Lunes de Pascua. Con todas las restricciones que han estado vigentes esta Semana Santa y que siguen estándolo. Hasta el viernes, prohibido desplazarse entre comunidades autónomas.Salvo que seas el ex ministro Illa, supongo.
Qué bien, qué bien. Residir en Barcelona y plantarte un sábado en Madrid. No a beber, como los despreciables jóvenes franceses, ay Magaluf, Magaluf, sino a dar un mitin. Que debe de estar considerado actividad esencial porque es la excusa que utilizan nuestros insignes padres de la patria para irse los fines de semana a donde quieren. Mucho nos reímos todos cuando Pere Aragonés quiso declarar el mitin actividad esencial en la campaña catalana: allí era sólo para viajar al pueblo de al lado. Pero ahora vale para hacerse un puente aéreo. Qué fue del teletrabajo y el telemítin, ministro. O ex ministro. Qué habrá pensado la ministra Carolina Darias, tan severa ella en el aviso de que a más movilidad, más virus.
En un mes hay elecciones en Madrid, no sé si lo ha notado. En la Moncloa ya no se piensa en otra cosa. Y en Génova, que sigue siendo la sede del PP (sede reformada objeto de juicio). Y en Más Madrid, y en lo que queda de Ciudadanos, y en Galapagar, donde los Iglesias Montero, y en Vox, donde los Espinosa Monasterio. Ahora hablamos de Madrid. Como siempre.
Calendario de vacunación
Antes le recuerdo no sólo que las restricciones siguen vigentes sino que hoy empezaremos a saber cómo ha ido la Semana Santa en lo que hace a los contagios. Si las medidas han frenado ese tímido repunte que nos amenazaba con convertirse en cuarta ola o tenemos que empezar a temer que la amenaza se confirme. Los datos de estos últimos días festivos son incompletos y aún es pronto para medir del todo cómo ha ido.
De la vacunación, con dos millones ochocientas mil personas ya inmunizadas con la doble dosis, abril comienza pleno de expectativas. Éste era el mes del aluvión de envíos: Pfizer, Moderna, AstraZéneca, el acelerón en la producción que es condición necesaria para que se acelere la administración de la vacuna, los vacunódromos que, a imagen y semejanza de otros países han empezado a funcionar en varias comunidades autonómas. El debate aquel de primeros de año sobre si en España, teniendo como tenemos trece mil centros de salud, no iba a ser necesario habilitar aparcamientos o recintos deportivos como en los Estados Unidos, ya ha decaído: de los mayores muy mayores se ocuparon los centros de salud y del resto, que somos la mayoría, se pueden ocupar los enfermeros en otros recintos que descarguen de presión los ambulatorios.
Cuantas más vacunas se administren antes se podrá plantear la nueva normalidad, y un país como el nuestro requiere que el verano vuelva a ser lo que era.
Cuantas más vacunas lleguen y más pronto se administren, antes podrá plantearse eso que hace un año llamábamos, quién se acuerda ya... La nueva normalidad. Que para que tenga algo de normalidad, y un país como el nuestro ---donde el turismo es un motor económico--- requiere que el verano vuelva a ser lo que era. La Unión Europea se encuentra, en tasa de vacunación, muy por delante de China o de Rusia, pero muy por detrás de los Estados Unidos y, sobre todo, de nuestro antiguo socio el Reino Unido de Boris Johnson. Los países que van por delante de todos son Israel y los Emiratos Árabes Unidos, como bien sabe don Juan Carlos.
Y el pasaporte Covid, o certificado Covid (como ahora prefiere la comisión europea que se le llame), se espera que esté listo para empezar a utilizarse en mayo. Es el código que permitirá acreditar que uno está vacunado o libre de virus para poder viajar entre países. El Reino Unido, por cierto, se abre nuevo debate: certificado covid para asistir a espectáculos. El espectador ya vacunado puede entrar al cine o a un partido de fútbol mostrando su código, el que no está vacunado, no. Está prevista una prueba piloto a finales de este mes. Y hay debate sobre si debe utilizarse la vacuna para discriminar las actividades sociales permitidas a una persona.
[[H3:"Aragonès sigue intentando que Puigdemont le permita gobernar"]]
Hay elecciones en Madrid dentro de un mes menos un día. Qué emoción, señora. Hoy la política no es otra cosa que la gestión de expectativas. A la espera de lo que pase en Madrid. A la espera de si el Parlamento catalán es capaz de alumbrar un gobierno para Cataluña. Hace más de un año que Joaquim Torra ---quién se acuerda ya de Torra--- proclamó que su gobierno no daba más de sí. Pere Aragonés sigue intentando que Puigdemont le permita gobernar solo o en compañía de otros. De la CUP, que es con quien ya es uña y carne Esquerra Republicana.
En enero se decía: hasta que no pasen las elecciones catalanas nadie espere ni acuerdos para el Poder Judicial ni reformas del Código Penal ni nada. Pues ahora es lo mismo, pero en Madrid. Hasta que no pasen las elecciones madrileñas nadie espere ni reformas del código penal para sediciosos, ni indultos para políticos condenados por abuso de poder, ni cambios legales para armonizar el impuesto de patrimonio en toda España. ¿Se acuerdan de aquel debate tan intenso sobre la urgencia de obligar a Madrid a cobrar impuesto de patrimonio? Había que terminar con el dumping fiscal. Lo decía Ximo Puig, lo decía Adriana Lastra, lo decía María Jesús Montero. ¿Y qué dice Gabilondo?
Elecciones en Madrid
"No tocaremos los impuestos, ningún madrileño pagará ni un euro más de impuestos". ¡Ningún madrileño! Ni siquiera los más ricos. ¡Los ricos a los que había que hacer pagar más! Ninguno. Al PSOE se le han pasado de repente las ganas de subirle los impuestos a los que más tienen. Qué cosas.
Iglesias hace campaña en el sur. Los de abajo contra los de arriba, ha vuelto Iglesias a sus orígenes. Salvo que ahora no reside en el sur.
Los vaivenes de nuestros próceres han de asumirse con naturalidad. Total, si hemos asumido que naturalidad que el jefe de campaña del PSOE madrileño sea el jefe de gabinete de la Presidencia del Gobierno, por qué nos habría de sorprender que Ayuso emplee el boletín oficial para ganar voluntades o que Iglesias convierta en un plató electoral su despacho de vicepresidente del gobierno. Bueno, ahora ya no. Ahora ya no es vicepresidente y hace campaña en el Sur animando a los vecinos a no dejarse ganar la batalla de la movilización por los del barrio de Salamanca. Los de abajo contra los de arriba, ha vuelto Iglesias a sus orígenes. Salvo que ahora ya no reside en el sur. Escogió el norte para su nueva residencia. Uno elige, cuando puede permítirselo, dónde vive.
"En Madrid Illa juzga, opina y condena la gestión de la pandemia de Ayuso"
Sorpresas, lo que se dice sorpresas, la única sorpresa que ha dejado este fin de semana de campaña es un ex ministro de Sanidad atacando la gestión que ha hecho, de la epidemia, la presidenta autonómica. Dirá usted: qué tiene eso de sorpresa. Pues mire, que hace dos meses entrevistamos aquí a Salvador Illa, por la campaña electoral en Cataluña, y le pregunté, como candidato que era, qué opinión le merecía la gestión sanitaria del gobierno catalán.
Cielos. En la campaña electoral catalana el aspirante se abstenía de juzgar la gestión del gobierno al que quería relevar. Porque todos lo habían hecho lo mejor que habían podido. Paz y amor, el candidato Illa nunca hacía política con la pandemia.
No lo voy a hacer ahora significaba no lo voy a hacer en Cataluña. Ahora, la campaña de Madrid es otra cosa. En Madrid el ex ministro sí juzga, opina y condena la gestión de la pandemia de Isabel Díaz Ayuso. Aún ninguna encuesta ha medido cuánto de lo que hoy representa Ayuso para sus votantes, este liderazgo carismático que nadie habría aventurado hace dos años, es mérito de Illa y del líder del socialismo madrileño, Pedro Sánchez.