opinión

Monólogo de Alsina: "Que conviertan la eutanasia en un intercambio de golpes bajos, es tan miserable que debería abochornarles"

En la cuenta atrás para que se anuncie la cancelación del Mobile. O su reconversión en una feria achicada y casi casi de trámite. Lo que no consiguió el procés, ni los CDR, ni los antisistema, lo va a conseguir un virus. (Un coronavirus al que le han puesto nombre para que dejemos de decir que es de Wuham: ahora se llama covit 19).

Carlos Alsina

Madrid |

La primera compañía de peso en anunciar que no venía fue LG. La última ha sido Facebook. Y entre medias, la AT&T, Sony, Amazon, Ericcson, Intel, Cisco. Es verdad que la feria reúne a más de dos mil empresas y que estas que se han dado de baja son veinte, pero no son compañías cualesquiera. Hay firmas muy potentes que no se han bajado de la feria, Samsung, Telefónica, Vodafone, Deutche Telecom. Y es sobre estas compañías ---sobre todo sobre la anfitriona, que es Telefónica--- donde está ahora puesto el peso de la presión política, que la hay, para que el Mobile no se suspenda. Desde el jueves de la semana pasada no ha habido día en que no haya renunciado a asistir alguna empresa. Es probable que hoy también suceda.

La organización de la feria comunicará el viernes qué planes tiene. A esta hora de la mañana del miércoles, 12, el Mobile sigue convocado pero el silencio que en las últimas horas mantienen los organizadores confirma que se le está dando una vuelta. Tanto el gobierno catalán, como el de la ciudad de Barcelona, como el gobierno central sostienen (y martillean) que no va a ser cancelado.

Pues de momento, no. Pero también la Organización Mundial de la Salud va corrigiendo sobre la marcha sus análisis y sus decisiones. E igual debería explicar mejor qué le lleva a corregir no sólo las decisiones sino, sobre todo, el tono que utiliza para anunciarlas. Porque si algo abona el terreno para que arraigue el miedo es, en efecto, la ignorancia. Pero si algo acelera luego ese miedo, y su contagio, es la creencia de que algo no encaja. Por ejemplo, que siendo un virus menos letal que otros y que casi dos meses se ha cobrado la vida de mil personas en un país de 1.300 millones de habitantes, proclame el director general de la Organización, señor Adhanom, que el covit 19 es el enemigo público numero uno del mundo.

La Organización Mundial de la Salud hizo su primera declaración sobre el coronavirus de Wuham hace dos semanas. Y fue para negar que se dieran las condiciones para considerar que hubiera una crisis de salud internacional. Ahora sube el tono, descarta que pueda haber vacuna hasta dentro de un año y medio y reclama a los gobiernos que sean agresivos contra la enfermedad. Cuando el tono, dramático, no se compadece con los datos oficiales que se dan a conocer cada día, la desconfiaza se dispara.

Salvo que se produzca un acontecimiento inesperado que trunque la legislatura, el Parlamento que salió de las urnas de noviembre aprobará la ley que regulará la eutanasia (en la práctica, que la despenalice) y ésta entrará en vigor este mismo año.

La ley estará vigente y no se disparará el número de pacientes que solicitan poner fin a sus vidas ni se reducirá de forma drástica el gasto hospitalario en cuidados paliativos. Es más, arriesgando en el pronóstico, una vez que la ley esté en vigor, y si alguna vez vuelve a haber un gobierno del PP, no la derogará, como no derogó la ley de plazos, ni la ley del matrimonio homosexual, ni la ley del tabaco pese a la fiereza con que en la oposición las combatieron. En el caso de que llegue a haber un gobierno de Vox ya no sé, porque de Vox no hay manera de saber cómo gestionaría un gobierno.

La ley de la eutanasia ya ha sido debatida varias veces en el Parlamento español y si aún no ha salido adelante es porque se disolvieron las Cortes antes de que la tramitación se completara. El debate en la sociedad española no es nuevo (el caso Ramón Sampedro es de hace veintidós años) y es un debate que las asociaciones de pacientes, los médicos, los juristas, los ciudadanos corrientes hemos sido capaces de tener con la seriedad, la racionalidad y el respeto por la diversidad de opiniones que los diputados del Congreso son incapaces de tener cada vez que este asunto se debate.

De modo que no se esfuercen sus señorías porque no van a convencernos de que la mitad de los ciudadanos de este país son exterminadores que ansían matar enfermos porque sí, y la otra mitad son sádicos que disfrutan viendo sufrir a quienes no quieren seguir viviendo.

No, no es cierto que los promotores de la ley de eutanasia (más de la mitad de la cámara la apoya) lo hagan porque quieran ahorrarle dinero al Estado dejando que la gente se muera, como sostiene el diputado del PP Echániz. Por supuesto, no son nazis que se están inventando una forma de exterminar, como disparata la diputada Monasterio, de Vox. Y no, los que se oponen a la eutanasia no es porque le desen lo peor a quienes sufren, no es que se jodan, como sostiene el diputado de Podemos Echenique.

Que un asunto tan serio lo conviertan en un intercambio de golpes bajos resulta tan miserable que debería producirles bochorno.