EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: Crimea le ha sabido a poco y ahora va a por la luna

Les voy a decir una cosa.

Crimea le ha sabido a poco. Se quedó con hambre Vladimir Putin y por eso anuncia ahora la conquista de la luna. Dices: se le ha ido la pinza al ruso. Para nada.

ondacero.es

Madrid | 08.05.2014 20:10

El programa de exploración aeroespacial de Rusia prevé establecer una colonia permanente ahí arriba y montar un polígono industrial que sirva para empezar a extraer recursos minerales. Sube a la luna para bajar luego a la mina. Putin le ha echado el ojo a la luna cincuenta y dos años después de que lo hiciera Kennedy. “Elegimos ir a la luna no porque sea fácil sino precisamente porque es difícil”, dijo el presidente norteamericano con aquella facilidad que tenía su equipo de escritores para parir frases redondas.

Hoy Putin seguramente diría “elegimos conquistar la luna no porque sea fácil sino porque ¿quién nos lo va a impedir?” ¿Obama, con su retórica; la Unión Europea, con sus sanciones de la señorita Pepis? La pelea por la explotación mineral de la luna poligoneraya ha empezado. Dices: entonces es por eso que retira Putin sus tropas de Ucrania, para enviarlas al espacio. En realidad no está nada claro que esa retirada de la frontera con Ucrania se esté produciendo. Y desde luego no es para enviar soldados al espacio, antes los envía Putin a KIev: al primer ser humano enviado a colonizar la luna no se le espera hasta finales de esta década.

El timming es éste: en dos años estarían los rusos enviando robots a estudiar la composición del terreno y escoger ubicación para el polígono; para el año 25, primeras misiones con humanos; a partir del 30, a construir empleando materiales lunares. Y sí, la ejecución de las obras corresponderá a empresas privadas (en sintonía, naturalmente, con el Kremlin, sólo empresarios amigos de Putin, al resto se le acusa de corrupción y se le encarcela) que, a cambio de financiar la colonización de la luna, se embolsarán un buen margen de beneficio. Si en el AVE de Barcelona el sobrecoste fue del 230 %, en el primer polígono lunar ni te cuento a cuánto puede ascender el desvío.

Siendo Putin tan influyente entre los separatistas del este de Ucrania que se sienten más rusos que ucranianos, se entiende malamente que le hayan hecho una peineta al presidente ruso ignorando sus instrucciones de retrasar el referéndum independentista. El juego de Putin en estas últimas horas tiene descolocada a la Unión Europea -cuándo no es fiesta-, porque ahora el ruso apoya las elecciones del día 25 en Ucrania y llama a posponer las consultas en el este del país. Raro, raro, raro. Bien es verdad que, a la vez, insiste en que el gobierno ucraniano debe parar la ofensiva contra las milicias prorrusas en Slavianks y en Donetsk.

En esta última ciudad, la autoproclamada República Popular de Donetsk, habrá referéndum el domingo porque, según han dicho sus convocantes, no son ellos ni es Putin quien toma la decisión, sino “el pueblo”. Naturalmente, “el pueblo”, sujeto político y jurídico al que siempre invocan quienes entienden que son ellos quienes mejor lo representan. En el resto de Ucrania se votará el día 25 en unas elecciones en las que aspira el actual gobierno, surgido de la revuelta del Maidán y de un Parlamento condicionado por grupos armados y exaltados, a lograr la legitimidad que, en su origen, no tiene. Va a ser el primer examen real, en urnas, a un primer ministro y un presidente del país (interinos ambos) que han cosechado hasta ahora el respaldo entusiasta (y financiero) de la Unión Europea pero sin alcanzar a controlar realmente la deriva en que se ha metido su país, empezando por la pérdida, de facto, de la península de Crimea y siguiendo por el conflicto civil entre prorrusos y proeuropeos -con extremistas violentos en ambos bandos- en la ciudad de Odesa. Visto lo visto, igual lo más relevante para el futuro de Europa no es el Parlamento europeo que salga de las elecciones comunitarias sino la Ucrania que salga de unas elecciones legislativas en circunstancias nunca antes vistas.

Las nuestras, las elecciones europeas, repetirán -si las encuestas atinan- la mayoría conservadora que ya tenía el euro-Parlamento. El Partido Popular Europeo le ganará por la mínima a los socialistas: “por la mínima” significa que, según las encuestas, 209 escaños serán conservadores y 203 socialdemócratas. Son 751 asientos los que están en juego. Comparando la estimación con lo que hasta ahora existía, el retroceso de los populares es grande (bajan 65 escaños) y el avance de los socialistas, pequeño (apenas 7). En España, hecho diferencial, la última encuesta antes de la campaña anticipa la victoria de la derecha, con peor resultado que hace cinco años, pero atribuye a los socialistas también bajada.

La victoria de Cañete sería muy ajustada (20-21 escaños por 18-19 de Valenciano) y supondría una caída del PP, respecto de 2009, de casi nueve puntos y dos o tres diputados. La caída socialista, también respecto de 2009, sería de siete puntos y dos o tres escaños. Mejorarían su representación IU, los nacionalistas y Unión Progreso y Democracia, pero sin alcanzar a poner en apuros el llamado bipartidismo: cuarenta escaños de PP y PSOE por ocho de IU y UPyD. De las nuevas formaciones que se estrenan en estas elecciones, los recién llegados, la que mayor porcentaje de voto cosecha en la encuesta es Podemos, la lista de Pablo Iglesias, a la que el CIS estima un 1,8 % de los votos y un escaño, el del propio Iglesias. No alcanzaría voto suficiente para obtener representación ni Ciudadanos (formación ya consolidada) ni VOX, la nueva aventura de Alejo Vidal Quadras. Elpidio Silva, en el CIS, ni está ni se le espera.

Ojo, el CIS de las europeas de 2009 atinó con algunos partidos y patinó bastante con otros. Dio mucho mejor resultado que el que realmente obtuvo al PSOE, entonces en el gobierno, clavó el resultado del PP pero en la encuesta no le daba ganador (que lo fue) sino segundo, y se quedó corto en el pronóstico de IU y UPyD. A la primera le daba un escaño y obtuvo dos, y a UPyD no le daba y sacó uno. En cuatro horas empiezan las dos semanas que formalmente se consideran la campaña. La opinión mayoritaria entre los encuestados de 2014 es, dato curioso, que en las europeas conviene votar a un partido distinto de aquel al que se vota en las generales