Jornada de reflexión en Madrid, imagino que ya lo sabe. Hoy los habitantes de esta región española van a dedicar todo su tiempo, aprovechando que es festivo, a decidir qué prefieren salvar: si la democracia o la libertad. Qué amenaza acuciante les solivianta más: si el fascismo o el comunismo. O incluso ¡el sanchismo! Todos perfectamente persuadidos de que si, al final, gobierna Díaz Ayuso se acabará la democracia (no sólo en Madrid, ¡en España!, incluso en Europa) y si gobierna Gabilondo ---o Mónica García, si le sorpasa--- lo que se acabará es la libertad.
Póngase usted en la piel de un madrileño votante y hágase a la idea del peso que hoy siente sobre sus sufridos hombros centralistas. ¿Qué escojo, democracia o dictadura, libertad o esclavitud? Y sobre todo, ¿cómo le explico a mis parientes y amigos del resto de España que dependiendo de mí tan graves circunstancias hoy se me vea como si nada, paseando por el Retiro, haciendo bromas y tomando una caña?
Efectos colaterales de estas elecciones:¿Subida del IRPF? ¿Precisamente ahora?
Estas elecciones madrileñas, elevadas por decisión de los gurúes-publicistas (Redondo, Rodríguez, Iglesias) a la categoría de madre de todas las batallas ideológicas ---menos lobos, caperucitas--- han traído consigo efectos colaterales inesperados. Por ejemplo, el juego de la bolita con que ayer se consagró María Jesús Montero como discípula aventajada de magos e ilusionistas. Empezó el domingo con una información de El País que los candidatos del tripartito electoral de izquierdas encajaron como si la hubiera lanzado su peor enemigo: el gobierno prepara una subida del IRPF para las familias que hasta ahora hacen la declaración conjunta. ¿Subida del IRPF? ¿Precisamente ahora?
La información del periódico tenía una fuente fiable. Adivine cuál. ¡El gobierno! La medida aparece en el plan de reformas enviado a Bruselas el viernes. Ahí se lee que se irá eliminando la fórmula de la declaración conjunta porque desincentiva que las mujeres trabajen fuera de casa. Éste es el argumento. En la práctica significa que familias donde un cónyuge o no trabaja o percibe una renta muy escasa, dejarán de poder aplicarse la rebaja en la base imponible de 3.400 euros. O en palabras del aspirante naranja Edmundo Bal.
Claro, contado así no parece que sea un estímulo para ir a votar a los partidos del gobierno.
De manera que se obró ayer el milagro con piernas ---que diría Nacho Cano--- de ver a la ministra Montero agarrando la varita mágica de hacer desaparecer cosas y haciéndose un abracadabra. ¿Ves la medida que hemos puesto en el plan de reformas? Pues ya no la ves. El ministerio hizo saber que no hay medida. Si acaso, posibilidad de que en futuro muy muy lejano (2023) la declaración conjunta empiece a desaparecer, y paulatinamente, eh, y siempre que los expertos a los que ha reclutado para que le diseñen la reforma fiscal lo vean oportuno. Es decir, que la medida sigue estando, pero nadie sabe dónde. Ha desaparecido como desaparecen las cosas en los espectáculos de magia, de mentira.
Mire, hay expertos fiscales ---es verdad--- que entienden que la declaración conjunta, al beneficiar a parejas en las que uno de los dos no trabaja (casi siempre mujeres) se convierte en un desincentivo para la incorporación de la mujer al trabajo asalariado. Pero si ésa es la razón, lo que tiene que hacer la ministra es defender su iniciativa, no esconderla, o esconderse, sólo porque mañana hay unas elecciones en Madrid.
El fin de semana ha sido una fuente inagotable de sorpresas. Aún nadie ha revelado quién tomó la decisión, hace dos jueves, de difundir a la opinión pública las cartas con amenazas al ministro Marlaska y a Pablo Iglesias. Ahora hay que añadir la pregunta de quién decidió que no se informara a la opinión pública de que en los incidentes de Vallecas resultaron detenidos dos elementos de Podemos. Dos empleados del partido que, según El Confidencial, ejercen como servicio de seguridad particular de Iglesias, añadido (o a la vez) que los escoltas que tiene asignados por el ministerio del Interior. El Mundo contó ayer que el ministerio estaba al tanto desde hace dos semanas de la identidad de ambos, es decir, que sabía que dos de los detenidos por agredir a policías eran personal de Podemos.
Es interesante saber, visto lo visto, quién decide qué se cuenta y qué se callaEs interesante saber, visto lo visto, quién decide qué se cuenta y qué se calla. Y con qué criterio.
Sorpresas del fin de semana
Más sorpresas que nos ha deparado el fin de semana:
· Una mitinera del PP, Fanjul, describiendo a la candidata de su partido como lo malo, o la mala, conocida.
· Un músico premiado, Nacho Cano, entregando su premio a la presidenta que se lo ha dado por haber obrado el milagro de mantener abiertos los teatros.
· Un candidato, Gabilondo, al que los dos últimos años se le ha reprochado su pasividad en la oposición, citando a Kant.
· Una candidata, García, a la que no le parece bien que su adversaria Ayuso presuma de que mañana arrasa.
· Un tutor de candidato, Sánchez, cumpliendo con la embarazosa obligación mitinera de anunciar, con todas las encuestas enfrente, que su partido mañana tendrá más votos que ningún otro.
· Un primero de mayo que los líderes sindicales entregaron, servicialmente, al gobierno para que éste lo rentabilizara. La manifestación se suponía que era para reclamarle al gobierno que cumpla con los compromisos que tiene pendientes (salario mínimo, derogación de la reforma laboral), pero visto el desembarco de ministros en la cabeza de la misma una de dos: o los ministros se manifestaban para pedirse cuentas a sí mismos o es que se incautaron de la marcha para transformarla en un mitin.
No es el gobierno quien hace campaña
Lo sé, vicepresidenta, lo sé. No es el gobierno quien hace campaña, es la vicepresidenta, la ministra de Trabajo, el ministro de Fomento, la ministra de Igualdad, la de la Agenda 2030 y el de Deportes, que si no hubiera naufragado la superliga a las primeras de cambio habría conseguido que alguien le conociera. Ah, y el presidente. El presidente en campaña identitaria.
De Ayuso se ha dicho, con razón, que ha pretendido crear una suerte de nacionalismo madrileño, por insistir tanto en la cosa identitaria: la identidad propia de Madrid frente al resto de España. El presidente Sánchez debe de pensar que exaltar la cuestión identitaria, en efecto, funciona. Porque él ayer exaltó la identidad propia ¡de Entrevías!
No me mezclen identidades porque entonces dejan de serlo. Vallecas es Vallecas y Entrevias es Entrevías. Su identidad es ferroviaria.
Bueno, en realidad la vía del tren lo que tiene es que siempre conduce al mismo sitio. Para cambiar de destino hace falta que alguien haga un cambio de agujas. Veintiséis años lleva el PSOE de Madrid intentándolo.