opinión

Monólogo de Alsina: "Los médicos grabando vídeos enseñando cómo buscarse la vida y, en Moncloa, con ruedas de prensa que se hacen bola"

Diario de la pandemia. 20 de marzo. Ya queda un día menos para dejar todo esto atrás.

Carlos Alsina

Madrid |

· Ha empezado la primavera. Y ya está. Lo anoto el diario. Pero sé que no va a cambiarnos la vida. La vida ya nos ha cambiado. Y el invierno, por más que empiece la primavera, este año se prolonga.

· Ahora entiendo a Mateo Renzi, el italiano que fue primer ministro. Esto que dijo hace nueve días. 'Amigos españoles, no cometan los mismos errores que nosotros y tomen ya medidas'. Me temo que ya es un hecho histórico indudable: los cometimos.

· Me ha escrito Jorge, al que no conozco. Él a mí, sí. 'Te escuché por primera vez', me dice, 'en la segunda temporada de La Brújula. Era un chaval de veinticinco años que viajaba de Málaga a Almería. Hoy tengo cuarenta, casado y con una hija de diez meses. Ha sido mi primer día del padre. Te escuché contar ayer, mientras desayunábamos en casa, la historia de la abuela peque, los ojos azules más bonitos de Madrid que se han cerrado. Intenté disimular, pero mi mujer, que se da cuenta de todo, notó que me emocionaba y me besó. Luego vino con la niña en brazos y me dio un regalo por el día del padre. Un cuento infantil sobre las aventuras de una hija... con su padre. Y ahí me rompí del todo. Agradecido. Me decidí a escribirte por primera vez en catorce años para contarte que esto es, para mí, lo importante. Disfrutar del tiempo con mi mujer y mi hija'.

· En Asturias dan cada año un premio al pueblo ejemplar. En Albacete, no me consta. Pero me han hablado de un pueblo que puede ser un ejemplo. Me lo cuenta Dani, que es oyente de Madrid pero creció en Montealegre del Castillo. Dos mil habitantes. Pueblo agrícola y tapicero. El sofá que tienes en casa igual lo hicieron allí. Los agricultores han ofrecido los tractores para desinfectar por turnos las calles del pueblo. Y las fábricas de tapizados han empezado a cortar las telas para hacer batas y mascarillas con destino al hospital de Albacete. Las cosen en las casas del pueblo. Opino que esto es lo que debería conseguirse en todo el país: hacer compatible la cuarentena con tener las máquinas funcionando para fabricar armas contra la epidemia. Armas que son batas. Y gafas. Y guantes.

· Elena habló anoche con una amiga médico de Madrid. No me cuenta lo que le dijo, pero sí la sensación que ella tuvo al escucharlo. 'Mi amiga es fuerte como una roca y se me ha echado a llorar. Le faltan horas, le faltan manos, le faltan medios. Tengo el alma encogida después de escucharla'.

· Estos días tengo dudas sobre lo que debemos destacar más en el programa. Tengo la duda de si hay que moderar la crudeza o hay que poner el foco en ella.

Nos dejó un poco tocados la intervención de la portavoz de las residencias de mayores, ayer. Esta frase tan corta que resume tantas horas de ansiedad y tantos casos. Personas de ochenta años que se ponen malas en las residencias y a las que no acuden a recoger las ambulancias. Los enfermos empeoran, el aislamiento no existe, llega la muerte y se ahoga en el desánimo el resto de los residentes. Y sus familias. Cada vez que lo digo pienso en Ángeles, en la mañana de hace ocho días (que hoy me parecen ocho años) cuando estábamos emitiendo desde la calle, a la puerta de la residencia donde tiene a su madre y a su suegra. Me contó lo que estaba sufriendo el suegro al no poder visitar a su mujer. No sé si existe una manera de proteger en esta situación los estados de ánimo. Un plan de estímulo familiar, que refuerce el ánimo del suegro, de la suegra, de la madre, de Ángeles, de su marido y de los críos, que son los nietos.

· En las crisis aprendemos términos que el resto del tiempo sólo entienden los profesionales de un sector. Cuando la crisis financiera de 2008 recuerdo que aprendimos subprime y default, además de spread y otros palabros en inglés. En esta crisis de ahora hemos aprendido ya un acrónimo: EPI. Los EPI son los equipos de protección invidual. O sea, la bata plastificada, la mascarilla, las gafas anti salpicadura, los guantes.

· La noche del martes me contaron que una médico de Madrid había pedido a sus vecinos de urbanización que le lanzaran rollos de bolsas de basura para poder impermeabilizar las batas. 'Echadme lo que tengáis que ya luego yo me apaño'. 'Mejor bolsas de jardín, que el plástico es más gordo'. Me estremeció. Una cosa es contar que escasean los EPI y otra oír a una doctora pedirte bolsas de basura.

· En tuiter vi ayer que Alberto, otro médico, difundía un vídeo para sus compañeros: cómo plastificar las batas verdes con papel film. Y aparece ahí un médico con su bata y sus guantes mientras otro le extiende el papel film desde el hombro hasta la rodilla y corta con la tijera. Luego otro trozo, y un tercero, solapándose el nuevo con el de antes hasta cubrir todo el frontal de la bata. Y el remate: una vuelta de papel en torno al pecho para que se quede todo dijo al cuerpo.

Leo algunas respuestas al vídeo:

'Como idea me parece buena, pero llegar a esto me tiene desconcertado, atónito y cabreado'.

'Es una solución rápida y fácil. Pero me parece penoso que tengamos que recurrir a esto en vez de a un EPI como dios manda'

Y éste de María José, que me representa: 'ojalá fuera un vídeo fake'. Eso pienso yo. Ojalá fuera un sketch del programa de Buenafuente.

· Lo comento con otro médico y me pasa un vídeo de Getafe. Tutorial para fabricarse un mandil con una bolsa de plástico de las grandes que se usan para el jardín.

Médicos grabándose vídeos para enseñar a otros médicos cómo buscarse la vida para no naufragar en la precariedad. Y entonces me acuerdo de la rueda de prensa en la Moncloa y los discursos campanudos se me hacen bola.

· Estoy deseando ver a algún ministro que comparezca sólo para explicar los problemas concretos que ese día ha resuelto. Oírle decir: 'Esto, esto y esto ya ha dejado de ser un problema'. En lugar de eso escucho que lo peor aún no ha llegado, que la coordinación funciona de maravilla, que va haber medios y contrataciones. Va a haber. En español significa que aún no los ha habido.

· Seguí con interés la comparecencia de Pablo Iglesias con el ministro Illa. Cuando empezó, pensé que era para dar alguna noticia. Alguna medida nueva. Alguna prueba de que está sirviendo lo que hacemos. En su lugar, Pablo soltó un discurso. Frases y frases sobre el decreto que el martes aprobó el gobierno. Si todo lo comentó ya Sánchez, pierde el tiempo el vicepresidente redundante. Sigo esperando a que diga algo nuevo. Y hay más discurso. Más frases. Le pregunta Oliver, que es el único que puede hacer preguntas ahora en las ruedas de prensa, que si puede concretar el vicepresidente qué se está haciendo para arreglar lo de las residencias. Y responde que su vicepresidencia segunda ha conseguido hablar con el ministerio de Sanidad y están en ello. Se me queda grabado el verbo, hemos podido... qué proeza, me digo, el vicepresidente del gobierno ha conseguido hablar personalmente con el ministro que tiene ahora mismo a su lado. Todo empieza a parecerme innecesario. Tanta palabrería. Tanto actuar como cuando no había una emergencia nacional y los viejos no se nos estaban muriendo.

· Me pregunto si le dice ya algo a alguien tanto discurso. Tantos minutos dedicados a rellenar minutos. A perderlos. A mí me gustaría pensar que los ministros están entregados cada minuto a encontrar soluciones a los problemas. Los imagino como a los ingenieros de la NASA en Apolo XIII: hay una urgencia en el módulo lunar que pone en peligro a los astronautas y hay que inventar la manera de fabricar el filtro que no tienen. El reloj es la mayor amenaza. Y Ed Harris los reúne a todos y les dice: esto es lo que tenemos, con esto hay que solucionarlo ya.

Eso, 'el fracaso no es una opción'. Pero entonces vuelvo a la comparecencia en la Moncloa y es como si Ed Harris hubiera echado la mañana escribiéndose un discurso sobre el carácter social de los filtros de dióxido de carbono y el escudo progresista que han de suponer para los trabajadores del espacio . O sobre la emoción que le produce comprobar que un compañero suyo de equipo tiene corazón y piensa en los pobres que carecen de casa.

Los astronautas, en el módulo, fabricándose batas con bolsas de jardín mientras sus superiores, en la tierra, se miran el ombligo emocionados.

No es tiempo de egos, ni de mítines, ni de seguir perdiendo el tiempo.

Y no pienso perder el tiempo anotando en el diario nada sobre Torra. Salió en la BBC rabiando contra el gobierno de España. O sea, la no noticia.

· Esta noticia sí que quiero anotarla: en Wuhan, China, se cura ya más gente de la que se contagia. De continuar así, podrán decir adiós al confinamiento al empezar abril. Por fases y asegurándose de que el riesgo no vuelve. Ya están organizando cómo se hará. Tres meses después de que todo empezara, es verdad. Pero el día llega.

· Yo sigo entrenando para aprender a quitarme bien los guantes. Nunca se me dio bien ponérmelos. Hace cinco años fuimos Juanra Lucas y yo a ‘El hormiguero’ y Pablo Motos nos sometió a la prueba de enguantarnos a la velocidad del rayo para hacer luego no sé qué cosa. Mi memoria ha borrado el resto de la prueba. Sólo veo mis dedos atascados, el látex que no expande y el reloj que corre. Mira que me lo dijo Alfonso: si te lleva tu tiempo ponértelos en circunstancias normales, imagínate hacerlo en tensión y no tocando nunca la parte de fuera.

· Me he asomado, con los guantes puestos, al canal de youtube donde está colgada la canción de Ombretta Colli y me encontrado a una legión de oyentes de este programa que están escribiendo ahí sus comentarios, como si fuera un libro de visitas. Créeme que he pensado que el señor que lleva el canal debe de estar perplejo con el surgimiento inesperado de tantos seguidores de una cantante que dejó la música en el año 88. ¿Cómo que quien es Ombretta Colli? No me puedo creer que a estas alturas no lo sepas.

· Por cierto, tengo que agradecerle a Ciro que me haya enviado el vídeo que ha grabado del balcón de su casa. Ciro es médico en la Fundación Jiménez Díaz. Ayer, cuando volvía del trabajo caminando por la calle, levantó la cabeza porque estaba sonando una música que le resultó conocida. Lo que vio, al levantarla, fue el balcón de su casa con un cartelón enorme que decía: '¡Felicidades, papá. Gracias por ir todos los días con una sonrisa a ayudar a los que más lo necesitan. Te queremos'. Y asomadas al balcón estaban Rita, que es su hija de año y medio, y María, que es su mujer. María con Rita en brazos y bailando ambas al son del tutto va ben.

Llora, Ciro, llora. Pero cantando mientras lloras. Que es la hora. El momento en que cada mañana los tropecientos mil oyentes de este programa, que estamos todos juntos en salir de ésta, entonamos nuestras tres palabras mágicas. Ya casi es un conjuro para levantar la moral de la tropa. Atentos: Facciamo. Finta. Che.

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