Los primeros vacunados de diciembre reciben ya la segunda dosis y en diez días serán la avanzadilla de la población que aspira a estar inmunizada, sin necesidad de pasar la enfermerdad, antes de que llegue el otoño.
Hay vacuna y hay vacunación en marcha. Ésa sigue siendo la buena noticia. Casi la única buena noticia.
Salvo sorpresa, el boletín que esta tarde publicará el Ministerio de Sanidad elevará la incidencia de la epidemia en España por encima de los seiscientos casos por cien mil habitantes. Es decir, lo que el propio Ministerio considera escenario de riesgo extremo. La única ventaja es que esta tarde no comparece Fernando Simón y así, al menos, nos ahorramos que nos abronque de nuevo por haberlo pasado demasiado bien estas navidades.
En lo que está ahora el ministerio es en lo contrario que estaba en octubre. Entonces se trataba de apretar a algunos gobiernos autonómicos para que tomaran medidas más duras (cuando Sánchez decretó el estado de alarma sólo para Madrid y para hacer respetar el confinamiento perimetral que su gobierno consideraba impepinable). Ahora es al revés: el Ministerio frena a los gobiernos autonómicos que quieren endurecer más de la cuenta las restricciones (más de la cuenta según el criterio de la Moncloa, que al final es el que manda con cogobernanza y sin cogobernanza). El presidente ha decidido que aquí nadie va a recluir a la población en casa (ni por municipios, ni por provincias, ni por regiones ni por nada) y no se hable más. Ya pueden pedir el paraguas jurídico los gobiernos autonómicos que en esto no hay autogobierno que valga. La cogobernanza es tutelada. A los presidentes autonómicos sobre los que se delegó el poder de tomar decisiones se les deja hacer pero sólo hasta cierto punto. Ni pueden confinar del todo ni pueden estirar como les parezca el toque de queda.
El gobierno de Castilla y León, haciendo una lectura creativa del decreto que está en vigor decidió el viernes que puede modular el toque de queda hasta el punto de hacerlo entrar en vigor a las ocho de la tarde. El decreto dice que empieza a las once y que, como mucho, los presidentes autonómicos pueden adelantarlo una hora. Y en ésas estamos esta mañana: un gobierno autonómico enfrentado al gobierno central por dos horas de toque de queda y un nuevo conflicto jurídico porque la Moncloa ha recurrido ante la Justicia.
Igea, el segundo de Mañueco, le pide a Sánchez que se ponga a la tarea de organizar esto. A Sánchez, que ha debido de perder el gusto por la homilía, ni está ni se le espera.
Hay que ver, estos gobiernos autonómicos que se pasan o no llegan. Que manía en discrepar del ministro Illa, que asesorado por su subordinado Simón no se cansa de decirles que con los confinamientos perimetrales, el toque de queda a las once y las limitaciones a la actividad comercial basta y sobra para atajar los contagios. Dices: es que hay epidemiólogos que defienden que hay que actuar más drásticamente. ¿Y qué? ¿Desde cuándo los epidemiólogos dictan lo que un gobierno deja o no deja hacer? Y dónde quedó aquello de que ‘los gobiernos autonómicos son los que mejor conocer la realidad de su territorio y los que mejor saben lo que conviene’. Ay, cogobernanza, cuántos crímenes de incoherencia general se han cometido en tu nombre.
En la Comunidad de Madrid (700 casos por cien mil) se restringe hoy la movilidad en nuevas áreas y municipios. Lo que pasa es que en la comunidad de Madrid está restringida la movilidad de hecho porque diez días después de Filomena todo sigue a medio hacer, a medio limpiar y a medio ordenar. Sin colegios, por segunda semana consecutiva. Con las calles de medio Madrid cubiertas de hielo y el riesgo que de el miércoles llegue el deshielo, estén los sumidores taponados y las calles se conviertan en canales. Diez días después de Filomena la nueva normalidad es que el metro va hasta arriba de gente y que hoy son gratis los autobuses municipales, esperemos que con límites de aforo para no multiplicar el riesgo de contagiarse de covid.
Y por cierto, en Madrid comienza el juicio por el engaño que urdió una presidenta autonómica de nombre Cristina Cifuentes. Cuando se puso en duda que hubiera realizado su trabajo de fin de máster y su equipo de comunicación (que era el de la presidencia de la Comunidad de Madrid) hizo llegar a los medios como prueba máxima de que la presidenta decía la verdad el acta del examen. Luego se convirtió en la prueba máxima de que todo era mentira, porque las firmas eran falsas y el acta, por tanto, también. Y porque nunca hubo trabajo de fin de máster. La ex presidenta procesada por por inducir a falsificar un documento oficial, nada menos. Sólo cuando crees que el cargo te dota de impunidad eres capaz de llegar tan lejos.
La semana que comienza nos trae una jornada doblemente histórica. Miércoles, 20 de enero de 2021. El día en que Estados Unidos estrenará la presidencia de Joe Biden y el día en que San Sebastián celebrará su día grande sin tamborrada. Con las sociedades gastronómicas cerradas, el toque de queda a las diez y los bares cerrados a las ocho.
Cómo celebrar a San Sebastián en tiempos de pandemia. Ha estado hábil El Diario Vasco porque con la excusa de la fiesta local ha conseguido que acceda a ser entrevistado, por primera vez, el jefe de gabinete del presidente del gobierno, secretario de Estado y secretario del Consejo de Seguridad Nacional y responsable de la Oficina de Estrategia de País y de la Unidad de Seguimiento del Fondo de Recuperación, Iván Redondo. Responsabilidades no le faltan. Tiene poder. En la práctica es lo más parecido a un vicepresidente primero pero sin la fiscalización a que están sometidos los demás vicepresidentes y ministros. Gestiona mucho pero se expone poco.
Tanto que en su primera entrevista desde que está donde está (repito, primera entrevista desde junio de 2018) leemos que Redondo prefiere eludir la cuestiones de actualidad y descubrir su vertiente más personal. ¡Hombre, no! De un jefe de gabinete del presidente, secretario de estado, secretario del Consejo de Seguridad Nacional y responsable de controlar el Fondo de Recuperación Europeo lo que menos nos interesa es su vertiente personal. Interesa examinar sus decisiones. Y para eso lo primero sería saber qué decisiones toma él, qué parte de la gestión le corresponde. Pero de todo eso en sus respuestas no hay ni rastro.
Bromea el entrevistado sobre las conspiraciones políticas de Madrid, celebra lo acogedora que es la ciudad, se extiende sobre el ajedrez, revela que la calefacción de la Moncloa colapsó por el temporal (han puesto estufas), comenta lo mucho que madruga, lo bien que analiza lo que contamos los medios de comunicación a primera hora, cómo hace reuniones rápidas con sus subordinados, y cómo procura llevarse bien con todo el mundo. Ya, ¿y de su gestión como altísimo cargo del gobierno? Ah, no, de eso poco. Le preguntan si es de izquierdas y dice que es humanista. Le preguntan por Pablo Iglesias y dice que le tiene una gran admiración conceptual (en la próxima entrevista que dé hay que preguntarle qué es una admiración conceptual). Bueno, y entonces, sobre el Fondo de Recuperación Europeo y el poder que asume su gabinete en el reparto de ese dineral entre instituciones y empresas. Pues todo lo que dice es esto: 'Si se aprovechan bien los fondos, a España no es que no la vaya a reconocer ni la madre que la parió, sino que no sólo le reconocerá su madre, que por fin se ha hecho mayor, sino que tendrá el reconocimiento también de todos los padres y madres en el sistema-mundo como lo que es: un país admirable'. Y en la foto que ilustra la entrevista se ve a Redondo listo para empezar a tocar el tambor.