Imagine que yo empezara esta mañana informándole de que van a ser objeto de un homenaje popular los integrantes de la manada. Imagine que le contara que el ultra Carlos García Juliá, asesino de los abogados de Atocha, va a ser reivindicado por una legión de ultras como él. Imagine que le estuviera contando que una plataforma ciudadana que simpatizó con el yihadismo ha organizado una marcha de apoyo a Jamal Zougham y Abdelmajid Bouchar, condenados por la matanza del 11M, porque entienden que llevan demasiado tiempo encarcelados.
Si cualquiera de esas situaciones se produjera se abriría un debate en España sobre la catadura moral de quienes blanquean a violadores, a asesinos de abogados comunistas o terroristas islámicos presentándolos como víctimas de un Estado opresor.
Banalización del crimen etarra
La plataforma que ha organizado la marcha de apoyo a Henri Parot (matarife etarra, treinta y nueve asesinatos) sostiene que lo de mañana en Mondragón no debe considerarse un homenaje a este asesino en serie, sino una denuncia del abuso penal que sufren los reclusos etarras a los se aplican cadenas perpetuas encubiertas. Hoy comparecerá la plataforma, con el ex consejero de Justicia vasco Joseba Azcárraga, para refutar la tergiversación que, según él, se ha producido al llamarlo marcha homenaje. Y para garantizar que no se busca herir, o humillar, a las víctimas del terrorismo.
LaAudiencia Nacional ha dicho que no hay motivos para prohibir una marcha como ésta porque en la convocatoria no se dice que se vaya a humillar a nadie. Al revés, se asegura que la movilización quiere contribuir a la conciliación y la concordia (ay concordia, cuántos actos repugnantes se han cometido en tu nombre).
La celebración de su regreso es el blanqueamiento de la sangre que derramó
En Madrid hubo una gran polémica en febrero porque se celebró una marcha neonazi. La delegación de Gobierno dijo lo mismo: en la convocatoria no se decía que fuera a humillarse a los judíos. No es el debate jurídico el que en un asunto como éste prevalece. El derecho de manifestación ampara a quienes mañana marcharán en Mondragón bajo la advocación de un asesino en serie.
Y da igual que los convocantes nieguen que sea un homenaje porque homenaje es lo que rinden los simpatizantes del terror a todo recluso etarra que cumple su pena y regresa al pueblo entre abrazos y reconocimientos. Es la costumbre, el protocolo, la liturgia, que ya ni siquiera genera controversia porque a esta banalización del crimen nos hemos habituado casi todos. La celebración de su regreso es el blanqueamiento de la sangre que derramó. Mirar para otro lado es eximir de reproche social a quienes blanquean.
"Lo que el ministerio de Trabajo vende como un acuerdo con los sindicatos es, en realidad, un desacuerdo con la patronal"
Esta vez sin acuerdo sube el Gobierno el salario mínimo. Lo que el ministerio de Trabajo vende como un acuerdo con los sindicatos es, en realidad, un desacuerdo con la patronal. Porque siempre estuvieron a favor los sindicatos, claro, de subir el salario mínimo. Todo lo que se les ha pedido es que dieran por buenos los 15 euros de subida para no irritar más a la CEOE subiendo los 25 ó 30 que deseaban UGT y CCOO.
El aura del consenso que hasta ahora adornaba a la vicepresidenta Yolanda Díaz (la mujer que todo lo acordaba) se terminó ayer. No es un secreto que ella siempre ha estado más cerca de los sindicatos que de la patronal, en todas las negociaciones. Y que quien persuadía a Garamendi y Cuerva de que se sumaran a los acuerdos por lo necesaria que era la paz laboral en plena pandemia era la otra vicepresidenta, Calviño. A la que aún preguntaron los periodistas en la tarde de ayer por la subida que desde Trabajo se estaba dando por hecha y respondió que no le constaba.
El aura del consenso que hasta ahora adornaba a la vicepresidenta Yolanda Díaz se terminó ayer
Pues de próximos días, nada. A las nueve de la noche lanzó el ministerio de Yolanda Díaz la comunicación oficial de que el salario mínimo se sube en 15 euros mensuales y desde el primero de septiembre. En contra de lo que en su día dijo Calviño: no era posible la retroactividad.
Cuando anoche le preguntaron en TVE a Yolanda Díaz si Calviño estaba conforme con lo que su ministerio acababa de anunciar evitó responder a la pregunta y se amparó en que el presidente Sánchez ya había dicho el lunes que la subida iba a producirse y con carácter inminente. En realidad el presidente evitó concretar el lunes el momento de la subida y la cuantía.
"Esta subida no les va a evitar perder poder adquisitivo si la inflación sigue hacia arriba"
La que sea posible es una medida etérea. Ya se ha visto que posible es un término que traducen de manera distinta los sindicatos y las patronales. Los trabajadores que cobran el salario mínimo pasarán de los 950 euros en que está ahora a los 965 en catorce pagas. Es uno y medio por ciento de subida. En línea con las subidas de salarios que se están pactando en los convenios colectivos, como viene recordando la ministra Díaz. Y por debajo (que esto lo recuerda menos) de lo que están subiendo los precios –--no te digo ya la electricidad---.
Es decir, que siendo esta subida una mejora en los ingresos de quienes están en la parte más vulnerable del mercado laboral no les va a evitar perder poder adquisitivo si la inflación sigue hacia arriba. Ni a ellos ni a la mayoría de los trabajadores sujetos a convenios colectivos.