Lo estamos haciendo en Málaga. No elige mal el equipo de este programa. Málaga en primavera. En una mañana luminosa. Con los horarios que nos gastamos nosotros, se agradece que amanezca temprano. No os confiéis que el sábado cambia la hora. Bueno, el sábado no, el domingo. A las tres. O a las dos. A las tres o a las dos. Una de dos. Si no es a las tres es a las dos. Y si no es a las dos, pues después. Que tampoco va de una hora.
Toca retrasar el reloj. Sí, ¿no? Bueno, que el lunes a esta hora habrá menos luz. Por eso hemos venido antes de que cambie la hora, para veros mejor. Y comprobar que no somos los únicos que tenemos cara de sueño. Uno de cada cuatro malagueños duerme mal. Lo hemos contado en nuestra programación local esta semana. Uno de cuatro. ¿Quiénes sois? Os cuesta dormir por el estrés y las preocupaciones que tenemos todos, ¿verdad? Dándole vueltas ahí, a la cabeza.
¿Cuánto más puedo estirar el sueldo sin que se me descoyunte? ¿Le pido que me eche un cable a mi madre, que cobra la jubilación pero, en realidad, no quiere la pensión para ella, que lo ha dicho la ministra? ¿Qué hago en mayo, voto, no voto, voto al de la otra vez, voto al siguiente? ¿Cómo será Tezanos en la distancia corta? Oye, preocupaciones de votantes. Te metes en la cama y te asaltan las preguntas. ¿Qué tal presidente habría sido Tamames? ¿Es el PP de Andalucía el PSOE de antes?
Pedro no tiene límite cuando sube a la tribuna
En atención a ese malagueño de cada cuatro que sufre de estrés y de insomnio había pensado emitir a continuación el discurso íntegro del conocido maestro zen Ramón Tamames Gómez en el templo de la meditación que responde al nombre de Congreso de los Diputados. Pero he hecho una encuesta previa entre los presentes y ha salido que no. Que no sería efectivo. Que mejor emitimos íntegramente la réplica que le dio Sánchez. Señor, señor, decían hasta los más sanchistas de entre los sanchistas, Pedro no tiene límite. Y seguía, y seguía, y seguía.
Se le nota al presidente la nostalgia por aquellas homilías interminables que nos colocaba cuando el confinamiento
Le interrumpió Tamames para decirle: oiga, se ha traído usted un tocho que nada tiene que ver con lo que yo he dicho. Y Batet: Tamames, le llamo al orden. Deje que hable el presidente. No te dejes nada dentro, Pedro, tú sigue. Y seguía Pedro. Y seguía. Y seguía. Que si el PP esconde la mano. Que si Blas Piñar. Que si hay que ver Feijóo, no presentarse.
Si es que lo único que el Gobierno aún no ha topado son los discursos de Sánchez. Se le nota al presidente la nostalgia por aquellas homilías interminables que nos colocaba cuando el confinamiento, tan largas que aún no había terminado una y ya empezaba la de la semana siguiente.
Se quejó Tamames de la turra que dio el presidente
Se quejó Tamames de la turra que dio el presidente. Y tenía razón. Agarrado a su repertorio y anestesiando a la cámara. Sufrieron sus diputados, porque habían de mantenerse despiertos para aplaudirle al presidente cada punto y aparte. El resto del Hemiciclo sesteó con los ojos entreabiertos. Quien fuera Feijóo para pedir asilo en la embajada sueca.
Sufrieron sus diputados, porque habían de mantenerse despiertos para aplaudirle al presidente cada punto y aparte
Se adivinaba en la cara de los diputados que cada uno estaba ya pensando en sus cosas: ¿A qué hora terminarmos? Cómo se nota que hoy no hay fútbol. Qué bonita la claraboya del Congreso. ¿Qué habrá sido del tito Berni? ¿Cuántos votos nos quitará Macarena? En fin, reflexiones de políticos. ¿A cuánto estarán los tomates? (Esto, Calviño, que ayer no llegó a tiempo al súper para hacer la compra). ¡Qué subidita está Yolanda! (Esto, Ione Belarra e Irene Montero, que tienen telepatía, y estaban maquinando cómo bajarle los humos a la que iba a ser su candidata). Total, humo.
Abascal ignoró a Tamames
El candidato quedó diluido desde primera hora. El presidente Sánchez le trató con condescendencia. Un poco paternalista, y eso que Tamames podría ser no sólo su padre sino su abuelo. El tono era de ay, profesor, con lo que usted ha sido. Que me venga a llamar autócrata, usted que hizo todo lo posible por enterrar a Franco, a mí que lo he desenterrado para volver a enterrarlo.
Lo que hizo Abascal fue ignorar a Tamames. Él, a lo suyo. Que si Sánchez, traidor, empobrecedor, enemigo de España. Y Tamames, esperando
Y Tamames todo el tiempo poniendo cara de ¿pero de qué me habla? Aunque peor fue lo de Abascal. El hombre que lió a Tamames para esta auto sátira de Vox tenía la misión de presentárselo ayer a la Cámara: este es nuestro hombre, traigo aquí sus méritos para demostrar que es la figura que hoy necesita España. Y lo que hizo Abascal fue ignorar a Tamames. Él, a lo suyo. Que si Sánchez, traidor, empobrecedor, enemigo de España. Y Tamames, esperando. El padrino, descortés, agarró el micrófono y relegó al candidato a la condición de oyente. Aprende, Ramón, aprende de don Pelayo.
Yolanda Díaz ya hablaba como copresidenta del Gobierno
El lunes nos maliciábamos aquí si no sería en esta sesión parlamentaria donde Yo Yolanda (Díaz) anunciara lo que todo el mundo ya sabe, que quiere ser presidenta del Gobierno. Qué mejor escenario, qué mejor escaparate. Pues así fue, en efecto. Sánchez le cedió los trastos, cuando ya había hablado quince o veinte horas, y Díaz aprovechó su momento. Que corto tampoco fue.
No dijo expresamente que vaya a liderar las listas, para no poner a Belarra y Montero en el apuro de tener que aplaudir cuando lo dijera (o para evitar el riesgo de que no aplaudieran), pero dedicó una hora a abonar su candidatura y su plataforma, o partido, o lo que acabe siendo.
Yolanda coronada y erigiéndose en intérprete de la Constitución verdadera
Otra hora que se le hizo larga a Tamames. Incluido este pasaje en el que por un momento pareció que el Hemiciclo era la gala de los Oscar.
Ristra de agradecimientos de la vicepresidenta a sus colegas de gabinete. Casi hablaba ya como copresidenta. Tan generosa estaba en la gratitud (que tampoco es que viniera muy a cuento) que habló bien hasta de Ione Belarra e Irene Montero. Como esto es la radio no le puedo ofrecer la cara que ponía la ministra de Igualdad mientras escuchaba esto… pero muy receptiva no se la veía. Ni media sonrisa de complicidad. Ahí, creáme, no hay química.
Estaban las dos ministras Podemos asistiendo a la entronización de su rival en la izquierda como pareja electoral de Pedro Sánchez
Y hay que entenderlo: estaban las dos ministras Podemos asistiendo a la entronización de su rival en la izquierda como pareja electoral de Pedro Sánchez mientras ellas, sin voz en la puesta en escena de ayer, andan diciéndole a Yolanda que si primarias, y que negocie con ellas las listas, y que se moje en las municipales.
Y entretanto, Yolanda coronada y erigiéndose en intérprete de la Constitución verdadera ante un Tamames al que no paraba de regañar y que para entonces ya había tirado la toalla y estaba pidiéndole al árbitro la hora.
Cincuenta reformas laborales se han hecho en democracia, dijo la copresidenta, y ninguna buena hasta que llegó la de ella. Todas recortaron derechos menos la suya. Todas incluye las de Felipe y Zapatero. Que era quien gobernaba en 2008. Aunque a Díaz le salgan diez años, dijo, de resaca de crisis financiera por culpa de Rajoy, que sólo gobernó seis y medio.
Igual gobiernan mejor, pero humildemente ya le digo yo que no. Este Gobierno está peleado con la humildad. Salta a la vista.
La política de nuestro tiempo no deja de ser una religión
El calendario ya hay que mirarlo al revés: contando los días que quedan para que Yolanda Díaz sea aclamada en el polideportivo Magariños de Madrid el domingo de Ramos entre palmas y gritos de hosanna hosanna, como corresponde a las tradiciones religiosas de milagros y advenimientos.
La fervorosa hermandad de Nuestra Señora de la Suma prepara ya en Madrid la exaltación del nuevo culto de la izquierda
La política de nuestro tiempo no deja de ser una religión, con sus profetas, sus agoreros, sus sacerdotes, sus guardianes de la ortodoxia y sus mesías. Que es palabra inclusiva. Vale lo mismo para Pablo que para Yolanda. La fervorosa hermandad de Nuestra Señora de la Suma prepara ya en Madrid la exaltación del nuevo culto de la izquierda.