesta le parece correcta porque si Junts abandona la vía unilateral será un gran paso adelante.
Llámele a las cosas por su nombre: la impunidad es lo que le merece la pena
Spoiler para los colegas británicos: Junts no va a renunciar a nada. Nadie se lo ha pedido. Bienvenido sea el Financial al debate público sobre la amnistía. Pero llámele a las cosas por su nombre: la impunidad es lo que le merece la pena. Porque de impunidad es de lo que estamos hablando.