El monólogo de Alsina

El monólogo de Alsina: "Frena, Cañete, que hasta el rabo todo es toro"

"Cholo soy y no me compadezcas”. Luis Abanto Morales es un cantante peruano que lleva toda la vida cantando una especie de himno indígena que dice "nosotros los cholos, no pedimos nada, pues faltando todo, todo nos alcanza".

ondacero.es

Madrid | 22.04.2014 20:13

El término “cholo” tuvo en origen, y en muchos países hispanos, una connotación despectiva. Simeone, que no es peruano sino argentino y se llama Diego Pablo, ha elevado, por el contrario, la palabra “cholo” (el cholismo) a la categoría de orgullo máximo. Cholo soy y a mucha honra”, podría ser el himno de la afición colchonera. Baja color rojiblanco el agua del Manzanares en la virgen del Puerto. Hasta Esperanza Aguirre, que siempre ha sido muy de Mourinho, reconoce que el cholo ha puesto en pie un enorme equipo. En cuarenta y cinco minutos comienza el duelo en Onda Cero: el Chelsea en el Calderón, Mou frente a Simeone o, en resumen castizo, el chulo frente al cholo. La doctrina del partido a partido (versión futbolera del paso a paso y día a día) ha hecho fortuna más allá del fútbol. No despreciar al adversario y jugar cada encuentro como si fuera el último. Hoy se lo vinieron a decir a Cañete en la sede de su partido: no te confíes, Miguel Arias, que no hay enemigo pequeño aunque se llame Valenciano. Hay quien ve al candidato-y-aún-ministro demasiado sobrado en el arranque oficioso de la precampaña. Esto que hoy dijo donde Susanna Griso: “Me voy a divertir muchísimo si Valenciano quiere hacer campaña sobre temas nacionales”. Sólo le faltó decir “yo a esta señora me la meriendo”. “Frena, Cañete, que hasta el rabo todo es toro”, dicen algunos de los suyos. El autobombo nunca fue garantía de triunfo. Entregado a su condición de pluriempleado, Arias ejerce de ministro mientras Cañete hace ya campaña. “Me interesa convencer a los españoles de que vayan a votar”, dijo esta mañana. Media verdad, Cañete. Le interesa convencerles de que vayan a votar ¡al PP! Si la participación es del 90 % y gana de calle Valenciano no parece, ¿verdad?, que le vayan a hacer un monumento al estratega. En realidad lo que está diciendo el ministro es que el temor de la dirección de su partido es que la parroquia popular, disgustada con el gobierno por sus incumplimientos de programa, pase olímpicamente el 25 de mayo de ir a votar. En los cálculos populares una baja participación significa un mal resultado, para ellos, se entiende, de ahí que Cañete ande abonado a esta idea de que es importantísimo ir a votar, no por él, por el bien de España. Se le aparecerá Cañete en la puerta de casa esa mañana: vamos, vamos, señora, que hay que ir a votar porque yo lo valgo. Las encuestas, en su mayoría, dan ganador al PP, pero alguna hay que prevé una victoria socialista, y partir de favorito ante un encuentro decisivo no siempre ayuda. Valenciano asume el papel de pupas -en un partido que hace tiempo está ayuno de alegrías- y confía en

rentabilizar en campaña el exceso de autoestima de su adversario. Aunque el PP, o sea, el gobierno, insiste en que quiere hablar de cuestiones europeas, de lo que está hablando a diario es de la situación económica de España: en lugar de decir “estamos creando empleo neto” dice “uno de cada dos empleos que se crea en Europa es español”, y así parece que se habla, en efecto, de la realidad europea. El PSOE le dará la vuelta al mismo asunto y dirá que siendo la media de paro en la zona euro del 12 % es la España que gobierna Rajoy quien más eleva la media con su 26 %. Como ocurre cada cinco años, se aferran ambos a este cuento chino de que hablan sólo de Europa para colmar los mítines de ataques al adversario por los temas habituales: los recortes, el estado del bienestar, la herencia recibida, el aborto y el estado de las autonomías. Eh, que estamos hablando de Europa. Ya, pero siempre habrá una percha para relacionar Europa con la consulta de Artur Mas y el Aberri Eguna de Urkullu. Si no, de qué va a hablar el ministro de Exteriores, García Margallo. Tanto hablar de las desavenencias internas entre los de Convergencia y los de Unió, y quien sigue perdiendo fuelle es el Partido de los Socialistas de Cataluña, Kramer contra Kramer, el PSC contra el PSC. Para tener fama de ser el nuestro un país en el que nadie dimite, hoy se han producido diez dimisiones de golpe. Todas de cargos orgánicos y en la dirección del partido en Girona. Empezando por el presidente de la ejecutiva en esa provincia, Joaquim Nadal, ex consejero y portavoz del gobierno tripartito de Montilla. La rebelión interna contra el sufrido, y escasamente carismático Pere Navarro, viene de lejos: este último episodio que desemboca hoy en la renuncia de la dirección provincial empezó con el cambio de criterio de la cúpula socialista sobre lo que había que votar en el Parlament cuando se debatiera si debía solicitarse a las Cortes la competencia para convocar una consulta. Se rebelaron tres disidentes que reclamaron su derecho a votar en conciencia y en coherencia con el programa electoral, Pere Navarro les metió un correctivo y ya entonces Nadal y otros avisaron de lo poco que les gustaba la deriva. “Nadie puede tirar por la borda el pasado y la historia del PSC”, dijo Nadal, en alusión a la postura manifestada por dirigentes históricos del partido en favor del derecho a decidir. Los rebeldes de Girona, los diez dimisionarios, ven a Pere Navarro como un líder fallido, un aguador de las esencias del PSC, el hombre que se rindió a las presiones de Rubalcaba y espantó a organizaciones sociales que, en tiempos de Maragall o de Montilla forjaban alianzas con el partido y aportaban independientes a sus listas. En resumen, una enmienda a la totalidad a la gestión del actual secretario general que, de momento, lo que busca es forzar un congreso extraordinario del partido en Girona. La misma herida que viene sufriendo estos últimos años el Partido de los Socialistas de Cataluña, pero agravada, o ahondada, o con irritación añadida. La frase que pronunció Rubalcaba al comienzo de su intervención en el debate parlamentario sobre la consulta y el derecho a decidir, tan valorada y aplaudida por el PSOE, levantó ampollas en algunos sectores del PSC. La frase fue: “hablo en nombre de los diputados del PSC. Somos socialistas, no nacionalistas”.