Monólogo de Alsina: "Biden, el candidato nodriza"
Carlos Alsina reflexiona en Más de uno sobre el aumento de las restricciones en España para intentar frenar los contagios de coronavirus. También habla sobre cómo ayer el escrutinio en EEUU colocó a Joe Biden por delante de Trump y que salvo sorpresa, Pensilvania le va a dar a Joe Biden los 17 puntos que le faltan para llegar a 270.
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Madrid |
Si usted tiene un bar en Cartagena, o en restaurante en Vigo, una casa rural en Cantabria, le interesará menos saber quién ha ganado en el condado de Clark, en Wisconsin, que qué ayudas va a ofrecerle a usted la administración para paliar la falta de ingresos por el cierre temporal de su negocio.
Cómo no entenderlo.
La hostelería está siendo el sector más vulnerable a la epidemia de coronavirus. Aunque las autoridades no dejan de decirnos que los contagios se están produciendo, sobre todo, en las reuniones familiares, es menos factible poner un guardia en cada casa que cerrar quince días los bares. Los propietarios de estos negocios, la mayoría pequeños y de autónomos o pequeñas empresas familiares, están sufriendo una inestabilidad y una incapacidad para prever cómo será el mes que viene o cuánto podrán recuperar que ríete tú de la incertidumbre y la inestabilidad de Trump o de Biden.
Las restricciones en España van a más. Sin llegar al confinamiento total pero afectando ya muy seriamente a miles de familias.
En Murcia cierra toda la hostelería desde el sábado y por dos semanas. En Galicia cierran bares y restaurantes de las principales ciudades desde mañana viernes. Cantabria decreta el confinamiento perimetral de todos sus municipios.
La epidemia ha ido expandiéndose, y golpeando con fuerza, las regiones que hace un mes parecían tenerlo todo bajo control: Cantabria, Asturias, Galicia. De la España peninsular, sólo la Comunidad Valenciana mantiene la incidencia acumulada por debajo de los 300 casos por cien mil. Madrid, que hace un mes era el mayor motivo de preocupación, hoy ha consolidado su tendencia descendente y está por debajo de los 370. Los peores números los seguimos teniendo en Navarra, Aragón y Castilla y León (además de Ceuta y de Melilla).
Con todo, y atendiendo a la media nacional, el boletín de ayer ofrece indicadores muy similares a los del día anterior. En incidencia, en positivos de pcr y en camas de UCI. Y eso significa no que la epidemia esté remitiendo ---que ya me gustaría poder contárselo--- pero sí que la velocidad se frena. Y eso da la razón (vamos a ver si la tendencia se mantiene) a quienes piden tiempo para ver el fruto de las restricciones que están en vigor desde hace ya diez días: el toque de queda, el estado de alarma, los confinamientos perimetrales en casi todo el país. La tesis del ministro Illa.
‘Hemos concluido’ los gobiernos autonómicos con el gobierno central. Es decir, que Asturias y Castilla y León asumen que aquí las decisiones, se diga lo que se diga, vuelve a tomarlas el gobierno central.
Asturias, a falta de permiso del gobierno central para confinar en casa todo el día, recurre al autoconfinamiento voluntario, es decir, a animar a los ciudadanos a que salgan de casa sólo para ir a trabajar, a llevar a los críos al colegio y a hacer compra. Misma recomendación que antes hicieron otros gobiernos autonómicos, como Castilla y León o como Cataluña.
¿Y lo de América cómo va?
Salvo sorpresa, Pensilvania le va a dar a Joe Biden los 17 puntos que le faltan para llegar a 270. Tiene 253 y Pensilvania aporta 20. En el escrutinio aún va por detrás pero el Partido Demócrata da por hecho que el voto pendiente de contar en Filadelfia decidirá en su favor la batalla.
Salvo sorpresa, le va a ganar el pulso a Donald Trump este ciudadano de 77 años, más centrista que rojo peligroso, que por la edad que ya tiene y por su estado físico es posible que no aguante el trajín de un mandato completo. Cuatro años.
El tiempo dirá si Joe Biden es un candidato nodriza que lleva dentro la verdadera novedad histórica que podría producirse en los Estados Unidos: la primera mujer presidenta, Kamala Harris. Entiéndase, si primero Biden gana y luego, en dos años, en tres, en cuatro, Biden da un pasito atrás y se quita de en medio.
Para eso primero tiene que tomar posesión como presidente el 20 de enero. Y para tomar posesión necesita que cada uno de los Estados que constituyen los Estados Unidos haga oficial el resultado en su territorio y echando cuentas le salgan los 270 votos (o puntos) que se requieren para ser proclamado. Todo eso todavía no ha pasado.
Ganador como tal aún no hay. Pero en el escrutinio que se prolongó durante el día de ayer si han cambiado cosas. Como acostumbra a ocurrir cuando un escrutinio avanza. Estados donde Trump iba por delante cambiaron de signo y pusieron a Biden en cabeza. Nada insólito: a medida que se cuentan votos el que va por delante puede quedar rezagado sin que eso signifique que una mano negra está manipulando nada. Pero ése es el peregrino espantajo que se inventó Trump hace veinticuatro horas para sembrar la sospecha sobre la limpieza del escrutinio: que iba ganando él en Pensilvania, y en Michigan, y el Partido Demócrata se empeñaba en decir que aún no había terminado la cosa.
Como en Wisconsin llevaba cien mil votos de ventaja cuando hizo el discurso, exigía que se le diera ya por ganador sin esperar a que terminaran de contar los votos presenciales y los del correo. Como argumento es un no argumento. Doce horas después el escrutinio atribuyó la victoria en este estado a Biden, pero el equipo de Trump ha pedido que se haga de nuevo el recuento.
Algunos popes del Partido Republicano, diluidos estos últimos cuatro años por el fenómeno del trumpismo, ya han marcado distancias con el presidente. Marco Rubio, que aspiró a la candidatura en 2016, senador por Florida, ha dicho que contar hasta el último voto emitido no es fraude, es cumplir la ley. McConnel, uno de los veteranos, senador republicano desde hace 35 años y líder del grupo en el Senado, declaró ayer que aún no se puede proclamar la victoria de ninguno de los dos.
Hay un presidente de los Estados Unidos. Se llama Trump. Lo sigue siendo, en cualquier caso, hasta el 20 de enero. Lo que no hay es un presidente electo. Y viendo cómo se condujo el presidente que sí lo es, el que tiene el poder, en la noche de autos, cómo no temer lo que pueda salir de su boca, y de su mano, de aquí al veinte de enero si al final pierde.