Monólogo de Alsina: "Será la investigación judicial la que establezca si hay base para sospechar que el rey de antes hizo negocio ilícito"
Ignoro quién tiene el copyright, pero hay que reconocerle el ingenio. El ‘corinavirus’ le ha llamado alguien a lo de las comisiones pagadas por el gobierno saudí que presuntamente habría cobrado el rey Juan Carlos cuando aún reinaba y que habrían sido camufladas en una Fundación que no era tal y a través de dos testaferros. O tres, porque Corinna Larsen habría sido servido también de tapadera. El dinero del gobierno saudí lo ingresa esta fundación, Lucum; ésta se lo transfiere años después a Corinna y la fundación se disuelve.
Madrid |
Ya contamos ayer que ésta es la sospecha del fiscal suizo Bertossa, que es quien dirige la investigación judicial abierta en aquel país. Y que la fiscalía anticorrupción española se ha interesado por el fruto que va dando esa investigación y los documentos que puedan probar las sospechas. A eso se añade hoy lo que cuenta eldiario: que un portavoz de la amiga entrañable, cuya identidad no revela, le ha hecho saber al periódico que ella ha contratado un abogado para denunciar en el Reino Unido al rey emérito y a otras personas. ¿Denunciarle por qué? Pues según esta información, por el acoso que Corinna dice haber sufrido para que guardara silencio y no enredara. Le recuerdo que todo esto, como lo de las cuentas tapadera lo contaba la propia Larsen en la conversación aquella que le grabó Villarejo y que al principio generó dudas sobre si era ella o no era ella. Luego ella misma confirmó que sí que era pero rechazó que tuviera papel alguno en el camuflaje del dinero.
En su día, la justicia española archivó el asunto de las grabaciones de Villarejo a Corinna, pero está abierta la investigación en Suiza y está abierto el caso Villarejo en la Audiencia Nacional. Si ahora además se abre un procedimiento judicial por presunto acoso o intimidación en el Reino Unido, el corinavirus puede expandirse más de lo que el gobierno de ahora, y la jefatura del Estado de ahora, esperaban.
Al lío, añádanle que dentro del gobierno de ahora hay –-también en esto— dos almas: la del PSOE, que prefiere que no se remueva nada sobre el rey de antes, el CNI y Villarejo; y la de Podemos, que lleva intentando, desde que se filtraron las grabaciones aquéllas, que el tema tenga altavoz permanente en el Congreso. ¿Cómo? Creando una comisión de investigación. Y utilizando un argumento que ellos saben que no es cierto pero que reutilizan cada vez que surge alguna novedad en los medios.
No es cierto por dos razones: una, que la democracia moderna que es España sí que se puede permitir las sospechas sobre el anterior jefe del Estado. De hecho, se las lleva permitiendo desde mucho antes de que saliera aquella grabación de Corinna. Lo de las comisiones del AVE a la Meca pulula por ahí desde el año 2010, por lo menos. Y segunda razón, que lo que Podemos pretende hacer en el Congreso no es investigar nada (no ha habido una sola comisión parlamentaria que haya aportado revelaciones sobre ningún asunto); lo que pretende es convertir el coronavirus en un serial político con capítulos nuevos cada semana: que desfilen por allí Corinna, Villarejo y Sanz Roldán. Esto es lo que no va a suceder porque el PSOE, compañero en el gobierno compañero, se va a encargar de que no suceda.
Será la investigación judicial (o en plural, las investigaciones judiciales) las que establezcan si hay base para sospechar que el rey de antes hizo negocio ilícito aprovechando su cargo y si cabe reclamarle responsabilidades penales de algún tipo. Y en eso sí tiene razón Podemos: lo que hubo, que se sepa. Y las responsabilidades, que se exijan. No cabe alegar que aquellos eran otros tiempos.
El gobierno de coalición ha conseguido eclipsar a la oposición haciéndose él la oposición a sí mismo. En vísperas del día de la mujer, tormentas varias en el paraíso de la coalición progresista.
Ya han chocado: por la ley de libertades sexuales (la misteriosa ley cuyo anteproyecto aprobó el consejo de ministros el martes pero que nadie ha visto); por la comisión de investigación sobre el rey de antes en el Congreso (que nadie verá); y por la guía que publicó el ministerio de Trabajo sobre el coronavirus (que ésta sí que la vio todo el mundo, incluida la patronal CEOE y su presidente Garamendi)
Increíble le pareció a la Moncloa el incendio gratuito que montó el ministerio de Trabajo, por eso salió a primera hora a sugerir a los medios, de manera diplomlática, que no se tomara en cuenta esa guía porque en esto del coronavirus sólo vale lo que diga el ministerio de Sanidad.
Al minigobierno de Podemos se le ha indicado que, por favor, se aparte. Y que no cree problemas. Para un asunto en que la oposición está aplaudiendo la prudencia y la eficacia del gobierno, llega el socio morado y echa un borrón incom-prensible.
A seis de marzo, y con el virus formando parte ya de nuestro paisaje cotidiano, Madrid va a convertirse en la primera región que cierra temporalmente los centros de día y restringe las visitas a las residencias de mayores. No porque sean lugares con más alta probabilidad de contagio, sino porque quienes acuden o residen en esos lugares forman la población más vulnerable al peor de los efectos del coronavirus, que es la muerte.
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