Mal empezamos. Mal empezamos si lo primero que hace es no contestar a lo que se le pregunta. Mal empezamos si la candidata a la presidencia del gobierno de España pretende ser ella quien decida qué le interesa a la gente y qué no. O aún peor, que le tiene que interesar y qué no. A qué preguntas tiene que responder ella y a cuáles no porque yo lo valgo.
Mal empezamos si lo primero que hace es no contestar a lo que se le pregunta
Ayer les comenté a esta hora que lo menos que le debe Yolanda Díaz, y los responsables de su paraguas Sumar (que no se sabe muy bien quiénes son ni quién los ha elegido) es explicar a sus potenciales votantes las decisiones que han tomado. Si han decidido que hay que enterrar políticamente a Irene Montero, darle la patada a Echenique, relegar a Ione Belarra y humillar a los dirigentes de Podemos pero quedándose, a la vez, con su marca qué menos que explicar las razones que les han llevado a hacerlo.
Seguro que serán de interés general, por el bien del progreso y la justicia social y la vida de la gente (y lo que usted quiera), nada que ver -quién se atrevería a pensarlo- con vendettas, desquites, facturas atrasadas pasadas al cobro y venganzas servidas en un plato ardiendo, pero precisamente por eso, qué menos que explicarlo.
Ha desterrado usted a Irene Montero de sus listas. No debería costarle tanto explicar por qué. Las decisiones se argumentan. No se esconden
Bien, unas horas después quedó claro que la candidata a presidenta no comparte esta idea mía de la transparencia y la rendición de cuentas. En Luxemburgo le preguntaron los periodistas: oiga, ¿qué hay del veto que le ha puesto usted a Irene Montero?
Sí, bueno, pero que si es posible que le levante usted el veto a Irene. Ya, ya, pero que Podemos dice que aún está usted a tiempo para incluir a Irene. ¿Qué respuesta? Si no ha respondido a la pregunta sobre el veto.
Pues va a ser que no. Esto ya es un poco tomadura de pelo. Decir algo después de una pregunta no equivale a contestarla. Ha desterrado usted a Irene Montero de sus listas. No debería costarle tanto explicar por qué. Las decisiones se argumentan. No se esconden. Pero la candidata pasa olímpicamente de responder y se permite decidir ella que este asunto, que tiene movilizado al partido que cogobierna España, y gracias al cual ella misma es vicepresidenta, carece de interés para el público votante.
Yolanda Díaz no comparte la idea de transparencia y rendición de cuentas
Ya digo: mal empezamos. Si alguna vez llega a presidenta, ya sabemos lo que nos espera: esto es de interés, esto no; a esto respondo porque me conviene, a esto no porque me incomoda. Pero de buen rollo, eh, todo calor humano y empatía. Díselo a Irene Montero. Y a Echenique. Y a Belarra. Que tampoco es que sean los más indicados para pedirle a nadie que rectifique ---no se recuerda en su ejecutoria una sola rectificación, más bien al contrario--- pero que tienen razón al dolerse de que Yolanda quiera su marca pero sin ellos dentro.
Si alguna vez llega a presidenta, ya sabemos lo que nos espera: a esto respondo porque me conviene, a esto no porque me incomoda
Ha ejecutado una estrategia de tiburón (o tiburona) de Wall Street: detecta el estado de ruina de una empresa cuya marca comercial fue la bomba en otros tiempos, le ofrece un plan de salvación y lo primero que haces es jubilar a todo su equipo directivo. La marca, sí; vosotros, ni de broma. Te quedas con la empresa, pero sin los que montaron la empresa. Esto no es comunismo, esto es capitalismo sin reparos. Vente a predicar ahora sororidad. La manera femenina, ¿cómo era?, de entender la política. Más empática, más de piel, más de entenderse. Sí, sí, pues no será con Irene y con Belarra.
Podemos presenta a Yolanda como la izquierdita cobarde
En Podemos, por supuesto, no han hecho aún ni media reflexión sobre el porqué de que ahora nadie les quiera. Ni sobre el porqué del desastre que han sufrido el 28 de mayo. Ni sobre por qué la mayoría de la sociedad no ha acompañado a la ministra de Igualdad en su forma de hacer política y de ver la vida. Toda su energía la consumen ahora en debilitar a Yolanda como izquierdita cobarde que presta servicios infames a las derechas políticas y mediáticas.
Perseverar en el error no parece una forma inteligente de encarar una campaña electoral en la que vas a tener que pedir el voto para Díaz so pena de extinguirte ya del todo. Pero como en Podemos saben mucho de ciencia política, pues de victoria en victoria hasta el cierre por defunción.
Calviño ningunea a su socio de gobierno, incluida Yolanda
El de Yolanda con Irene Montero no es el único desquite que se está produciendo. La vicepresidenta Calviño, que hace diez días dio por enterrado a Podemos, compareció ayer como estrella económica del Peter Team, el equipo de Sánchez, e hizo dos cosas: la de siempre, que es cubrirse de flores, y ésta nueva, que es ningunear a su socio de gobierno, incluida Yolanda.
La gestión económica de la que tan orgullosos están Sánchez y Calviño no parece que le satisfaga tanto a la número tres de su mismo gobierno
El socio no ha tenido influencia en la política económica. Se ve que en la política económica no se incluye la reforma laboral o el salario mínimo, banderas de la señora Díaz. Con la que Calviño también se las ha tenido tiesas en estos cuatro años. Porque ahora vamos a ir viendo cosas que nunca imaginamos. Por ejemplo, al Partido Socialista poniendo a circular la idea de que Yolanda se ha colgado muchas medallas que no eran suyas.
Claro que donde las dan las toman. Y la vicepresidenta segunda se permitió ayer denunciar la pérdida de poder adquisitivo de los españoles y el encarecimiento de las hipotecas. Que es la forma de reprocharle al PSOE que en estas dos cuestiones se haya quedado muy corto. La gestión económica de la que tan orgullosos están Sánchez y Calviño no parece que le satisfaga tanto a la número tres de su mismo gobierno.
¿Qué quiere hacer el PSOE con España los próximos cuatro años?
Estaba anunciado que ayer explicaría Calviño las líneas generales del programa electoral del Partido Socialista. Porque el PSOE no se cansa de decir que el programa de Feijóo es una incógnita, pero aún no ha explicado qué pretende hacer él si gobierna otros cuatro años. Quien esperara que Calviño diera ayer alguna pista se habrá llevado un chasco. Feijóo, Feijóo y más Feijóo.
No, ya lo contó aquí. Tiene la vicepresidenta la entrevista completa en la web. Derogar, no. Retocar, sí. ¿Y el PSOE? ¿Qué quiere hacer el PSOE con España los próximos cuatro años? Porque hace cuatro quien prometió derogar la reforma laboral anterior fue Pedro Sánchez. Pero luego llegó al gobierno y quien frenó su afán derogador fue Calviño, en contra del criterio de Yolanda Díaz, que habría preferido tumbarla entera. La Calviño de entonces abogaba por no afrontar los temas con las gafas de la ideología. Reconocía virtudes en la gestión del gobierno anterior que ahora ya no reconocería.
La Calviño de entonces abogaba por no afrontar los temas con las gafas de la ideología
Y ella también quiere un cara a cara con quien Feijóo designe para discutir de economía. Un cara a cara, no seis. Seguro que el PP recogerá el guante. Como Pizarro cuando Solbes en 2008. El apacible vicepresidente, orgulloso de su gestión económica (la crisis inmobiliaria ya emergía) frente al agorero Pizarro que profetizaba una crisis de caballo (que, en efecto, es lo que vino).
Si gobierna España la derecha estarán en riesgo los fondos europeos
Sánchez eleva la apuesta y profetiza ahora que si gobierna España la derecha estarán en riesgo los fondos europeos.
Si gobierna la derecha en España se abrirán las puertas del infierno. Sólo si Sánchez permanece estaremos salvados del desastre
Se refiere a Giorgia, querida Giorgia Meloni. A la que el día que se vio con ella no le reprochó que sea tan de derechas, sólo faltaba. En la distancia, sí; en la cercanía, como que no.
Si gobierna la derecha en España, que se sepa, se abrirán las puertas del infierno, Úrsula nos dará la espalda y nos quedaremos sin el manguerazo europeo al que tanto debemos. Rechinarán los dientes, se hundirá la tierra y arderán para siempre nuestros sueños. Sólo si él permanece estaremos salvados del desastre. ¿Quién empieza a sonar ahora, presidente, apocalíptico y agorero?