Tres años después. Del día en que el Gobierno decretó en el estado de alarma -el primer estado de alarma por la pandemia- y nos confinó en casa por nuestro bien. Iba a ser para quince días y, como sabemos, acabó siendo para varios meses. Luego vino lo de la desescalada, la nueva normalidad y todo aquello.
Tres años después, la promesa del ministro Illa, y del presidente, de hacer una auditoría sobre la gestión de la pandemia permanece incumplida. Con lo vehemente que fue el ministro, octubre de 2020, al prometerla.
Otra promesa que se llevó el viento
Por supuesto que se iba a hacer una evaluación independiente. Porque la oposición preguntaba mucho entonces por la forma de contar los fallecidos, por la falta de previsión con las mascarillas o los respiradores, por la precaridad con la que hubieron de trabajar médicos y enfermeras, por el carajal en que se convirtió el sálvese quien pueda de los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos recurriendo a intermediarios para cerrar contratos en China. Iba a haber una auditoría independiente.
Otra promesa que se llevó el viento. Illa dejó el ministerio hace dos años sin haberla hecho porque la urgencia política (su urgencia) era concurrir a las elecciones autonómicas. Y Darias va a dejar el ministerio sin haberla hecho porque la urgencia política (su urgencia) es disputar la alcaldía de Las Palmas. El ministerio de Sanidad como centro de entrenamiento de candidatos a gestionar luego otras cosas.
Por qué España sufrió un daño mayor en vidas, en enfermos y en desplome económico que la mayoría de los demás países
Tres años después. Se nos prometió que se examinaría con imparcialidad cómo actuaron las administraciones, en qué acertaron, en qué fallaron, en qué se demoraron gravemente, para poder aprender de lo ocurrido; para poder saber por qué España sufrió un daño mayor en vidas, en enfermos y en desplome económico que la mayoría de los demás países. Como se dice ahora, los países a los que queremos parecernos.
Es consecuencia de aquello, de que salimos bastante peor parados que los demás, por lo que hoy somos el país que más fondos europeos recibe. Pese a lo cual aún no hemos alcanzado, en salud económica, la situación en la que estábamos antes de la pandemia.
Se juntan tres palabras -banco, quiebra, América- y nos tiemblan las piernas
El fantasma que se nos vuelve a aparecer ahora es el de las crisis financieras pasadas. Se juntan tres palabras -banco, quiebra, América- y nos tiemblan las piernas. Qué le vamos a hacer: se nos quedaron grabados a todos en la memoria, y a fuego, palabros como subprime, marcas como Lehman Brothers. Los muy cafeteros se acordarán de Fannie y de Freddie: Fannie Mae y Freddie Mac, que no eran personas sino empresas de inversión en hipotecas respaldadas por el gobierno de los Estados Unidos. Escuchas banco-quiebra-América y te temes lo peor. Aunque esto de ahora nada tiene que ver con el inmobiliario ---de momento--- y se supone que ha sido detectado y atajado a tiempo por el gobierno del veterano Biden.
Esto de ahora es que, como les empezamos a contar ayer, han quebrado dos bancos, uno de California y otro de Nueva York. Que no están entre los gigantes de la banca de allí, pero tienen su dineralito en depósitos y en dinero prestado a pequeñas empresas y particulares.
Biden se dirigió a los estadounidenses para atribuirse el mérito de que el sistema no peligre (esto del autoelogio no es patrimonio del Gobierno de España)
El Banco Silicon Valley se creó hace treinta años para facilitar crédito a empresas emeregentes -las startups-, en la idea de que la banca tradicional no entendía bien estos negocios, que requieren de una inversión inicial (una apuesta) que tiene un grado inevitable de riesgo. Hasta ayer era el banco que más clientes y depósitos tenía en Silicon Valley. Hasta ayer, porque su quiebra ha llevado al gobierno estadounidense a intervenir para garantizar el dinero -todo el dinero, no sólo el que la ley obliga- a sus clientes.
Del Silicon y del otro que ha caído, el Signature. Biden se dirigió a los estadounidenses ayer para atribuirse el mérito de que el sistema no peligre (esto del autoelogio no es patrimonio del Gobierno de España).
Todo controlado, dijo Biden, nadie tiene que temer por su dinero. Es el estado el que garantiza que siga estando ahí. Y le faltó tiempo al presidente para añadir -esto en España también nos suena- que a los contribuyentes no les va a costar un dólar.
El temor es que esto del Silicon Bank sea un cisne negro de consecuencias imprevisibles
El temor es que esto del Silicon Bank sea un cisne negro de consecuencias imprevisibles. La primera va a ser el freno a la subida de los tipos de interés en Estados Unidos. Los analistas que trabajan para la prensa estadounidense dan por hecho que el Banco Central frenará porque se le ha abierto un frente que no esperaba: estaba volcado en doblegar la inflación y le ha surgido esto que aquí llamaríamos un efecto indeseado. De manera que para evitar males mayores, renunciará a seguir apretando para que la inflación baje. Con la consecuencia, también poco deseable, de que la inflación se eternice.
Esta mañana sabremos si el efecto contagio ha quedado atajado
Esta mañana empezaremos a saber si el cortafuegos que ha levantado el gobierno estadounidense funciona, es decir, si el efecto contagio (por los negocios cruzados de los bancos entre ellos y por la desconfianza que puedan tener clientes de otras entidades) ha quedado atajado. Allí y aquí. Porque la banca europea hoy vale menes que ayer consecuencia del bajón que ha encajado en las bolsas. Incluidos los bancos españoles, no se salva uno.
Hoy valen los bancos españoles doce mil millones de euros menos que ayer. Bien es verdad que la bolsa igual que baja, sube. Y lo que dejaron de valer ayer pueden volver a valerlo mañana. La vicepresidenta Calviño también pidió ayer calma y proclamó que nuestro sistema financiero está saneado, con las reservas en su sitio y es solvente.
Sánchez ha reescrito la historia de la herencia recibida para que la crisis financiera de 2008 empezara con Rajoy y no con Zapatero
Se le pasó mencionar a la vicepresidenta que si hoy la banca española puede presumir de una salud de hierro es porque se hizo una reforma bancaria en tiempos de Rajoy que permitió apuntalar con dinero europeo las cajas de ahorro para que fueran luego compradas por los bancos, es decir, que permitó salir del agujero negro en que se habían convertido algunas cajas de ahorro a raíz de la crisis de 2008, cuando Zapatero y Mafo presumían de la solidez de nuestro sistema y acabó demostrándose que la supervisión había sido un fiasco.
No se espera, claro, que el Gobierno de ahora le agradezca al Gobierno de antes que le dejara limpio y saneado el sistema. Al revés, lo que se espera de Sánchez es que siga usando el rescate bancario como prueba de cargo contra Rajoy y Luis de Guindos. Porque Sánchez, como se sabe, ha reescrito la historia de la herencia recibida para que la crisis financiera de 2008 empezara con Rajoy y no con Zapatero.