OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Bien por Sánchez"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la postura española sobre la guerra Ucrania.

Carlos Alsina

Madrid | 24.02.2023 08:39

Un año después de aquella mañana en que este programa empezó -quizá usted lo escuchó en directo- con el relato de nuestro enviado especial a Kiev, Xavi Colás, desde la plaza que es símbolo de esa ciudad y de las instituciones ucranianas.

Cómo comenzó todo

La sirena que nos sobresaltó de buena mañana y que advertía a los habitantes de Kiev de que estaban en camino los misiles rusos. Ya se habían producido de madrugada bombardeos de aédromos y otras instalaciones militares. Ya habían cruzado la frontera las tropas rusas en el Donbás y en Bielorrusia. Ya estaba comenzando la caravana de coches con familias ucranianas saliendo de Kiev y echándose a la carretera con lo puesto en el empeño de alcanzar la frontera con Polonia. Ya se lamentaban los ucranianos de tener que sufrir de nuevo el zarpazo ruso.

Dos días antes Zelenski había declinado la invitación de los Estados Unidos para sacarle de Kiev y llevarle a un lugar seguro. Desde el primer momento este actor cómico metido a político, que aún no llevaba tres años de presidente tras haberle ganado las elecciones, por goleada, a Poroshenko, levantó la bandera de la resistencia. Nadie (o casi nadie) creía posible frenar la invasión del Ejército de Putin. Pero él llamó a plantarle cara. Llamó a la población a lanzar cócteles molotov desde las ventanas al paso de los blindados. Llamó a los reservistas a presentarse en los centros de reclutamiento. Llamó a todos los hombres en edad de servir a entrenarse para reforzar las fuerzas armadas ucranianas.

El futuro de Ucrania está en manos de cada ciudadano. A esa frase, con la que se inició hace un año la respuesta nacional a la agresión del vecino imperialista, siguieron luego otras frases parecidas dirigidas no a los ucranianos sino a los ciudadanos de la Unión Europea a cuyas puertas Ucrania sigue llamando. Instándoles a enviar toda la ayuda posible, militar, por supuesto, porque si cae Ucrania lo siguiente será el resto de Europa.

Amos Oz fue un periodista y escritor israelí, premio Príncipe de Asturias, y fundador del movimiento pacifista 'Paz Ahora'. Antes había estado dos veces en el frente: en el Sinaí, guerra de los seis días, y en los altos del Golán, guerra del Yon Kippur. Dejó escrito este párrafo en un texto breve contra el fanatismo que comparto con ustedes:

"No soy pacifista en el sentido sentimental de la palabra. Si percibiera que existe peligro de que mi país sea borrado del mapa y mi gente masacrada, lucharía de nuevo aunque sea un viejo. Pero sólo lo haría si pensara que alguien está intentando convertirme en esclavo. Nunca lucharía por más territorios. Ni por lugares sagrados. Pero sí lucharía, y lucho, por la vida y por la libertad. Por nada más, pero como un demonio. Me diferencia del pacifista europeo al uso que él mantiene que el mal supremo en el mundo es la guerra. En mi vocabulario, la guerra es terrible, claro, pero el mal supremo no es la guerra sino la agresión. Cuando uno percibe la agresión tiene que luchar contra ella, venga de donde venga. Es la lucha por la vida y por la libertad".

La guerra es la consecuencia de que Ucrania no se dejó someter.

"Parad la agresión rusa", gritaron los ucranianos repartidos por el mundo ante las embajadas de Rusia la mañana de hace un año. Parad la agresión, no la guerra. Porque la guerra vino luego. La guerra es la consecuencia de que Ucrania no se dejó someter.

Desde el primer día, hoy hace un año, José Borrell sintetizó como ningún otro dirigente europeo lo que estaba en juego en Ucrania y la trampa de invocar la paz para camuflar no ya la equidistancia entre agresor y agredido sino la justificación de la agresión. Le preguntó aquel día un periodista si era posible una solución diplomática.

Borrell sigue teniendo que explicar que Putin no ha dado la menor muestra de querer negociar nada

Una potencia nuclear lanza un ataque brutal contra su vecino. ¿Entiende lo grave que es esto? Un año después sigue teniendo que explicar que el agresor, Putin, no ha dado la menor muestra de querer negociar nada.

La posición de Sánchez

Desde el primer día, hace hoy un año, el presidente Sánchez ha tenido una posición inequívoca del lado de Ucrania, de denuncia de la agresión rusa y de concertación de una posición común tanto en la Unión Europea como en la OTAN. Se le podrá reprochar que no haya sido capaz de concertar esa posición única en su propio gabinete, y que tenga que irse a Kiev para hablar de una guerra a la que apenas le ha dedicado tiempo en el Parlamento Español, que es donde un presidente debe hacer sus anuncios, pero ha situado al Estado español en el lado correcto y lo argumenta con solvencia. Estamos con el agredido y contra el agresor.

El calor con que Zelenski agradeció ayer la aportación española en este año de resistencia, el armamento, el adiestramiento de militares, los seis carros de combate que va a entregar Defensa en abril, da cuenta de la solidez y constancia de la alianza que España ha establecido con Ucrania. Y que se manifestó, también ayer, en la ovación que le dispensó el Parlamento ucraniano.

Hay que agradecer que en esto de la postura española sobre Ucrania se haya mantenido el presidente fiel a su compromiso de hace un año. Teniendo dentro de su gabinete al partido que más campaña hace contra la OTAN y contra el apoyo a Ucrania, que es Podemos, y teniendo la ambigüedad personificada, también en esto, que es Yolanda Díaz. Ayer dijo que da su pleno apoyo al viaje de Sánchez a Ucrania, pues menos mal. Y que si la vía diplomática y lo criminales que son las guerras y tres o cuatro más lugares comunes propios de un Papa.

No ha leído a Amos Oz. ‘El mal supremo no es la guerra sino la agresión. Cuando uno percibe la agresión tiene que luchar contra ella, venga de donde venga. Es la lucha por la vida y por la libertad’.