En su primer concierto del año ante el público cautivo de diputados y senadores que le deben a él su escaño estuvo flojo el presidente. Redifusión de todos sus salmos más trillados con el entusiasmo propio de un notario. Porque no estaba el embajador Alberto Antón, si no, se nos echa otra siesta.
Más que una charla coach de elevación de la autoestima resultó ser una ponencia. El papel de látigo anti-supervillanos tecnológicos de Silicon Valley no termina de enardecer a sus soldados, quizá porque cuando van a las agrupaciones locales los fines de semana les preguntan más por la intención de voto, la corrupción y los salarios que por la inteligencia artificial, la multinacional negacionista y el algoritmo. Id y predicad, dijo el señor a sus discípulos.
lo más relevante que predicó ayer el presidente es que va a seguir gobernando
A juzgar por las crónicas de hoy, lo más relevante que predicó ayer el presidente es que va a seguir gobernando -alabado sea, como diría el gallo, es su trabajo- y que si hay guerra comercial con los Estados Unidos, el gobierno de España va a apoyar a la Unión Europea. Pues menos mal. Aunque solo sea porque España es la Unión Europea, no es que la apoye, es que si hay guerra seremos parte de ella, no es optativo, es lo que hay.
En su primer concierto del año ante el público cautivo de diputados y senadores que esperan que los lleve al gobierno estuvo flojo el aspirante a presidente. Feijóo les colocó a sus peones, con tono de lección magistral, una suerte de mitin apagado que lo mismo le sirve para cubrir el expediente en una reunión de partido que para despachar, extractando cuatro cosas y subiendo el volumen, la sesión de control de esta mañana.
En rigor, el sermón que ayer colocó Feijoo a los suyos -aún más largo que éste que yo les coloco a ustedes cada mañana- era una sucesión de motivos para presentarle al gobierno una moción de censura pero con el desenlace conocido de que no hay moción de censura. Porque si la hubiera, la perdería. Como Sánchez su cuestión de confianza. Sostiene el jefe de la oposición que el tiempo que cuatro ministros dedican a ejercer la oposición en sus regiones de nacimiento es tiempo de holganza.
Quizá no es lo más atinado identificar la actividad de oposición fuera del ministerio con la gandulería cuando uno se dedica a la actividad de la oposición a tiempo completo porque carece, aún, de ministerios.
Pero bueno, en ese terreno, más embarrado que pantanoso, sigue instalada la legislatura. El uno, gobierna a base de bandazos según le abre o le cierra el grifo un fugado de la Justicia; el otro, se consume en la espera de un desmoronamiento que ni ha llegado ni va a llegar mientras el fugado de la Justicia no quiera que llegue. Es lo que hay.
Sesión de control al Gobierno
A las nueve de la mañana, en el Congreso, nueva estampa de este paisaje con figuras. Aunque parezca que es una imagen en movimiento, Sánchez y Feijóo son foto fija.
El espectáculo de ayer -ahí sí- estuvo en la sala de prensa de la Presidencia del Gobierno. Anda que no lo disfrutaron los colegas allí presentes, periodistas habituados al martilleo protocolario de eslóganes ensayados que se encontraron, gozosos, con lo nunca visto: un ajuste de cuentas en la plaza pública.
Ajustando cuentas la vicepresidenta segunda con su jefe, el presidente. Ausente, pero ajusticiado. Pasen y vean, como en ‘El hombre elefante’. Fenómenos extraordinarios, monstruos de la política, funambulistas, acróbatas, tragasables. Quién da más. Y quién puede esperar ya menos: la semana que viene, que retiren la mesa, levanten el estrado, estiren la lona y contraten, por dios, un árbitro.
Actuaban ayer en la función posterior al Consejo al Ministros tres ministras y Bustinduy, que también es un ministro (aunque en grado de conocimiento ciudadano ande el hombre rezagado). Actuaba una vicepresidenta energética, nada menos, debutante Sara Aagensen. Actuaba la portavoz Alegría, dispuesta a impartir su clase magistral de los martes sobre prevaricaciones judiciales y carencias de Feijóo -el repertorio- pero sacó el puñalito Yolanda Díaz y de todo lo demás, no quedó nada.
Yolanda Díaz ajustó cuentas sobre la tributación del SMI
Ajustó cuentas con Sánchez por haber ignorado a Sumar en la decisión sobre la tributación del salario mínimo. A saber, que al subir el SMI pasan a ingresar los trabajadores peor pagados una renta que supera el mínimo exento para la declaración del IRPF, es decir, que habrán de tributar. Yolanda Díaz había hecho bandera de mantenerlos exentos, la vicepresidenta Montero la había llamado populista, la última palabra, como en todo, la tenía Sánchez y esta vez Sánchez no tuvo una palabra para Yolanda Díaz.
No se debatió, no se deliberó, hemos sido ninguneados, podría haber dicho la vicepresidenta segunda. Desmentida, allí mismo, ante la prensa por la ministra portavoz, aunque fuera en un susurro. Subamos el volumen para escuchar cómo Alegría le dice eso no es así.
Portavoz susurrada y vicepresidenta contrariada
Eso no es así. Pero si no es así, dígalo a pleno pulmón, ministra. Que se entere toda España de que la vicepresidenta engaña a la opinión pública. Portavoz susurrada y vicepresidenta contrariada. Enhorabuena porque han logrado opacar la subida misma del salario mínimo, la reforma de la ley de Dependencia (que es lo que presentaba Bustinduy) y la enésima promesa de derruir el Algarrobico (esta vez a cargo de la vicepresidenta nueva).
Desaprovechó la ocasión la ministra portavoz de defender el criterio del presidente sobre la tributación del salario mínimo. Si ha decidido que tribute, será por algo. Pero no debía de estar en el argumentario porque todo lo que hubo fue esto.
No siempre, una parte va para reducir el déficit y la deuda, por ejemplo. Pero vamos, que el asunto es por qué el PSOE entiende que el salario mínimo, habiendo alcanzado ya la actual cuantía (gracias a las subidas de los últimos años) debe dejar de estar exento de IPRF.
Porque si sigue subiendo el mínimo exento más de lo que suben los salarios, llegará un momento en el que esté exenta de declarar la mayoría de los asalariados, lo cual no parece que case con el compromiso de todos los ciudadanos de sostener el Estado, cada uno en la cuantía proporcional que le corresponda. En contra de lo que dan a entender algunos dirigentes de oposición -incluyendo a la izquierda, esta vez, en la oposición-, no se va a reducir la renta a ningún perceptor del salario mínimo por hacerle declarar. Lo que ocurre es que una parte de la subida tendrá que dedicarla a pagar a Hacienda, pero seguirá teniendo más renta personal que el año pasado. Y que al subirte el sueldo te toque aportar una parte de la subida al Estado es lo que le ocurre a todos los asalariados.
El IRPF consiste en eso: en que la renta personal tributa, vale para el salario, las ayudas, los subsidios y los premios. Se trata de que tribute muy poco quien tiene una renta muy baja y mucho quien la tiene muy alta. Y que aquellos que menos renta perciben, a base de deducciones y bonificaciones no paguen, en la práctica, casi nada. A ver si la ministra de Hacienda, pluriempleada, encuentra, entre ataques al gobierno andaluz y ataques al novio de Ayuso, un minuto para explicar ella por qué es bueno que la subida tribute.
La posición del PP: aprovecha la brecha y agarra la bandera de la no tributación
El Partido Popular aprovecha la brecha y agarra la bandera de la no tributación. Tantos años arrastrando los pies con la subida del salario -reservón cada vez que no ha contado con la bendición de la patronal- y ahora aplaude que se suba y que no tribute. Podemos también aplaude y presenta su propia iniciativa parlamentaria, ya van dos. Y Sumar anuncia que apoyará cualquier propuesta para dejar exentos a los trabajadores peor pagados. El PP en sintonía con los grupos a la izquierda del PSOE. Esta pinza no la vimos venir. Claro que Sánchez siempre puede usar la exención fiscal como baza para negociar otras cosas. No va a ser la primera vez que cambie de opinión.
