El abuelo, que siempre está enfadado y lleva bastón no para apoyarse sino para sacudir ramas; la abuela, a la que han cosido la boca para que no salpique los micrófonos de improperios; el hijo mayor, recién llegado de Andorra con su bolsa de deportes, y el siguiente y el otro y todavía un cuarto. Si la película fuera en blanco y negro podría llamarse La gran familia -como aquella de Alberto Closas, ¿se acuerdan?, “venga niños, que nos vamos de vacaciones a un lugar paradisíaco; ¿paradisíaco fiscalmente, pare?”- pero como esta película no es en blanco y negro sino en negro a secas, en dinero negro (presuntamente), no hace falta que salga López Vázquez haciendo de padrino porque no es una historia de padrino sino de patriarca, el jefe de familia con su legión de emprendedores de éxito.
A ver, los comparecientes, que vayan pasando. Jordi Pujol padre, Marta Ferrusola, Jordi hijo, Oriol, Josep, Oleguer, Marta. Convocados todos para dar respuesta a las sagaces preguntas que, sin duda, les irán planteando los diputados de la comisión de investigación del Parlamento de Cataluña. En una inusual muestra de diversidad temática, el Parlament será capaz de ocuparse de otra cosa que no esa la consulta, la ley de consultas, la querella por la consulta y la hipotética futura consulta en forma de elecciones anticipadas. A partir del lunes, ardua investigación a la familia: empezando por la herencia que Florenci Pujol dejó en secreto a su hijo (perdón, “herencia” no, donación, como la llama ahora Pujol para evitar presentar papeles), y siguiendo por todos los otros casos en los que aparecen investigados los hijos del patriarca.
Saldrán Andorra, saldrá Suiza, el trasiego de dinero de unos países a otros, y saldrá, sobre todo, la permanente sospecha sobre el origen de tanta fortuna: si es mera casualidad, o es más bien causalidad, lo que explica que haya hecho negocios tan rentables y tan redondos todos los hijos de quien gobernó Cataluña, y su partido, durante tantos años y decidiendo tanta adjudicación y tanto contrato público. Si el caso Pujol, como dice Albert Rivera, es, en realidad, el caso Convergencia, entonces sí, cabe ponerle de subtítulo a esta comisión de investigación el 3 por 100.
Pero La Gran Familia, como recordáis los seguidores de Cine de barrio, tuvo secuela. Se llamó “La familia y uno más”, y también llegará al Parlamento autonómico: la familia y una más, que se llama Alicia. El PP tendrá que tragarse el sapo de ver a Sánchez Camacho, su lideresa catalana, respondiendo también ella a sagaces preguntas relativas a La Camarga, el restaurante espía.
Aprueban los grupos, con el PP en contra se entiende, que se haga pública la transcripción de la conversación que se grabó entre ruido de cubiertos entre Sánchez Camacho y Victoria Álvarez, la ex novia (de Jordi Pujol, de Jordi Pujol hijo). La lista de comparecientes va más allá, por tanto, de la familia directa para incluir a ex amigos y conocidos. Sánchez Camacho, Victoria Álvarez, José Zaragoza, Francisco Marco (caso Método 3, los detectives), y Moragas y Cospedal y el director del CNI. Último invitado al bautizo, Montoro, que también será convocado.
En estas comisiones parlamentarias lo que busca cada uno de los grupos, como la historia acredita, no es tanto averiguar nada nuevo como poner en apuros al adversario político. Esto siempre es así: si tú pides que comparezca Pujol yo me pido a Cospedal, si tú pides Millet yo pido Fernández Díaz. Sólo hay que ver qué grupo ha votado en contra de cada petición, y qué otros grupos le han echado una mano, para comprobar de qué va la cosa y hasta qué punto es variable la geometría parlamentaria: el PP ha votado en contra de que vayan Montoro y Cospedal, claro, pero también los socialistas;el PSC en contra de que se cite a los implicados en la operación Pretoria, la que salpica a cargos de ese partido y lo ha hecho con ayuda de Convergencia; Esquerra y PSC se han unido para evitar que sea citado José Montilla, ex presidente del tripartito; y Convergencia se ha quedado sola oponiéndose a que comparezcan los Pujol porque en una comisión de investigación sobre lo de Pujol (aunque técnicamente la hayan llamado “comisión sobre el fraude”, técnica de camuflaje) quedaría raro que la familia se escaqueara.
La votación más interesante, en todo caso, ha sido la que afecta a Artur Mas, presidente en ejercicio, heredero político de Pujol y consejero (que fue) de su gobierno. La pedían Ciutadans, Iniciativa y la CUP. Se han opuesto Convergencia, Esquerra y PSC. Y, atención, el Partido Popular se ha abstenido. Sánchez Camacho, que en las últimas semanas se ha cansado de pedir que Artur Mas explique qué sabía de la herencia de Pujol y que pidió ella misma la comparecencia del president, hoy se ha abstenido.
¿Dará mucho de sí esta comisión? ¿Será capaz el Parlamento catalán de hablar de algo que no sea la consulta durante mucho tiempo? Pues todo va a depender de cómo lo vea Mas. Porque para terminar de un plumazo con este desfile familiar sólo tiene que estampar una firma en el decreto de disolución del Parlamento autonómico, es decir, convocar las elecciones anticipadas.
Ésta es la potestad que siempre le queda a Mas y la que le vale lo mismo para mantener engrasada la maquinaria de su movilización soberanista que para librar a su mentor (su mentor, la señora de su mentor, la prole de su mentor) del incómodo examen con cámara y micrófonos. Para la semana que viene tiene convocada el presidente catalán a la prensa: presentará esto que pretenciosamente se llama la hoja de ruta. Es decir, que contará qué se le ha ocurrido ahora y si termina, o no, de poner el huevo. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tendrá, también, que poner el suyo. Porque la fiscalía presentó a las doce y veinte minutos de esta mañana la querella.