Anda que no le gustaría a Puigdemont ser el abuelo Macià. Francesc Macià, a quien la prensa de la época aún llamaba Francisco el coronel. Maciá fue el primer presidente de la Generalitat de Cataluña, 1931, aunque al independentismo le guste engañarse a sí mismo diciendo que ha habido ciento treinta y dos y que el primero fue un cura del siglo XIV (lo que tú quieras).
A Puigdemont, presidente breve que habiendo estado un año y nueve meses en el cargo lleva sacándole partido desde hace ocho, le gustaría ser no el Maciá que reculó y después de proclamar la República Catalana aceptó que fuera sólo una región autónoma en España, sino el Maciá que en el 26 se conjuró en Francia con un grupo de italianos armados, herederos de Garibaldi (que no de su taberna, Pablo) y marchó hacia la frontera con idea de entrar en España por las bravas y tomar Olot.
La cosa terminó malamente porque un chivatazo puso en alerta a las autoridades francesas, la marcha fue neutralizada y a Maciá lo detuvieron en su cuartel general, que era una cómoda casa de campo. Allí, detenido y juzgado, empezó a construir su mito. El del exiliado perseguido por el Estado español represor.
A Maciá le cayó una condena flojita y fue desterrado a... ¡Bruselas! Acabaría regresando a España meses antes de la caída de Alfonso XIII, indultado por el gobierno monárquico de Aznar, no José María sino Juan Bautista.
Anda que no le gustaría a Puigdemont emular a Macià y organizarse su propia marcha hacia la frontera, quién sabe si desde Prats de Molló, que para algo es la Cataluña norte, o sea, el sur de Francia. Montar un follón y reventarle a Esquerra su campaña electoral debe de ser una tentación irrefrenable para alguien que detesta a Oriol Junqueras aún más de lo que detesta al Estado español. Y a Sánchez, que apoyó el 155 y prometió traerle de regreso para que fuera condenado.
Puigdemont desvelará si se presenta a las elecciones catalanas
El profeta Puigdemont, autor de su propio manual de resistencia, desahuciado políticamente hasta hace ocho meses, subirá hoy a la montaña para revelar ante el pueblo elegido, los puigdemones, cuál será su nueva forma de sacrificio por la causa. Y todos los indicios apuntan en una misma dirección: el sacrificio será presentarse a la presidencia de la Generalitat. Falta saber si además pretende presentarse, cruzando la frontera no en un maletero sino a pie, en España.
Y luego ya se verá si el juez Llarena le detiene. Y si la amnistía entra en vigor. Y si el ampara, como le ha prometido el gobierno que le debe su existencia, o acaba teniendo que responder ante el Tribunal Supremo por un presunto delito de terrorismo.
Hubo un tiempo no muy lejano, pongamos hace ocho semanas, en que el deporte diario del independentismo y de la izquierda era crucificar al juez García Castellón por haber reactivado la causa del tsunami democrátic. Hasta la vicepresidenta Ribera cayó en la tentación de darle un viaje. Le señalaban como torpedero de la amnistía y lobo solitario. El bueno era el fiscal, que no veía terrorismo posible, no el juez, alentador de fantasmas. Porque ya había sentenciado el presidente del gobierno qué delitos no pueden nunca achacarse a un independentista. Menos aún al que le ha hecho a él presidente.
Lo que ha ocurrido luego es que la sala de lo Penal de la Audiencia, instancia superior ya con varios jueces, ha avalado el criterio del juez (ayer mismo); que doce fiscales del Supremo (doce a tres) vieron indicios de terrorismo; y que cinco jueces del Supremo, los cinco que decidían, también los vieron. Muy solo no parece que estuviera el juez instructor.
"Ahora es el PNV el que se lanza contra Esquerra por haber sugerido que el concierto vasco no es solidario con las demás comunidades"
En la España de la concordia, ahora es el PNV el que se lanza contra Esquerra por haber sugerido que el concierto vasco no es solidario con las demás comunidades. Dijo Pere Aragonés que el concierto catalán tendría cuota solidaria, no vaya a parecer que Esquerra no es de izquierdas. Pero el PNV se revuelve por haber sugerido que el concierto vasco no es solidario con el resto de España. Sólo faltaba.
Aragonés, president naufragado, hace bandera (o banderín) electoral de la financiación específicamente catalana y se atribuye el derecho a cerrar el grifo de la distribución de renta a otras regiones. Cuota solidaria, pero sólo por un tiempo y siempre que las demás regiones cumplan con las reformas que se les impongan.
Para amar tanto el autogobierno anda este presidente loco por meterse en casa de los demás a decirles cómo gobernar lo suyo. O porque sí, o porque no, la solidaridad con fecha de caducidad. Izquierdísima Esquerra. Sólo un socialista ha elevado hasta ahora la voz para decir que esto del pacto fiscal no tiene un pase. Y no es Page.
Adrián Barbón. Dígaselo usted al gobierno, que ha estado tibio en la respuesta a la exigencia de sus socios. Qué tono tan distinto el del presidente en su respuesta de ayer a la señora Nogueras, que le regaló, como siempre, un chorreo por oprimir a Cataluña.
Y sí, la sesión de control al gobierno en el Congreso semana tras semana alcanza nuevas cotas de bochorno. Y nuevas cotas de volumen, porque tanto los ministros supuestamente controlados como los diputados de la oposición que supuestamente controlan vocean cada día más. Qué amor por el griterío, que tienes ustedes micrófonos, señorías, a gritar sálganse a la calle.
Entre eso, que los ministros no responden a nada, que quienes les preguntan, Feijóo incluido, mezclan todo el tiempo insinuaciones con medias verdades y con la cosa ésta de 'ojo, que aún se van a saber más cosas sobre Begoña Gómez', que el noventa por ciento de las intervenciones son un revoltijo de insidias y distorsiones y que están todos más pendientes de enardecer a sus fieles que de aclarar nada, y que para enardecer a los suyos se esfuerzan en exhibir una aversión al contrario rayana en el odio, se les está quedando un Congreso que se parece cada vez más al twitter y menos a España. La ministra de Igualdad fue ovacionada en pie por el grupo socialista cuando tachó de negacionista de la violencia de género al grupo mayoritario de la cámara. Negacionista y, por ello, cómplice de quienes matan.
Hay un pacto de Estado sobre la violencia machista en el que están todos los grupos de la cámara
Terminaba diciendo tenemos que estar juntos. Hay un pacto de Estado sobre la violencia machista en el que están todos los grupos de la cámara. Pero la ministra de Igualdad llama cómplices a los diputados del grupo más nutrido. Fue muy ovacionada. Después ella pidió disculpas al diputado del PP al que respondía, pero eso ya, como no se vio, no se lo aplaudió nadie.
Cualquiera que vea el barro éste de los miércoles concluirá que para sus señorías de derechas los de enfrente son corruptos, puteros y cocainómanos. Y para sus señorías de izquierdas los de enfrente son corruptos, maltratadores y asesinos de ancianos. Y que siendo así, lo natural es odiarse. Ellos sabrán hacia dónde quieren llevar sus relaciones políticas. Pero el grado de envenenamiento que ha alcanzado la gresca parlamentaria obliga a preguntarse si no hay nadie con cabeza suficiente para entender que ha llegado el momento de enfriarse.