Si existiera un premio al gobierno que con mayor eficacia fuera capaz de generar confusión sobre conceptos jurídicos y facultades propias de cada administración y cada poder del Estado, ese premio lo ganaría de calle el gobierno de España. Qué talento, qué aptitud, qué destreza para volver loco a todo el mundo al mismo tiempo.
El Gobierno deja en manos del Supremo la última palabra sobre las restricciones
Hay gobiernos autonómicos que han entendido, escuchando al gobierno, que el toque de queda se puede mantener en sus territorios si lo consideran necesario. Por la vía de los hechos consumados: lo decretan y si el Tribunal Superior de Justicia de su comunidad se lo tumba, recurren al Supremo y éste se lo avala. Para eso ha aprobado el gobierno un decreto que deja en manos del Supremo la última palabra, para sortear el criterio adverso de los Tribunales Superiores. Y para eso le ha estado metiendo presión el gobierno al Alto Tribunal.
Ha hecho algo más el gobierno, ministro Marlaska. Le ha hecho saber al Tribunal Supremo lo que se espera de él. ¿Cómo dijo la vicepresidenta Calvo? Se le pide que ayude. Se le está indicando al Supremo cuál debe ser el sentido de su resolución para ayudar a las comunidades autónomas. O traducido, que si rechaza que Canarias pueda decretar el toque de queda será acusado de no ayudar, de obstaculizar la lucha contra el virus.
El gobierno le está indicando al Supremo cuál debe ser el sentido de su resolución para ayudar a las comunidades autónomas
Pero ocurre que es el propio gobierno el que ha sostenido que el toque de queda sólo es posible en estado de alarma. Sólo en una situación excepcional, y por decisión del gobierno de España, se puede recluir a la población en su casa. Sea la población de todo el país o sea la población de un territorio.
Hace un mes fue Carmen Calvo quien lo explicó en Valladolid: "Salvo el confinamiento en nuestras casas que es lo que limita nuestra libertad ambulatoria, casi todo lo demás es posible". Toque de queda, sólo con estado de alarma y decretándolo el gobierno central. Ayer le preguntaron en La Sexta al ministro de Justicia, Campo, y dijo lo mismo: que no hay toque de queda sin alarma previa.
Esto es: el cauce es que si el gobierno canario, o el navarro, o el vasco, quiere toque de queda, pide al gobierno que le decrete el estado de alarma y, al amparo de éste, el toque de queda. Y, sin embargo, ahí tiene usted a la delegada del gobierno en Madrid, de-le-ga-da de este mismo gobierno, sosteniendo ayer en este programa todo lo contario: exigiendo a la señora Ayuso que decrete el toque de queda por su cuenta.
¿Es o no es un sindiós?Los tribunales como si fueran una ruleta: tú juega, que a lo mejor ganas. Y el presidente insistiendo en que todo está claro como una tarde de verano y que el que no se entera es porque no quiere. Y analistas muy sesudos confundiendo la ausencia del toque de queda con la presencia de botellones callejeros. Lo que ha decaído es la prohibición de circular por la calle entre las doce de la noche y las seis de la mañana, no la prohibición de hacer concentraciones o botellones.
"Ha decaído el toque de queda, no la prohibición de hacer concentraciones o botellones"
El sábado lo que pasó es que las autoridades, sorprendidas por unas fiestas callejeras bastante previsibles, tardaron lo suyo en dispersarlas, porque tampoco es plato de gusto meter a la policía a obligar a disgregarse a los jóvenes. Claro que muchos de ellos exhibieron una irresponsabilidad manifiesta ---sobre todo los que iban sin mascarilla y voceando--- pero tampoco fue toda la población la que se echó a la calle a propagar virus. Se comprende el estado anímico de Fernando Simón, dolido, decepcionado, disgustado, pero tampoco debería castigarse. Ni él es dueño de la voluntad de cada persona ni la abrumadora mayoría de la población ha incumplido norma alguna.
Fernando Simón, de tanto reiterar las últimas semanas lo bien que iban las cosas y lo innecesario de prorrogar la alarma, haya podido contribuir a la falsa percepción de que la pandemia estaba vencida
Han sido unos cuantos cientos, o miles, de personas las que se han juntado en la calle sin mascarilla. Y de tanto ver las imágenes en los medios puede sacarse la falsa conclusión de que todo el país se ha vuelto irresponsable. Pero no es cierto. Si acaso, sí puede darle una vuelta Simón al hecho de que él mismo, de tanto reiterar las últimas semanas lo bien que iban las cosas y lo innecesario que resultaba ya prorrogar la alarma, haya podido contribuir a la falsa percepción de que la epidemia la tenemos ya vencida.
Cartas amenazantes
Dieciocho días después de que se recibieran cartas amenazantes con balas al ministerio del Interior, aún no se sabe quiénes las enviaron y qué falló para que sobres con proyectiles llegaran al mismísimo despacho del ministro. Tampoco sabemos quién dio instrucciones para que se difundiera públicamente la existencia de esas cartas.
Lo que sí sabemos ya, una semana después de las urnas madrileñas, es lo que piensa Pedro Sánchez. Piensa, para empezar, que merecen su aliento las dos personas a las que señala como derrotadas.
"Sánchez podría haber asumido en primera persona la culpa del desplome socialista"
Solidario y agradecido. Hombre, si de verdad lo hubiera estado, agradecido, lo que habría hecho el presidente es asumir él en primera persona la culpa del desplome socialista. A José Manuel Franco, líder de cartón del PSOE madrileño, lo arrinconó antes incluso de que empezara la campaña como antes había defenestrado a Tomás Gómez. A Ángel Gabilondole obligó a decir hoy una cosa y mañana su contraria sumándose a la alerta antifascista porque estaba en juego nada menos que la Democracia.
Para haber sido derrotada la democracia, como dijo Sánchez que pasaría si ganaban el PP y Vox, no se le ve muy preocupado
La verdad es que para haber sido derrotada la Democracia y haber empezado su destrucción, como el PSOE dijo que pasaría si sumaban Ayuso y Vox, no se le ve al presidente muy preocupado. A ver si es que todo era una sobreactuación mitinera que no coló y ésa es una de las causas del desplome de su partido.La impostura calculada. (Mal calculada, en este caso).
Adversas las circunstancias de la campaña, ¿por qué? Adversa fue la noche electoral. La campaña fue la misma para todas las formaciones. Si acaso, para el PSOE, aventajada dado que puso todo el complejo de la Moncloa, ministra portavoz incluida, al servicio de la campaña de partido. Pero dice el presidente, anuncia, que esto sólo ha sido un contratiempo. Y que la izquierda volverá.
Aquí los únicos que se han marchado han sido Iglesias, por voluntad propia, y Ángel Gabilondo, por voluntad de Sánchez
Lo que obliga a preguntarse cuándo se ha ido. Y a dónde. La izquierda no tiene que volver a Madrid porque en Madrid sigue. Menguada, por decisión del electorado, pero con 58 escaños en un parlamento de 136. La izquierda sigue estando ahí, mira Mónica García, que seis años después de empezar como diputada lidera la oposición precisamente porque se quedó. Aquí los únicos que se han marchado han sido Pablo Iglesias, por voluntad propia, y Ángel Gabilondo por voluntad ajena. Por voluntad de Sánchez, que hace seis años impuso su candidatura y ahora impone que se marche.