opinión

Monólogo de Alsina: "El Gobierno que presume de escuchar está suspendido en empatía"

Diario de la pandemia. Primero de mayo. Ya queda un día menos para dejar todo esto atrás.

Carlos Alsina

Madrid |

· Hoy se celebra el día del trabajador confinado. Del trabajador con el empleo suspendido por un ERTE. Del autónomo que aún no sabe si va tener clientes a quienes ofrecer sus servicios profesionales. Hoy se celebra el día del trabajo, del teletrabajo y del trabajo presencial que requiere de mascarilla, guantes y gafas protectoras. Hoy se celebra –-y celebrar es una manera de decirlo— que mayo está más lejos de marzo que el mes de abril. Más lejos de los peores días que hemos vivido.

· Hoy es el día del Trabajo en un país que nunca fue capaz de corregir la brecha que nos separa de Europa. Tanto en los tiempos de prosperidad, que los hemos tenido, como en los tiempos de crisis, que los hemos sufrido, nuestro paro ha sido el doble de las demás naciones europeas. Nuestro hecho diferencial –-duele decirlo— no es el sol, ni el disfrute, ni la dieta mediterránea. Es el empleo. Y lo rápido, y lo profundo, que es el efecto en el empleo de una caída de nuestra actividad económica.

· Hoy es el día del Trabajo en un país que sumó trescientos mil parados nuevos en marzo, que tiene a más de dos millones de trabajadores con su empleo suspendido y que ha caído más de un cinco por ciento en el primer trimestre del año.

· La epidemia va estando controlada. Los números de la epidemia siguen bajando. El doble de altas hospitalarias que de nuevos contagiados. La inyección de ánimo que eso supone (el poder salir a la calle un rato, el poder hacer deporte ya mañana) convive con la preocupación creciente por los comercios, las pequeñas empresas y los empleados que pueden despeñarse en esta desescalada. Cada vez hablaremos menos de la curva del covid y más de los indicadores económicos. Recuerdo que hace dos meses te conté que hubo un tiempo no tan lejano en que los programas como éste empezaban cada día contando la prima de riesgo, las emisiones de deuda, el cierre de empresas, los ajustes, los recortes y las dos palabras malditas, las dos erres: recesión y rescate.

· Creo que no estuvo fina ayer la vicepresidenta cuarta. Lo de quien no esté cómodo que no abra sonó a que esto son lentejas.

Al que no le salgan las cuentas con un 30 % de clientela, que siga cerrado. ¿Hasta cuándo, ministrra? ¿Hasta la fase 3? ¿Hasta la cosa ésa de la nueva normalidad que se han inventado? No sabíamos hasta ayer por la tarde cómo se organizan las salidas de mañana, como para hacer previsiones de cuándo y cómo será la normalidad ésa de la que usted me habla. Los pequeños empresarios no quieren sentirse cómodos. Lo que quieren es que se les diga que pueden mantener los ertes e ir recuperando sólo a los empleados cuyos salarios puedan ir pagando. El gobierno que escucha está suspendiendo en empatía.

· Mañana empieza lo de las franjas horarias. No, lo de las fases no. Lo de las fases empieza el lunes. Lo de las franjas, mañana. Y hoy... la verdad es que hoy no empieza nada. Si vives en un pueblo de menos de cinco mil habitantes te libras de esto de las franjas horarias. Que consiste en que los niños sólo pueden salir de doce a siete, los viejos de diez a doce o de siete a ocho y los que hacen de-porte o tempranito o a última hora. No quiero pensar en el estrés de los policías locales desde el lunes, fase cero. Teniendo que velar para que no nos amontonemos, no haya niños antes de hora, ni viejos a partir del mediodía, ni runners con retraso o con adelanto. No quiero pensar en el policía local que se encuentre cada hora del día con una misma persona: es que ahora estoy corriendo, es que luego acompaño a mi abuela, luego salgo a pasear con el niño, luego voy al supermercado, luego he quedado con el restaurante para recoger la paella, luego con el ferretero (que le he encargado unos tornillos), luego tengo hora en la peluquería, luego vuelvo al restaurante a por la cena. Lleva usted todo el día en la calle. Sí, señor, todo autorizado. Y ahora ya me vuelvo a mi casa que van a ser las ocho de la tarde y no quiero saltarme lo de los aplausos.

· Noruega es un país pequeño, de cinco millones y medio de habitantes, que tiene rey, como nosotros, pero no forma parte de la Unión Europea. Se han contagiado de coronavirus siete mil personas y han fallecido doscientas. No llegó a decretarse el confinamiento aunque sí se recomendó a la población evitar la calle y se cerraron los colegios. Esta semana han reabierto. Por ejemplo el colegio de Oslo en el que da clase Marta, que es de Valencia, tiene 31 años, y vive allí desde hace seis años. 'Tengo un marido vikingo', me dice, 'de esos rubios de dos metros. Y una nena de tres años de nombre Sara Johanne'. Este año aún no ha podido ver a los abuelos. Ni a su tío. Ésta ha sido la semana más especial desde que empezó la pesadilla en Noruega porque han vuelto a clase los críos de primaria. Los profesores tienen una larga lista de tareas que hacer para desinfectar las aulas y eliminar los riesgos, pero se han conjurado todos para que el regreso fuera vivido por los niños como una fiesta. Marta se pone el Facciamo justo antes de darles los buenos días. Mira cómo termina su carta: 'Si antes la risa de los niños era magia, ahora me resulta terapéutica'.

· Suecia también es un país pequeño, diez millones de habitantes, el doble que Noruega. Doble de habitantes y triple de personas contagiadas. Dos mil quinientos fallecidos frente a los doscientos noruegos. Quizá has oído hablar de Suecia estos días porque allí no sólo no ha habido confinamiento, sino que han permanecido abiertas las escuelas, los restaurantes y las tiendas. Sus números son peores que los de los países vecinos, pero el gobierno sostiene que, a la larga, su receta es más efectiva porque las normas que se están aplicando, distancia social y que los mayores permanezcan en casa, son más fáciles de mantener que las prohibiciones estrictas que hemos tomado en casi todos los demás países. En términos económicos, el deterioro sueco es menor que el de sus vecinos porque no han parado.

· Entre los cientos de estudios que habrán de realizarse cuando salgamos de ésta (sobre la eficacia de los gobiernos, la rapidez en las medidas, las causas de que unos países tengamos números tan demoledores) estará éste: comparar qué pasó allí donde el confinamiento fue estricto y allí donde nunca se produjo. Hoy es aventurado sacar conclusiones porque aún estamos sacudidos por la marea. Pero en Suecia también hay expertos que asesoran al gobierno. El Fernando Simón de allí, tan aplaudido y criticado como el de aquí, tiene recetas distintas y no por ello deja de ser presentado por el gobierno de allí como la autoridad en la materia. Ser epidemiólogo, como ser científico, no significa que tengas que coincidir punto por punto con los demás profesionales de lo tuyo. Aunque los gobiernos este aspecto prefieran pasarlo por alto. El sueco, por cierto, como el de aquí, también pensó al principio que la epidemia se quedaría en China. Infalible sí se ha demostrado que no es ninguno.

· En los primeros días de la crisis recogimos aquí la frase de la doctora Brañas: el muro de las especialidades médicas había caído porque todos los médicos eran del comando anti covid. Pascual, que es anestesista, del Ramón y Cajal, me habla del talante con el que han afrontado la enfermedad los pacientes de las unidades de cuidados críticos que creó el servicio de anestesiología. El de los enfermos y el de los familiares en casa, sufridores en casa se decía en el 'Un, dos, tres'. Tanto las familias de quienes se curaron como las de aquellos 'a quienes no pudimos sacar adelante'. Guarda un recuerdo especial de Juan Manuel, que llegó a estar grave e intubado. El día que mejoró y pudieron extubarle llamaron a casa para informar de que ya no necesitaba ventilación mecánica. Quien atendió el teléfono les contó que la esposa de Juan Manuel había fallecido. 'No fuimos capaces de decirle la verdad porque estaba muy delicado, él nos preguntaba y le decíamos que se centrara en mejorar'. Le dieron la fatal noticia cuando pasó a planta. 'No llegamos a explicarle cuánto lo sentíamos'.

· En los primeros días de la crisis hablamos con estudiantes de último año de enfermería que se apuntaron para echar un cable en los hospitales. Primero mucha tarea administrativa y luego, todo lo que fueron aprendiendo. Ahí siguen, echando horas. Me lo recuerda Manuel, de Talavera de la Reina, que tiene a su novia Patri trabajando en un hospital madrileño.

Bendita sea la locura. Y benditos los locos que heredarán el puesto de los médicos y enfermeros que llevan años trabajando.

· Benditos los oyentes con piano de este programa que se animan cada día a enviarnos su propia interpretación del Facciamo. Ésta me ha llegado desde Calpe y el autor es José María.

· Primero de mayo de 2020. Sé que hay familias que hoy lloran la muerte de alguno de sus miembros en las últimas horas. Sé que Carlos Rodríguez, la voz de 'Como el perro y el gato' perdió ayer a su madre. Cuando hoy facilite el gobierno el número de personas fallecidos de las últimas veinticuatro horas sabremos el nombre de una de ellas: Fe. Y sé también que en Galicia, Cantabria y Murcia nadie murió por el coronavirus en las últimas veinticuatro horas. Ambas situaciones juntas describen cómo estamos empezando mayo. El duelo por el daño irreparable y la confianza en que pronto podamos contar que la epidemia remite en España.

. Alba es jugadora de fútbol en Italia. Y cada día escucha el Facciamo a la vez que su familia, que está en Madrid. Se graduó como maestra de primaria, tiene 28 años, pero como no encontraba trabajo de lo suyo decidió probar a ganarse la vida con lo otro suyo, que es el fútbol. Juega en la serie A2 de fútbol sala y ahora está la cosa complicada porque los patrocinadores han dejado de pagar al equipo y el equipo ha dejado de pagarla a ella. Vive en la incertidumbre total. Pero por la mañana se pone el Facciamo aunque su compañera de piso no termine de entender por qué le importa tanto una canción tan simplona. Yo sí lo entiendo. Es la canción que hace que Alba viaje a su casa de Madrid cada mañana. (Madrid, donde hoy se clausura el hospital de campaña que se levantó en Ifema).

· Para celebrar que hoy es día de fiesta presentamos a la cantante más joven que hasta ahora se ha atrevido a versionar el Facciamo. ¿Nombre? Erika. ¿Lugar de residencia? Badajoz. Dirige la orquesta: su madre.

· Lola, que es una cantante madura de Córdoba, ha elegido para su actuación el estilo paradiña. Escucha.

· Qué bien los vais a pasar los maestros de primaria cuando todas estas criaturas canten a coro el Facciamo antes de la asamblea en el aula.

Bueno, eso ha pasado mucho, Martina. Es una canción que la primera vez no te dice nada, pero cuando la has escuchado a las ocho y cuarto de la mañana treinta y cinco veces en siete semanas, pues qué quieres, que te vas a haciendo a ella. Y asomas la cabeza, así, por la ventana, ves el día de fiesta tan prometedor que está empezando e incluso en Galicia, donde va a estar nublado hasta después de comer te parece que el cielo está tan azzurro como en agosto. Todo es cuestión de hacer ver que todo va bien.Facciamo. Finta. Che.

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