Se ha muerto David Lynch, cineasta. Y aunque no fue su mejor obra, sí fue la más popular, al menos en España.
De modo que, homenaje: tomemos prestado de Twin Peaks el fondo musical que hoy la actualidad reclama.
Al fiscal general esta filtración no le importó ni le incomodó
‘Álvaro, ¿lo has filtrado tú?’ ‘Eso ahora ahora no importa’.
Bueno, algo nuevo sabemos. Del fiscal general del Estado. (Sin duda, el cargo institucional en situación más comprometida y más anómala de todos los cargos públicos de España). ¿Qué es lo nuevo que sabemos?
Pues que la mañana del catorce de marzo, cuando varios medios habían publicado un documento reservado procedente de una actuación de la fiscalía, no le parecía importante quién lo hubiera filtrado. Y no le pareció necesario confirmarle o desmentirle a una de sus subordinadas que había sido él mismo el autor, o inductor, de la filtración que hoy se investiga como presunto delito.
No es poca cosa. Al fiscal general del Estado, que tiene declarado en público que es enemigo de todas las filtraciones, le atribuye la fiscal jefe de Madrid haber filtrado y él, lejos de revolverse indignado por la gravedad de lo que ella le achaca, le responde: ‘Eso ahora no importa’. Sabemos, por tanto, y cuando menos que esta filtración concreta no le importó. Ni le preocupó. Ni le incomodó. No es poca cosa.
"Álvaro, ¿lo has filtrado tú?"
Ayer declaró como testigo en la causa sobre el fiscal general la también fiscal Almudena Lastra. Se sabía, porque ya declaró en el Tribunal Superior cuando los investigados eran otros dos fiscales, Rodríguez y Salto, que ella había sido contraria a la inclusión de datos personales en la famosa nota de prensa de la fiscalía. Entendía, y lo reiteró ayer, que desmentir una información errónea (o intoxicación) era correcto, pero que no era necesario incluir en el desmentido información confidencial.
La fiscal Lastra, que no ha nacido ayer, ve el correo en algunos medios y da por hecho que ha sido la fiscalía general del Estado quien lo ha filtrado
Ni necesario ni correcto precisamente por ser confidencial. En contra de su criterio, la información se incluye en la nota, sólo que ésta se difunde cuando ya varios medios han publicado el documento original del que sale esa información. Como ya está publicada previamente, la nota oficial, aunque sea de sólo unas horas después no revela ya nada que no se supiera.
Ella, que no ha nacido ayer, ve el correo del abogado en algunos medios y da por hecho que ha sido la fiscalía general del Estado quien lo ha filtrado. Lo que ayer añadió a su declaración -y hasta ayer no se sabía- es que ella misma le preguntó a García Ortiz aquella mañana.
"Eso ahora no importa". Diez meses después, resulta que es lo que más importa. Porque la filtración era presuntamente delictiva
La frase del día: ‘Álvaro, ¿lo has filtrado tú?’ Y la respuesta de él, que podría haber sido: ‘¿Pero qué dices, por dios?’ O podría haber sido: ‘Por supuesto que no’. O podría haber sido, por usar una fórmula más de estos días: ‘¿Tienes base probatoria para hacer esa imputación?’ (Nadie sabe mejor lo que supone responder de una forma o de otra a una pregunta que un fiscal, una de cuyas herramientas de trabajo es el interrogatorio).
Pero su respuesta fue: ‘Eso ahora no importa’. Diez meses después, resulta que es lo que más importa. Porque la filtración era presuntamente delictiva.
Daba por hecho que el filtrador había sido su jefe supremo
La señora Lastra declaró ayer como testigo, es decir -mira que lo repitieron los ministros el día que declaró Miguel Ángel Rodríguez-, con obligación de decir la verdad. Como su declaración fue a puerta cerrada y no se ha filtrado ni el vídeo ni el audio (en el Supremo se ve que se cuida más esto de la reserva) no es posible saber exactamente en qué tono formuló Lastra la frase dirigida al fiscal, es decir, si fue una pregunta o una afirmación: ‘Álvaro, los has filtrado tú’.
Las fuentes que lo han narrado sostienen que, aun pudiendo ser interrogación, del contexto en el que lo dijo se desprende que ella daba por hecho que el filtrador, o inductor de la filtración, había sido su jefe supremo. O por decirlo en otros términos, que García Ortiz había tenido un papel preeminente en la filtración.
Filtrar era cosa frecuente en el ministerio fiscal
La naturalidad con que la fiscal jefe lo infiere (o se lo malicia) dice mucho de lo poco excepcional que debió de parecerle ver una filtración de la fiscalía en algunos medios. Ya contamos aquí que de las conversaciones de guasaps que recogía el primer informe de la UCO se desprendía que filtrar era cosa frecuente en el ministerio fiscal.
Pero veamos cómo razona una fiscal jefe: si aparece en algunos medios un documento reservado -no su transcripción, sino el documento-, que la noche anterior -de noche- ha reclamado con urgencia el fiscal general, hasta el punto de sacar del fútbol al fiscal que lleva la denuncia para armar una nota de prensa, concluye que quien lo ha distribuido es quien anoche lo estaba pidiendo como si fuera una emergencia.
La naturalidad con que la fiscal jefe lo infiere dice mucho de lo poco excepcional que debió de parecerle ver una filtración de la fiscalía en algunos medios
De noche, sí, de noche. Into the night. Los ministros comentaristas dirían: es una elucubración. El investigado hoy diría: inferencia indebida. El coro de comentaristas afines cantaría: no ha presentado pruebas.
Y es verdad. No ha presentado una prueba, ni tiene por qué hacerlo. Pero levantemos acta de que una fiscal con altas responsabilidades, habituada a la forma de funcionar de sus superiores y partícipe de los mensajes que unas pocas personas intercambiaron aquella noche, ella que les conoce a todos dio por hecho que en la filtración estaba la mano del fiscal general. Y él dijo: ‘Eso no importa ahora’.
Para la fiscalía el borrado de mensajes no significa nada
Añado que el fiscal Julián Salto, damnificado en toda esta historia porque el primer denunciado fue él, declaró ayer -con obligación de decir verdad- que no tiene noticia de que exista un protocolo de seguridad que obligue a los fiscales a borrar el contenido de sus teléfonos móviles con frecuencia. Y se da la circunstancia de que Salto es, además, responsable de agenda digital de la fiscalía madrileña, nuevas tecnologías. Quién mejor que él para saber si hay o no hay protocolos.
Hace ya días les dije que en cualquier otro caso, con menos de lo que ya hay en éste la fiscalía estaría sosteniendo la solidez de los indicios de culpabilidad del investigado. Los informes de la UCO y el hecho de que el imputado borrara los mensajes de su móvil y pudiera haber utilizado otro, bastarían para sospechar de él y reclamar que la investigación siga adelante.
En este caso el investigado es el jefe de la fiscalía. Eso hace que el informe de la UCO, para la fiscalía, no valga nada
Desde ayer está, además, la primera reacción conocida del imputado cuando alguien sospechó de él: ‘Eso ahora no importa’. Pero ocurre que en este caso el investigado es el jefe de la fiscalía. Eso hace que el informe de la UCO, para la fiscalía, no valga nada; que el borrado de mensajes no signifique nada; y que el ‘eso ahora no importa’ tampoco deba ser considerado. Que el fiscal general lo siga siendo es lo que lo cambia todo. Y no precisamente a mejor.
Por cierto, ¿llegó a saberse alguna vez quién mató a Laura Palmer?