Lo lleva claro el comisario Reynders. Célebre comisario Reynders, el belga más presente en nuestra vida política desde Felipe el Hermoso. El comisario de Justicia europeo, fracasado el pressing que lleva años haciendo a PP y PSOE para que renueven el Consejo General del Poder Judicial y para que cambien, luego, la forma de elegir a los vocales, se nos mete ahora en el jardín de la amnistía. No le arriendo la ganancia. Hay que reconocerle que miedo a los charcos no tiene. Ha remitido una carta a dos ministros: la de su negociado, que es Pilar Llop, y el de la Presidencia, que es Bolaños.
'Mis queridos', les dice, 'veo que no le hacéis ni puñetero caso a lo que os vengo diciendo' (es traducción libre del texto original, entiéndame, puñetero exactamente no dice). 'Veo que no habéis movido un dedo para arreglar lo del Poder Judicial y ya que ha habido elecciones pues nada, que os lo recuerdo. Pero vamos, que esto es sólo una pecha para deciros ahora esto otro. Mi preocupación aumenta. Aumenta porque estáis debatiendo en España lo de la amnistía. Ya, ya, antes de que me lo digáis lo digo yo: aún no existe una proposición de ley, pero está en el debate público y muchos ciudadanos me están preguntando qué posición tenemos. Sí, muchos ciudadanos. No, no sólo González Pons. Total, que os estaría enormemente agradecido si me contaras en qué andáis. Qué alcance tendría esto que os traéis entre manos. Que sabéis que aquí estamos para lo que estamos, que es garantizar el estado de derecho. Vuestro afectísimo, Didier'.
Traducción libre, insisto, pero vamos, que el mensaje es éste. Un 'cuidado, que os estoy vigilando'. 'Cuidado, que no vale cualquier cosa'. 'Cuidado, que a lo mejor una amnistía es una cosa bien poco europea'.
Bueno, el comisario me hará a mí tanto caso como el Gobierno le hace a él, pero ahí va un consejo: si quiere conocer el alcance que tendría la ley de amnistía una de dos: o le escribe usted a Puigdemont, que es quien tiene los papeles, o se planta usted en el Sofitel, que es donde está Santos Cerdán expatriado. Él también tiene papeles. Y papeletas para quedarse a vivir en ese hotel dos semanas.
Va a ser que con Bolaños pasa como García Page, que son varios
Seguro que la ministra Llop contestará afectuosamente al comisario. El ministro Bolaños ya lo ha hecho. Viene a decirle que no sabe de qué amnistía les habla ---aún no, Didier, aún no se puede enviar un papel porque todo son borradores sometidos a la consideración del prófugo al que, por cierto, los jueces de tu país nunca nos llegaron a entregar---; ¿amnistía? No sé, el gobierno no puede hacer proyectos de ley porque está en funciones. Eso serán los grupos parlamentarios. Pobre Reynders. Claro, verá la voto de la semana pasada de Junqueras con Bolaños firmando un papel que dice que habrá amnistía y ha pensado que Bolaños, el abajo firmante, era el indicado para informarle. Ah, no, los grupos parlamentarios. Va a ser que con Bolaños pasa como García Page, que son varios. Y cada uno está a una cosa.
Al menos no se han dejado llevar los ministros en su respuesta por el espíritu de Tonxu Rodríguez. No sé si el comisario Reynders, tan familiarizado ya con nuestras cosas, habrá sintonizado alguna vez Radio Popular de Bilbao, pero por su interés le reenvío esta doble manifestación del número dos de la ministra Llop sobre los vocales del Poder Judicial…y sobre el juez de la Audiencia Nacional García Castellón.
El Ministerio de Justicia desacreditando a un juez por haber hecho una imputación
Es el Ministerio de Justicia desacreditando a un juez por haber hecho una imputación. ¡Ánimo, Reynders, ¿qué puede salir mal?! Paréntesis: Puigdemont ha sido imputado ahora en esta causa, pero lleva procesado en rebeldía por el Tribunal Supremo desde hace años. Pareciera, escuchando al secretario de Estado, o al PSOE, que hasta anteayer Puigdemont fuera un hombre perfectamente aseado, sin mácula penal alguna, y que un juez lo hubiera señalado para desactivarle.
A ver: que están negociando la investidura con un huido de la Justicia, bien lo sabe Iratxe García, jefa del grupo socialista europeo que se ha pasado años retratándolo como tal. Ahora, además, está imputado en lo del tsunami, pero procesado ya estaba. Por corrupción, por cierto. Un día más habrá que recordarlo: el próximo Gobierno de España se está negociando en el extranjero con un procesado por corrupción. Escuece escucharlo, sobre todo a algunos socialistas que hacen, no de la necesidad virtud sino de tripas corazón, porque a ellos mismos les cuesta creer que la negociación sea ésta.
El PSOE ha debido de encontrar la fórmula jurídica (o pretendidamente jurídica) que satisfaga al Carles. Nada queda de aquellos compromisos, se nos dijo, que asumiría Puigdemont para satisfacer al Estado que lo amnistía. Aquello de que iba a renunciar expresamente a embestir de nuevo, iba a aceptar la Constitución como marco jurídico ---no se rían---, iba a hacer acto de contrición por la insurrección de 2017. Todo eso desapareció ya de las crónicas. Hoy veremos cuánto hay de eso en el acuerdo. Todo se reducía en estos últimos días a si Sánchez aceptaba meter en la amnistía a todo el que Puigdemont demande. (Una vez que has tragado con el tsnami democrátic y los CDR, combatientes a mayor gloria de la causa, a ver cómo le dices a Boye que sus problemas judiciales por su relación con Sito Miñanco se los resuelva él, que para eso es abogado). Todo el asunto es si Sánchez traga con los famosos flecos, que más que flecos son alfombra, y si a Puigdemont la ingeniería legislativa copyright de la Moncloa le vale. Objetivo único: abortar toda las causas judiciales. Ley de impunidad. Ley Puigdemont.
Sánchez en estado de necesidad y parece que a punto de ser bendecido.
El presidente se personó ayer en la sede de su partido en Ferraz, donde sólo le ven de pascuas a ramos, para alentar a sus empleados, que es verdad que están pasando unos días difíciles por el nuevo vicio de Vox por los escraches. Les dijo Sánchez que por supuesto él será investido ---bendito sea Junts--- y que los altercados del martes demuestran que es imprescindible que la investidura salga adelante.
Hay un empeño poco disimulado en el PSOE por colgarle al PP la responsabilidad de las concentraciones y los posibles incidentes. Esta cosa de ‘si Feijóo no lo condena es que lo alienta’. Feijoo repitió ayer que él sí condena la violencia, lo que no condena es que la sociedad, pacíficamente, se manifieste. Este patrón ya lo usó Sánchez en 2019 con Joaquim Torra. Todos los días le decía: es inadmisible que no condenes la violencia. Y Torra la condenaba, a ver si así le cogía el teléfono. Es inadmisible que no la condenes. ¡Pero si ya la he condenado! Pero de boquilla. Y salía Torra otra vez: ¡la condeno! Y Sánchez: no, aún me vale. Bien es verdad que Torra, a diferencia de Feijóo, había dicho aquello de ‘apreteu, apreteu’ a los CDR, mientras que Feijóo lo que ha dicho es que la violencia es inaceptable.
La violencia y amnistiarla, que esto segundo es comprensible que escueza en el Partido Socialista porque aún no ha desmentido que ese proyecto legislativo que anda peinando con Gonzalo Boye incluya dejar impunes los actos violentos del 2019 en Cataluña. Se condena la violencia y, a la vez, se aborta la posibilidad de que un tribunal condene a sus autores.