OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "De la manifestación a la cama elástica"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de 'Más de uno' sobre que el Congreso acogerá los próximos martes y miércoles el debate de investidura del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo y de que el PSOE se ha esforzado, de forma poco disimulada, en no pronunciar la palabra amnistía todas estas semanas.

Carlos Alsina

Madrid | 25.09.2023 08:38

Se manifestaron varias decenas de miles de personas en Madrid contra la amnistía que urde Sánchez y no pasó nada. Ni ha caído el gobierno, ni se ha cerrado el Congreso, ni se ha alterado en una décima el número de probabilidades de que el actual presidente en funciones (en funciones de blanquear a Puigdemont) lo siga siendo, presidente. De hecho, lo seguirá siendo. Por la gracia del blanqueado. Queda probado, por tanto, que aquel que esté en contra de un proyecto ya madurado, y empezado a publicitar (la amnistía) puede alzar su voz contra ella sin quepa tipificar su acto como alzamiento.

Queda probado que varios miles de personas pueden rebelarse contra el incumplimiento de la palabra dada por un presidente sin que quepa tipificar su acto de rebelión. Tal como ocurre el 11 de septiembre de cada año, por cierto, con la manifestación de la Diada: se manifiestan decenas de miles de personas contra el Estado, la Constitución y el gobierno que en cada momento tenga España sin que a nadie se le haya ocurrido tipificar su marcha ni de atentado contra nada ni de conspiración golpista. Una manifestación es una manifestación. Y ocurre que aquel contra quien va dirigida, se llame Sánchez, se llame Ayuso, no acostumbra a digerir bien que tanta gente a coro le impugne.

Ya pasó la manifestación sin que pasara nada. Aznar dijo lo que le pareció oportuno. Rajoy dijo lo que creyó pertinente decir. Ayuso dijo un poco lo que dice siempre.

Y Feijoo ejerció de lo que es: el candidato que se quedó corto de escaños para poder ser investido (gran verdad), pero cuyo partido tiene detrás más votos que ningún otro (también verdad), y que ejerce de polo opuesto al proyecto que encarna Sánchez (está en la oposición, evidente, y lo va a seguir estando).

Lo de ayer fue la sesión de entrenamiento de Feijoo para su debate de no investidura de mañana. Si repite el esquema argumental de ayer, lo que vendrá a decir a los 350 diputados es que él podría haber ganado la votación de haber transigido con amnistiar a Puigdemont, aceptar algún tipo de consulta futura sobre la autodeterminación, reconocerle a Cataluña cuatrocientos cincuenta mil euros de deuda histórica, condonarle lo que aún debe del Fondo de Liquidez Autonómico, aceptar un pacto fiscal que emule el concierto vasco, renunciar a denunciar en el juzgado las vulneraciones de derechos cometidas por los gobernantes y reescribir la historia para que lo ocurrido en 2017 sea culpa, esencialmente, de Rajoy por no haber aceptado entonces todo esto que él acepta ahora. En lugar del discurso de lo que haré como presidente, un discurso de lo que no seré, presidente.

El PSOE se ha esforzado en no pronunciar la palabra amnistía todas estas semanas

El PSOE se ha esforzado, de forma poco disimulada, en no pronunciar la palabra amnistía todas estas semanas, en no pronunciar el apellido Puigdemont, en desmentir que estuvieran aún negociando nada concreto con Junts per Cataluña. Si aún no hay nada de todo eso, ¿qué va hacer Feijóo, un discurso contra la nada, contra lo que podría ser o a lo mejor no? Él que exponga su proyecto, dicen los socialistas-nuevo-testamento, que diga lo que haría él con España para que la votación de después demuestre que la mayoría del país no le quiere. ¡Que se queme, se abrase, se achicharre!, dicen los estrategas con este lenguaje tan encendido que se gastan.

A ver, el PSOE viene dando por hecho que Feijoo pierde su investidura desde la misma noche electoral del 23 de julio. Sánchez hizo los números cinco minutos después (o antes) de proclamarse el resultado. 'Somos más', dijo, metiendo en su equipo a los siete de Junts per Cataluña. Fue un momento revelador: aún no se había acabado el 23 de julio y Sánchez ya veía a Puigdemont como uno de los suyos. Ni prófugo, ni corrupto, ni enemigo del Estado: uno de los suyos. Ingresado esa misma noche, con el agua bautismal que lava los pecados, en la famosa mayoría progresista. Que como está diciendo Lambán, sólo es mayoría si incluye a la derecha nacionalista vasca y a la derecha independentista catalana. ¿Qué tiene Junts per Cataluña de progresista? Nada. ¿Quiénes son los socios europeos de Junts? Los populistas de extrema derecha. ¿Y más allá de Europa? Putin. Pero sin Junts la progresía en el Congreso no es mayoría. Porque, como también dice Lambán, en rigor este Parlamento ha salido de las urnas muy de derechas: entre el PP, Vox, el PNV y Junts suman 182. Con UPN y Coalición Canaria, que tampoco son peligrosos izquierdistas, 184. De modo que o Sánchez pacta con la derecha indepe (que será indepe, pero muy de derechas) o no le salen los números progresistas. Es lo que hay. Tapémonos los ojos y finjamos que el proyecto de Puigdemont para España se parece al proyecto del PSOE como una gota de agua a otra gota.

Tapémonos los ojos y finjamos que el PNV, y Bildu, y Esquerra, y sobre todo Junts, pierden el sueño por el bienestar y el progreso de los extremeños, y los manchegos, y los canarios. No tolerarían que ni uno sólo de ellos tuviera menos recursos que un catalán o un vasco.

Ayer mismo vino a admitir de nuevo el presidente que está en lo que está cuando una manifestación contra la amnistía la interpretó como una manifestación contra su investidura.

De los autores del 'no lo llames amnistía, llámalo alivio penal'

Por cierto, de los autores del 'no lo llames amnistía, llámalo alivio penal' llega ahora 'no lo llames engaño, llámalo colchón'. Ésta es la nueva aportación al diccionario de metáforas políticas de 2023. Lo leí ayer en El País: 'Sánchez prepara el colchón político para la amnistía'. Dices: colchón porque amnistiará a quien haga falta y se echará a dormir. No. Colchón porque empieza a preparar a sus electores para su salto más arriesgado, decía la información, el carpetazo judicial del procés. Carpetazo sí se entiende bien: consiste en atar de manos a los jueces que ya instruyen causas judiciales impidiéndoles seguir adelante con el argumento, hecho ley, de que todas las responsabilidades penales derivadas del procés, juzgadas o por juzgar, quedan extinguidas. Recuérdese que a Puigdemont no se le puede indultar porque aún no ha sido condenado. Tampoco, en realidad, amnistiar por el mismo motivo.

De ahí que lo que se esté urdiendo es la neutralización de la causa judicial para que ni siquiera pueda ser juzgado. Amnistía preventiva. Interesante que la información de El País diga que Sánchez ha empezado a preparar a sus electores, y no a todos los ciudadanos. Es una forma de admitir dos cosas: que sus votantes tienen serias razones para sentirse estafados (hasta el 23 de julio la amnistía ni era posible ni era deseable); y que el resto de los ciudadanos no están en la cabeza del presidente, con que los suyos le compren la mercancía que ahora toca, le vale. Si el resto del país no entiende que una amnistía es un precio como cualquier otro por siete votos en una investidura, es su problema. Eso, al presidente no le afecta.

Encuestas

También dicen las encuestas que el 60% de la población sigue en contra de los indultos y el gobierno no se cansa de predicar lo bien que ha comprendido la sociedad lo beneficiosos que han sido. El colchón político. De muelles, supongo. Sánchez más que colchón lo que tiene es una cama elástica.

Vídeo del monólogo completo de Carlos Alsina

Monólogo de Alsina: "De la manifestación a la cama elástica"