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Monólogo de Alsina: "En su alegato de defensa, los hechos no dan la razón al ministro Marlaska"

Hoy lo difícil es defender al ministro del Interior. Si esto fuera un juicio, habría que darle una oportunidad. De que defendiera su versión de los hechos y se sometiera a la valoración que el tribunal, o el jurado (que podrían ser todos ustedes) hiciera de su testimonio. Y de las pruebas que lo apoyan o, por el contrario, lo cuestionan.

Carlos Alsina

Madrid |

Lo primero que habría que establecer, claro, es cuál de las versiones que hasta hoy ha dado quiere el ministro-acusado defender. Pongamos que fuera la última. Ésta que dice que la destitución del coronel Pérez de los Cobos se debió no a que éste, celoso de los procedimientos legales, se negara a filtrarle al ministro un informe confidencial (judicial) sino a haberle ocultado a sus superiores que tenía una investigación en marcha y haberle filtrado a El Confidencial que esa investigación aportaba indicios contra Fernando Simón, el doctor en cuya defensa salió el presidente Sánchez en su homilía del domingo pasado.

Ya les adelanto que incluso dando por buena ésta que es la hipótesis más favorable para el ministro, sigue teniendo un problema. O dos.

Pero démosle la oportunidad de exponer su caso.

¿Cómo se habrían producido los hechos según la última de las versiones que está haciendo circular el ministerio? 'Fuentes del ministerio', de ésas que no quieren dar sus nombres pero sí quieren que se sepa que el coronel no es héroe sino villano. Veamos lo que dice esta historia.

Al coronel le habrían preguntado sus superiores en algún momento anterior al 21 de mayo por la causa judicial en la que sus hombres actúan como policía judicial. ¿Estáis ya con la investigación? Y él habría dicho que no, que, debido al estado de alarma, todas las diligencias estaban paradas. Nada nuevo bajo el sol. El 21 de marzo, jueves, los investigadores entregan su informe a la jueza Medel. Al día siguiente, viernes, El Confidencial publica que la investigación de la guardia civil apunta al doctor Simón por la reunión con los evangélicos.

En el ministerio la información causa revuelo: primero, porque ven que la investigación no estaba parada, en contra de lo que les dijo el coronel; y segundo, porque alguien la ha filtrado al medio de comunicación. Les salen cuatro posibles sospechosos: la jueza, la fiscalía, la abogacía del Estado y la comandancia de Tres Cantos. Los tres primeros no deben de parecerles factibles y ponen el foco en el cuarto, los guardias. Y su jefe, el coronel. Esto es el viernes, 22. El domingo 24 se producen las tres llamadas telefónicas que nadie ha negado: el general Berrocal, el general Santafé y la directora general Gámez, ésta última para comunicarle la destitución. Según el entorno del coronel, las llamadas eran para reprocharle que no hubiera entregado el informe a la directora general. Según esta otra versión, eran para reprocharle que hubiera ocultado que la investigación estaba en marcha y que se hubiera producido la filtración. Fin de este relato alternativo.

Cuando ayer el ministro en el Senado le dice esto a Martínez Maíllo... está subrayando la gravedad de que el informe que sólo debía conocer la jueza apareciera en un medio de comunicación. Y señalando como origen de la filtración a los hombres del coronel. O al coronel mismo.

Pongamos que esta versión es la cierta. El ministro sigue teniendo dos problemas.

El primero: si sospecha que en la comandancia ha habido un filtrador, su obligación es investigarlo, encontrarlo y ponerlo a disposición del juzgado. Como él dijo ayer, es un delito de revelación de secretos. No consta que esa investigación se haya producido ni que se haya confirmado la sospecha. Tampoco que la posible comisión de un delito aparezca en las razones alegadas para fulminar al coronel. Bien al contrario, Marlaska hace una semana calificó la trayectoria del coronel de ejemplar.

El segundo problema del ministro es justo éste: los motivos de la destitución.

Ayer le dijo a Maíllo que la diferencia entre el PP y él es que él sí explica los motivos de haber perdido la confianza en alguien.

Pero los hechos no le dan la razón. En la rueda de prensa del martes de la semana pasada, La Moncloa, se le preguntó expresamente al ministro por qué había perdido la confianza en el coronel. Hizo la pregunta la periodista Esther Redondo.

Pregunta directa. Bien podría haber respondido Marlaska esto que ahora le parece tan razonable y que dice la nota interna. Pérdida de confianza por no informar del desarrollo de investigaciones. Pero no fue eso lo que respondió.

Era una simple remodelación de equipos. Hombre, uno no destituye a un alto mando para formar equipo si no tiene decidido antes a quién va a poner en su lugar. Diez días después, el puesto del coronel sigue vacante.

Ésta de la remodelación normal y corriente era la tesis el martes. Y lo siguió siendo el miércoles en el Congreso. El relevo no guardaba relación ni con el informe ni con el 8M. Era una remodelación natural de los equipos para dar un nuevo impulso a la Guardia Civil.

Pudo haber contado el ministro hace una semana todo esto que cuenta, o sugiere, hoy. Pero prefirió el cuentito del nuevo impulso, la remodelación natural de los equipos y la equiparación salarial.

En la hipótesis más favorable para el ministro, ni en la rueda de prensa, ni en el Congreso, ni en el Senado dijo la verdad.

Y ya son tres las versiones que desde su ministerio se han puesto en circulación.

· La primera, que el motivo del relevo era el exceso de seguridad en La Navata, residencia de los Iglesias Montero.

· La segunda, que el motivo era la pésima calidad del informe entregado a la jueza. No podía el ministerio permitir que quedara impune la chapuza.

· La tercera, que el motivo es que el coronel engañó a sus superiores haciéndoles creer que la investigación estaba parada. Y que filtró.

La última pregunta que, de momento, cabe hacerse es por qué el gobierno está tan inquieto con esta investigación judicial de la señora Rodríguez Medel que, en principio, tiene poco que rascar y que está todavía en una fase muy incipiente. Fase cero de la que igual no pasa si una vez tomada declaración al delegado del gobierno no ve la jueza que el tema vaya más allá. Qué hizo que el ministro saltara como un resorte. ¿Que hubiera una filtración o que los investigadores apuntaran a un alto cargo del ministerio de Sanidad, el doctor Simón, que, a diferencia del ministro, no tiene fuero y que es el eslabón más bajo a partir del cual podrían buscarse hacia arriba otras responsabilidades? Y si no hay en el sumario motivos para la inquietud, porque aquí no hay caso y porque el informe no se sostiene, ¿cómo ha podido convertir el ministerio, con su ruidoso proceder, un asunto menor en la peor crisis que ha vivido en dos años?

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