OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La izquierda nacionalista se merienda a Podemos"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre los resultados electorales en País Vasco y Galicia.

- Resultados Elecciones Galicia y País Vasco 2020: ganadores, reacciones y última hora de las gallegas y vascas, en directo

Carlos Alsina

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Día de perros para Podemos y sus marcas locales (antes confluencias)

Día de gloria para Feijóo y su marca local (que es Feijóo).

Día de gloria para el PNV y el tándem que lo dirige: Urkullu-Ortúzar.

VÍDEO del Monólogo de Carlos Alsina en Más de uno 30/06/2020

Y entre un extremo y otro, entre el día de perros y el día de gloria, se ubican todos los demás. El Bloque Nacionalista Galego, triunfador en Galicia pero no lo bastante para apear del poder al PP: reverdece y regresa a sus buenos tiempos de hace veinte años. EH Bildu, los de Otegi, sigue sumando apoyos, 28 % de la sociedad vasca; si hay quien todavía se pregunta por qué este partido no ha repudiado aún el terrorismo etarra, aquí tiene una posible respuesta: uno de cada tres vascos está con ellos aunque no lo hayan hecho. El Partido Socialista, en su noche de fiasco: ni para adelante ni para atrás en Galicia y en Euskadi. No rentabiliza ni su presencia en el gobierno de España ni, sobre todo, el hundimiento de su socio y competidor morado. El PP vasco, perdiendo fuelle en cada convocatoria electoral. Con Iturgaiz confundiendo anoche el tono y el mensaje en una comparecencia en la que llegó a parecer que las elecciones las había ganado él. Y Vox, que puesto a celebrar la novedad de entrar en un parlamento autonómico, celebra que ha conseguido un escaño de 75 en Euskadi. Y ninguno en el parlamento gallego.

Lectura principal: que ganó el voto conservador.

En el País Vasco, donde el conservadurismo se dice nacionalista y es peneuvista. Y en Galicia, donde el PP, que se conservador, se dice regionalista. Lo de Feijóo va para leyenda. Cuarta mayoría absoluta consecutiva. Ya puede espabilar Casado que hay trenes que pareció que sólo pasaban una vez... y van y vuelven. La sintonía entre la dirección nacional del partido y el equipo de Feijóo es manifiestamente mejorable. Pero el problema para Casado no es ése. El problema es que su sector crítico, que lo tiene (nutrido) contrapone la experiencia y la solidez de un Feijóo (producto acreditado, dicen) a la incognita que sigue siendo Casado (y su segundo), García Egea.

Ábalos, que anoche estaba en modo tertuliano, contrapuso anoche la estrategia de Casado, que considera fracasada, a la de Feijóo, que al parecer es la buena. A sus compañeros de Galicia no les habrá hecho gracia el elogio, y al propio Ábalos igual deja de parecerle tan interesante la comparación si antes de las próximas generales el PP desanda el camino que inició Rajoy con su espantada.

Para quienes creen que todo es siempre nuevo e indicio de cambios que nunca antes se habían producido, este dato que anoche nos recordaba Latorre. Galicia en 1997: el Bloque ya fue segunda fuerza en Galicia con el mismo número de diputados que ahora. No está ni más ni menos centrifugada Galicia que entonces. Como diría Ábalos...

Esto es lo que hay.

Segunda lectura: que en el pulso de la izquierda, ganan las opciones claramente nacionalistas o independentistas y pierden las que han estado coqueteando con el nacionalismo. El PSOE se va resignando a su papel secundario en los territorios donde su competidor es separatista y no remonta ni ahora que se desmorona el competidor morado, este partido que cuanto más poder tiene en las administraciones menos votantes mantiene. Ya pasó en las elecciones generales de diciembre: Podemos se desinfló pero el PSOE no mejoró. Votos que una vez fueron socialistas y pasaron a la nueva izquierda que encarnaba Podemos desembocan ahora en formaciones separatistas. Cómo será la cosa que Ábalos, al mencionar anoche los partidos de ámbito nacional, se olvidó de Podemos, su socio de gobierno.

Y tercera lectura: el victimismo de quien está en el poder no funciona como acelerador de campaña.

No le ha funcionado el PSOE presentarse como víctima del acoso y derribo de la oposición conservadora, esto que gusta de repetir Sánchez de que han intentado derrocarle con el virus. ‘Derrocar’ es un verbo demasiado grueso para describir un par de debates parlamentarios agrios y unas votaciones adversas.

Y a Podemos no le funcionó la estrategia victimista de presentarse como damnificado de una operación político-judicial-parapolicial-y-mediática para sacarle del gobierno. Cuando eres vicepresidente del gobierno de un país, o sea, el poder, no cuela que sigas presentándote como el perseguido por el sistema. El sistema ahora eres tú. Es probable que en el revés encajado anoche por los morados haya influido más el carajal en que se convirtieron las alianzas de las mareas en Galicia o los cambios de dirección en el País Vasco que la gestión del coronavirus o el caso Dina. Pero al final, todo aporta y todo resta. Es llamativo el naufragio morado en Galicia en la medida en que la cara visible de las mareas en Madrid se llama Yolanda Díaz, ministra Trabajo y ministra de gran visibilidad. Y con mejor prensa que los demás ministros morados. Con todo y con eso, cero diputados.

A Iglesias, que estaba este fin de semana estusiasmado con la serie de televisión que ha terminado de ver, Mrs América, se le atragantó el inesperado y desastroso resultado de su marca electoral gallega. En campaña le hizo él el psicoanálisis a Feijóo por repetir todo el tiempo Galicia Galicia Galicia.

Qué diría el psicoanalista de una campaña basada en cloacas, cloacas, cloacas. Y la naturalización del insulto.

respuesta: uno de cada tres vascos está con ellos aunque no lo hayan hecho. El Partido Socialista, en su noche de fiasco: ni para adelante ni para atrás en Galicia y en Euskadi. No rentabiliza ni su presencia en el gobierno de España ni, sobre todo, el hundimiento de su socio y competidor morado. El PP vasco, perdiendo fuelle en cada convocatoria electoral. Con Iturgaiz confundiendo anoche el tono y el mensaje en una comparecencia en la que llegó a parecer que las elecciones las había ganado él. Y Vox, que puesto a celebrar la novedad de entrar en un parlamento autonómico, celebra que ha conseguido un escaño de 75 en Euskadi. Y ninguno en el parlamento gallego.

Lectura principal: que ganó el voto conservador.

En el País Vasco, donde el conservadurismo se dice nacionalista y es peneuvista. Y en Galicia, donde el PP, que se conservador, se dice regionalista. Lo de Feijóo va para leyenda. Cuarta mayoría absoluta consecutiva. Ya puede espabilar Casado que hay trenes que pareció que sólo pasaban una vez... y van y vuelven. La sintonía entre la dirección nacional del partido y el equipo de Feijóo es manifiestamente mejorable. Pero el problema para Casado no es ése. El problema es que su sector crítico, que lo tiene (nutrido) contrapone la experiencia y la solidez de un Feijóo (producto acreditado, dicen) a la incognita que sigue siendo Casado (y su segundo), García Egea.

Ábalos, que anoche estaba en modo tertuliano, contrapuso anoche la estrategia de Casado, que considera fracasada, a la de Feijóo, que al parecer es la buena. A sus compañeros de Galicia no les habrá hecho gracia el elogio, y al propio Ábalos igual deja de parecerle tan interesante la comparación si antes de las próximas generales el PP desanda el camino que inició Rajoy con su espantada.

Para quienes creen que todo es siempre nuevo e indicio de cambios que nunca antes se habían producido, este dato que anoche nos recordaba Latorre. Galicia en 1997: el Bloque ya fue segunda fuerza en Galicia con el mismo número de diputados que ahora. No está ni más ni menos centrifugada Galicia que entonces. Como diría Ábalos...

Esto es lo que hay.

Segunda lectura: que en el pulso de la izquierda, ganan las opciones claramente nacionalistas o independentistas y pierden las que han estado coqueteando con el nacionalismo. El PSOE se va resignando a su papel secundario en los territorios donde su competidor es separatista y no remonta ni ahora que se desmorona el competidor morado, este partido que cuanto más poder tiene en las administraciones menos votantes mantiene. Ya pasó en las elecciones generales de diciembre: Podemos se desinfló pero el PSOE no mejoró. Votos que una vez fueron socialistas y pasaron a la nueva izquierda que encarnaba Podemos desembocan ahora en formaciones separatistas. Cómo será la cosa que Ábalos, al mencionar anoche los partidos de ámbito nacional, se olvidó de Podemos, su socio de gobierno.

Y tercera lectura: el victimismo de quien está en el poder no funciona como acelerador de campaña.

No le ha funcionado el PSOE presentarse como víctima del acoso y derribo de la oposición conservadora, esto que gusta de repetir Sánchez de que han intentado derrocarle con el virus. ‘Derrocar’ es un verbo demasiado grueso para describir un par de debates parlamentarios agrios y unas votaciones adversas.

Y a Podemos no le funcionó la estrategia victimista de presentarse como damnificado de una operación político-judicial-parapolicial-y-mediática para sacarle del gobierno. Cuando eres vicepresidente del gobierno de un país, o sea, el poder, no cuela que sigas presentándote como el perseguido por el sistema. El sistema ahora eres tú. Es probable que en el revés encajado anoche por los morados haya influido más el carajal en que se convirtieron las alianzas de las mareas en Galicia o los cambios de dirección en el País Vasco que la gestión del coronavirus o el caso Dina. Pero al final, todo aporta y todo resta. Es llamativo el naufragio morado en Galicia en la medida en que la cara visible de las mareas en Madrid se llama Yolanda Díaz, ministra Trabajo y ministra de gran visibilidad. Y con mejor prensa que los demás ministros morados. Con todo y con eso, cero diputados.

A Iglesias, que estaba este fin de semana estusiasmado con la serie de televisión que ha terminado de ver, Mrs América, se le atragantó el inesperado y desastroso resultado de su marca electoral gallega. En campaña le hizo él el psicoanálisis a Feijóo por repetir todo el tiempo Galicia Galicia Galicia.

Qué diría el psicoanalista de una campaña basada en cloacas, cloacas, cloacas. Y la naturalización del insulto.