Todo el mundo esperando la dimisión de Carlos Lesmes y el que dimite es Tornero. ¿Y Tornero quien es?, se preguntará usted, ahora que a golpe de insistencia mediática se ha aprendido ya quién es Lesmes. Tornero, Pérez Tornero, es el presidente de Radio Televisión Española. Era. Ayer cogió la puerta. Un año y medio ha aguantado en el cargo, bastante menos de lo que aguantó Rosa María Mateo, y eso que ella era administradora provisional y él presidente con todos los galones y elegido nada menos que por el Parlamento.
El Parlamento te escoge para que gestiones la radio y la televisión del Estado pero los consejeros de la corporación, escogidos también por el viejo procedimiento del reparto de cromos entre algunos partidos políticos (algunos), se ocupan de recordarte todo el tiempo a quien te debes. Porque son esos consejeros los primeros en saber a quién se deben ellos. Dirá usted: ¿pero está hablando usted de los vocales del Consejo del Poder Judicial o de los vocales del Consejo de Radio Televisión Española? Ay, son vidas paralelas. A todos los elige el Parlamento. Es decir, que todos son fruto de la negociación y pasteleo del PP y el PSOE más Podemos, el PNV y a menudo, Esquerra.
Por si quedara alguna duda de qué ha pasado con Tornero, Podemos se ha ocupado de despejarla al celebrar, con tono de sí se puede, sí se puede, la caída del presidente al que han combatido por tierra, mar y aire. Y tablones de comunicados sindicales y podcast de diarios digitales. Ha dicho Podemos: Tornero fue elegido por el PSOE y Podemos y se puso a las órdenes del PP.
Tornero, he aquí un traidor que olvidó quién le había puesto
Traducido: he aquí un traidor que olvidó quién le había puesto. Oye, agradezcámosle a la tropa de Pablo Iglesias ---perdón, de Ione Belarra--- que le llame a las cosas por su nombre. Véte tú a decirle a Podemos que a Tornero lo eligió el Parlamento por mayoría de dos tercios, previo pacto del gobierno de coalición con el PP y el PNV, para que encarnara el consenso y desempeñara su tarea al margen de los partidos y con plena independencia. No me cuentes cuentos. Que te elegimos nosotros,Tornero, y has hecho lo que has querido.
No es un secreto que Iglesias se se la tenía jurada por haber prescindido del Cintora. Pero tampoco lo es que Podemos sólo carecía de fuerza para tumbarle. Faltaba el concurso del PSOE, es decir, del presidente del Gobierno. Que es quien, en última instancia, ha bajado el pulgar. Al presidente los telediarios deben de parecerle demasiado asépticos. ¿Qué hacen que no dedican veinte o treinta minutos, diarios, a subrayar la insolvencia y la mala fe de Feijóo? Tanta guerra de Ucrania y tanto gráfico con la inflación desbocada.
A ocho meses de las elecciones municipales la maquinaria de los medios afines tiene que funcionar como un ejército
A ocho meses de las elecciones municipales la maquinaria de los medios afines tiene que funcionar como un ejército. ¿Y qué es la radio televisión pública para todo aquel que está en el Gobierno sino la radio y la televisión gubernamental? Tampoco es un secreto que a Sánchez no le resultan cómodas las entrevistas de Franganillo ---porque Carlos repregunta mucho---, o que en Radio Nacional de España hace cuatro años que no comparece. Para un presidente que se atrevió a preguntan 'La fiscalía, ¿de quién depende?' porque daba por hecho que dependía de él, preguntarse 'la televisión pública, ¿de quién depende?' sólo conduce a una respuesta: de ti, mi amo. Bueno, de ti y los de Podemos.
Cuando Sánchez aún presumía de ir a generar España se inventó aquello del concurso de méritos. Luego lo cambió por el cambio de cromos de siempre. Iglesias no era aún vicepresidente cuando hacía ronda telefónica con periodistas que él consideraba de su cuerda para ofrecerles, él, la presidencia de RTVE. 'Oye, Andrés, qué te parecería presidir RadioTelevisión Española. Oye, Ana, ve preparándote que te voy a hacer presidenta'. Pedro y él se habían repartido las áreas de influencia. E Iglesias nunca ocultó su devoción por los telediarios. Por controlarlos, se entiende. Aún sigue en ello. Quién sabe si en lo más hondo de su corazón lo que Pablo ha querido siempre es ser Ana Blanco.
La Moncloa no lo podía destituir, pero sí podía meterle presión
Enseguida le preguntaré a Pilar Gómez qué más podemos contar sobre la caída en desgracia del tal Tornero. La Moncloa no lo podía destituir, pero sí podía meterle presión hasta que fuera él quien tomara la decisión de irse. Y ayudada, La Moncloa, por una hoja de servicios ---datos de audiencia--- que no ayuda al dimisionario inducido.
¿Dimitirá Carlos Lesmes?
Vidas paralelas. Del Consejo del Poder Judicial y su semana en vilo porque Lesmes igual dimite contará Pilar algo más también enseguida. Mañana va Lesmes a ver al rey, quien sabe si ya para despedirse. Y el jueves viene un comisario europeo a hacer lo que debería estar haciendo la presidenta del Congreso, que es sentar al PP y al PSOE y urgirles a que pongan fin a este enorme despropósito. Ya que la única forma de renovar instituciones que conocen es pastelear nombres, que pasteleen y dejen la renovación resuelta. Si el comisario Reynders tiene algo más que plantear, el jueves se supone que lo sabremos.
Hasta entonces el debate político doméstico, superada la inmersión de ayer en la política italiana, volverá a girar sobre los impuestos. Feijóo aprovechando el naufragio de la operación Yolanda Encesta para agarrar él la bandera de la bajada del IVA de los alimentos.
Y la ministra de Hacienda, en su doble condición de ministra y jefa de propapaganda socialista, haciendo ayer esta cosa tan chusca de anunciar que prepara un paquete de nuevas medidas fiscales ---un paquete nada menos--- pero sin concretar qué medidas contiene el paquete.
Se nos gastó el discurso de tanto usarlo
¿Y entonces qué es lo que nos anticipa? De lo suyo no llegó a concretar nada la ministra. Y es natural que no lo hiciera porque todo lo tiene que negociar primero con Yo, Yolanda. Pero sí repitió no una vez sino doscientas la palabra más utilizada desde hace tres meses por el Gobierno. La palabra Feijóo.
Pues me temo que sí que lo llevaba. Continuar con la bajada progresiva del impuesto hasta la definitiva eliminación del gravamen. Página 36. Así es difícil ganar una campaña electoral, y unas elecciones, si ni siquiera sabes lo que propone tu adversario. Quien mucho abarca, poco aprieta. Se nos gastó el discurso de tanto usarlo.