EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: Contables, tenemos noticias de contables

Les voy a decir una cosa...

...entre fútbol y fútbol. Qué tiempos aquellos en que nos eliminaban en cuartos, eh. Llegábamos a cuartos. Rápido repaso a la actualidad de la jornada antes de volver al fútbol, ya de un tirón hasta la una y media de la madrugada (será por horas).

ondacero.es

Madrid | 04.07.2014 20:41

Contables, tenemos noticias de contables. Un contable que tendrá que responder a las preguntas del juez, y otro contable que ha declinado la invitación de responderle nada a su señoría. El de Noos y el del PP. Contables distintos, ambos apartados ya -desterrado uno, jubilado el otro-- de ese cometido. Marco Antonio Tejeiro, mano ejecutora del fraude de todo tipo que resultó ser el instituto Noos, tendrá que pasarse por el juzgado de José Castro para que éste pueda preguntarle por el nuevo testimonio, tan distinto a los anteriores, que ha entregado por escrito a la fiscalía. El contable (no tanto arrepentido como de perdidos al río) se animó ayer, como saben, a admitirle al fiscal que cometió, en Noos, unos cuantos delitos a cambio de que éste, el fiscal, sea compasivo cuando se siente a decidir cuántos años de prisión le pide por cada una de sus actividades delictivas.

En esencia, lo que hace el contable es ponérselo fácil al tribunal que, en su día, juzgue este caso para que le condenen sin pensárselo mucho. Es un escrito de auto inculpación o conformidad con la culpa que le estaba atribuyendo la fiscalía. Pero como, además, y para no quedar como el único sucio de la trama, señala el contable a quienes le tenían contratado, Urdangarín y Torres, como responsables últimos de todos los manejos-engaños-y-mangoneos que se produjeron en Noos, sin mencionar siquiera (ni achacar papel alguno) a las esposas de ambos, Ana y Cristina, el juez de instrucción tiene interés ahora en que el día 12 -Castro siempre en sábado- se persone en el juzgado para responder a sus preguntas y las que tengan a bien formular las partes.

Ahora que ha recuperado usted prodigiosamente la memoria, le dirá el juez, y que parece que se le ha soltado de golpe la lengua, hablemos con más detalle de Noos y, sobre todo, de Aizoon, de quién le llevaba, en realidad, las cuentas de esa empresa familias a sus dos propietarios, el duque y la infanta. Que el contable haya dejado fuera a las dos esposas del día a día delictivo de Noos está lejos de significar que ninguna de las dos vaya a acabar procesada, juzgada y, en su caso, condenada.

El testimonio del contable es nuevo en lo que se refiere a Urdangarín, a Torres y a sí mismo, pero no aporta novedad en lo que afecta a su hermana y la infanta. Será ahí, previsiblemente, donde ponga el acento el juez instructor en sus preguntas. Ya que sabe usted tanto de Aizoon, veamos por ejemplo por qué de pronto aparecían supuestos servicios de Diego Torres a Aizoon justo cuando mejor le venían a esta empresa para declarar menos beneficios, es decir, para pagar menos en impuesto de sociedades. Esta pregunta aparecerá, seguro, en el interrogatorio de Castro porque de la veracidad de esas tres facturas depende que la cuota defraudada por Aizoon supere, o no, el umbral de los 120.000 euros del delito fiscal.

La tesis de Hacienda es que Aizoon incurrió en fraude pero sin alcanzar la categoría de delito y que, no habiendo delito fiscal en Aizoon no puede haberlo en Cristina, la copropietaria. Dígame, contable arrepentido, de estas facturas tan oportunas, ¿usted qué sabe? Un contable que hablará y un contable que dice que no habla. Por consejo médico y por consejo de sus hijos, que son muchos y están preocupados, desde hace tiempo y en efecto, por su padre, de nombre Álvaro, de apellido Lapuerta y de antigua ocupación, tesorero del Partido Popular: fue jefe y antecesor de Bárcenas. Y pudo ser, sospecha el juez, cooperador necesario de Bárcenas para llevarse dinero de la caja B a Suiza.

El juez Ruz le leyó esta mañana al imputado las razones de citarle de nuevo, éste escuchó sin decir nada, y cuando el juez terminó sacó un papel en el que llevaba escrita su sintética declaración -en realidad una exposición de su decisión de no hacerlo-: “Nunca he distraído dinero ajeno ni he colaborado en que otros lo hagan. Y la

salud y mis hijos me aconsejan no declarar”. Chimpún. Fin del testimonio y para casa. Nada que añadir, por tanto, a lo que el propio Lapuerta dijo, también de modo muy sintético, en su declaración de noviembre: “Mi patrimonio tiene un origen perfectamente lícito y mi salud no me permite seguir aquí mucho más”.

La familia Lapuerta debe de ser bastante consciente de que este argumento de “mi salud me lo impide” a muchos les suena a cuento porque ha difundido un comunicado (firmado por los hijos) mucho más largo que el que Lapuerta le leyó al juez, en el que explican que son los propios médicos de la Audiencia Nacional, en su condición de forenses, quienes han determinado que el ex tesorero, 86 años, no está en condiciones de ser sometido a interrogatorio, pese a lo cual, dicen, “el juez desoye a los médicos y vuelve a citarle”.

Dicen más cosas: que Lapuerta no es Bárcenas ni su familia se ha dedicado a dosificar papeles filtrados a la prensa ni a amenazar a nadie con tirar de la manta; que su padre sólo ha tenido en toda su vida una única cuenta corriente, que en los años en que fue tesorero su patrimonio, lejos de incrementarse, menguó y que si Bárcenas robó dinero de la caja del partido, no cabe acusar a Lapuerta de cómplice sino de víctima, porque fue engañado por Bárcenas.

Y sugieren que era la dirección del partido de entonces la interesada en que Lapuerta siguiera de cara visible de la contabilidad del partido mientras los números los hacía, en realidad, el gerente, o sea Bárcenas. A los hijos”, dice el comunicado, “siempre nos resultó sorprendente y también inquietante que se insistiera en mantener en el puesto de tesorero a alguien con exclusiva formación jurídica, que nunca supo convertir las pesetas en euros, ni distinguir un activo de un pasivo”.

Delegaba las cuentas y no ejercía labores ejecutivas, sostienen los hijos, que recuerdan que fue su padre el primero en advertir a la dirección de los manejos de la Gurtel. Concluye el texto defensivo, sin mencionar nombres, presentando al padre como cabeza de turco: “Hace ahora un año hicimos público nuestro tenor a que unos y otros acabasen convirtiendo al anciano Lapuerta en el chivo expiatorio de todas las miserias. Está siendo así. A muchos parece convenir que todo empiece y acabe en el más indefenso y vulnerable, pero Álvaro Lapuerta tiene diez hijos que se sienten muy orgullosos de él y que no están dispuestos a permitir que se siga ensuciando su nombre”.

Quizá en un próximo comunicado se animen a rellenar los hijos la línea de puntos que han dejado en su texto: aquéllos a quienes conviene que Lapuerta quede como responsable último, quiénes son, dónde están y qué cargos ocuparon o aún ocupan.