OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Crímenes sin resolver treinta años después"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la detención del capo de la mafia siciliana, Matteo Messina, después de permanecer 30 años fugado, y la esperanza de las familias de las víctimas para que su detención sirva para hacer justicia.

Carlos Alsina

Madrid | 17.01.2023 08:35

Ante una mesa poblada de micrófonos estaban sentados ocho hombres. Cuatro de ellos, uniformados. En el centro, el fiscal jefe de Palermo. A su lado, el fiscal adjunto. Junto a ellos el jefe provicial de policía y el jefe del grupo especial de asalto.

Comparecían frente a una legión de periodistas para celebrar la detención, al cabo de treinta años fugado, del número uno de la mafia siciliana, Matteo Messina Denaro. Y entonces, alguien entre los asistentes pidió la palabra. Para preguntar algo. No era un periodista. Era una persona directamente afectada por lo que allí se estaba contando.

Hortensia no era nadie. Antonio no era nada, un guardia

Detengo un momento el relato y recuerdo una historia de la que nos hicimos eco aquí la semana pasada. La firmaba Pedro Simón en El Mundo. En el año 1979, dos jóvenes españoles, Antonio y Hortensia, pareja de novios, regresaban a casa después de disfrutar de la noche de reyes. Antonio era guardia civil en Guipuzcoa. Hortensia se había sacado el graduado y cuidaba de una niña.

El Renault 5 naranja que él conduce se detiene en un stop. Unos individuos de ETA irrumpen junto al coche y abren fuego. Ocho disparos recibe Antonio. Diez, Hortensia. Se desangran durante veintisiete minutos sin que nadie acuda a interesarse por el sonido permanente del claxon.

Unos individuos de ETA abren fuego. Se desangran durante veintisiete minutos sin que nadie acuda a interesarse por el sonido permanente del claxon

Para los terroristas, Hortensia no era nadie. Una novia de un guardia. Antonio no era nada. Un guardia. Han pasado cuarenta años y nadie ha sido acusado, menos aún juzgado, por aquel crimen.

Vicenzo Agostino, 84 años. Lleva 33 queriendo saber quién mató a su hijo

Vuelvo a la comparencia de ayer en Palermo. Ha hablado el fiscal, Maurizio De Lucía. Ha hablado el comandante del grupo especial de la policía Pasquale Angelosanto. Ha hablado Guido, el fiscal adjunto. Y entonces, un hombre pide la palabra. Se llama Vincenzo Agostino. Tiene el pelo largo, blanco, y una barba, también blanca y muy poblada. Ochenta y cuatro años. Lleva treinta y tres queriendo saber quién mató a su hijo.

¿Se arrojará luz sobre los crímenes? ¿Se sabrá la verdad sobre quién ordenó y por qué los asesinatos? El hijo de este hombre se llamaba Nino. Era policía en Sicilia. Un joven policía encubierto que investigaba a la cosa nostra. Fue acribillado por la mafia junto a su esposa, Ida. Ella estaba embazarada. Ocurrió en la puerta de casa. 1989. Ante los ojos del padre, Vicenzo, que ha dedicado los últimos treinta y tres años a mantener viva la memoria del hijo y de la nuera, y a mantener viva la pregunta de quién lo hizo, con la complicidad de quiénes, y cuándo pagarán por aquel crimen. Le respondió el fiscal jefe de Palermo.

Ninguna víctima de la mafia quedará sin respuesta. No descansaremos hasta llegar a la verdad.

La imagen de la jornada en Palermo no fue la de la detención del último capo, sino la de estos ciudadanos corrientes que aplaudieron a los policías al saber que lo habían cazado

Matteo Messina Denaro, sesenta años, detenido ayer en la clínica privada a la que acudía para tratarse de un cáncer, bajo la falsa identidad de Andrea Bonafede, no es sólo el número uno de la mafia siciliana. Es el guardián de los archivos que se atribuyen a su mentor, Totó Riina.

Las familias de decenas de víctimas a las que aún no se ha hecho justicia confían en que su detención sirve para que esa justicia llegue. La imagen de la jornada en Palermo no fue la de la detención del último capo, sino la de estos ciudadanos corrientes que aplaudieron a los policías al saber que lo habían cazado.

Los terremotos políticos en España cada vez duran menos

Los terremotos en España cada vez duran menos. Terremotos políticos que sacuden a gobiernos y partidos durante dos o tres días y de los que nadie se acuerda a la vuelta de una semana.

El gobierno central dice estar esperando a que la Junta de Castilla y León le comunique por escrito qué cambios pretende introducir en el protocolo de atención a mujeres embarazadas. Pero el presidente de la Junta, Fernández Mañueco, sostiene que no hay nada que comunicar porque no hay ningún cambio.

(Lo dijo en una comparecencia sin preguntas. Que es lo que hacen los gobernantes en apuros cuando temen no saber responder a lo que se les plantee, mal asunto).

Extraño caso de un protocolo sanitario que ahora resulta que no existe

Extraño caso éste de un protocolo sanitario del que da cuenta, hace cinco días, el vicepresidente (nada menos), vicepresidente del gobierno autonómico, que es objeto durante los tres días siguientes de una formidable tormenta política, que da pie a que el gobierno central envíe, con solemnidad y trompetería, un requerimiento a la Junta y que ahora resulta que no existe.

Extraño caso éste de un gobierno de coalición en el que un socio se cuelga la medalla de impulsar medidas que salven fetos de ser abortados (niños, en palabras del vicepresidente Gallardo), mientras el otro socio sostiene que no hay nada. ¿Quién gobierna el gobierno de Castilla y León?

Extraño caso de un gobierno de coalición en el que un socio se cuelga la medalla de impulsar medidas que salven fetos de ser abortados, mientras el otro socio sostiene que no hay nada

Lo más importante que dijo ayer Mañueco es esto: la asunción de que si es el médico el que se anticipa a ofrecerle a una mujer que ha decidido abortar escuchar el latido del feto (él médico a ella sin que ella lo haya pedido) estamos ante un caso de coacción.

Se agradece que Mañueco lo tenga claro. Ahora sólo falta que cuando Vox, su socio, se lo proponga le diga esto mismo a Gallardo para evitar que salga en rueda de prensa a presentar la medida como acordada y como sana.

Es a Sánchez a quien le ha venido a ver Vox

La dirección nacional del PP, con Feijóo mudo (no queriendo escuchar, diríamos, el latido de Vox) afirmó ayer -dejándole el marrón al nuevo, que es Sémper-, que es a Sánchez a quien le ha venido a ver Vox.

A quien está esperando Vox a la vuelta de las próximas generales es a Feijóo

Pues será un chollo para Sánchez, pero a quien ha hecho presidente en Castilla y León es a Fernández Mañueco. Y a quien está esperando a la vuelta de las próximas generales es a Feijóo.

Aluvión de ministras señalando a Feijóo como si fuera Orbán

Al gobierno central le toca decidir si ahora que no hay protocolo anti abortista sigue adelante con el requerimiento y la amenaza de acciones legales contra la Junta. Los terremotos duran lo que duran, y a éste ya le ha sacado el Gobierno todo el fruto político, o electoral, que podía sacarle. Con aluvión de ministras señalando a Feijóo como si fuera Orbán, el húngaro. Aquí, el día que no eres Trump eres Bolsonaro y el día que no eres ni Trump ni Bolsonaro eres Orbán.

Ojo con las sobreactuaciones, y las salidas de ministros en tromba, que en la confrontación con el poder central se han basado carreras políticas fulgurantes.

A poco que el Gobierno apriete un poco más a Mañueco, aún es capaz de convertirle en un líder. Un Ayuso en Valladolid, plantándole cara a Sánchez en defensa de la autonomía del terruño.