De los periodistas siempre se dice, malvadamente, que tienen como ley fundamental ‘no dejes que la realidad te estropee una noticia’. Si la historia es buena, publícala aunque no sea verdad. De los sindicalistas habrá que decir ahora ‘no dejes que la realidad te estropee una buena manifestación’. Si la convocatoria te parece que tiene pegada, mantenla aunque la realidad la haya vaciado de sentido.
Coincidiendo con el fin de semana en que Óscar López será coronado como mini yo de Pedro Sánchez para la conquista de Madrid ---enésimo fusible en la batalla eternamente perdida del socialismo madrileño--- y en el que el nuevo sparring de Isabel Díaz Ayuso llamará a movilizarse a los votantes de izquierda ---que, al parecer, en Madrid son particularmente paraditos---, UGT y Comisiones Obreras, con susministros Álvarez y Sordo, al frente, darán ejemplo movilizándose ellos dos ---confían en que alguien más--- para cantarle las cuarenta en la calle a la oposición. No a la oposición madrileña, que entonces se manifestarían contra Óscar López, sino a la oposición nacional, por ahí no pasan, que lo sepas, Feijóo.
---¿Por dónde no pasan?
---¡Porque no se revaloricen las pensiones!
---Pero sí ya se han revalorizado.
---Ah. ¡Pues para que no vuelvan a tumbarle al Gobierno el decreto!, para eso hay que manifestarse.
---Pero si ya ha dicho el PP que votará sí.
---Ah. Bueno, pero… ¿hay algo mejor que hacer un domingo en Madrid?
Admitamos que el nuestro es un país innovador en el que el debate público no deja de ofrecer episodios nunca antes vistos. A los dos que se ha cobrado la semana que declina ---ministros en la sala de espera aguardando a que Puigdemont terminara de elaborar su decreto ley para que ellos se lo convalidaran; y el fiscal general del Estado atrincherándose contra un juez del Supremo y negándose a responderle una sola pregunta con el precario argumento de que lo tiene enfilado--- se sumará este domingo, día del señor, una doble innovación. UGT y Comisiones Obreras no sólo se manifestarán contra la oposición ---singularidad primera--- sino que lo harán para exigirle a la oposición que haga lo que ya ha hecho ---singularidad suprema---. Veamos lo que dice la convocatoria sindical: ‘Exigimos: uno, que el gobierno apruebe un nuevo decreto ley para solucionar la derrota del anterior; dos, que el Congreso le convalide el decreto y deje de tomar a la población como rehén del oportunismo político’. Contundentísimos Álvarez y Sordo poniendo deberes a los demás, que es un poco en lo que están especializados los líderes sindicales en España, en decirle a los demás lo que tienen que hacer (parecen periodistas).
Dado que, uno, el gobierno aprobó el martes un nuevo decreto ley, diseñado por Junts, que entró en vigor ayer; dado que, dos, todas las medidas por cuyo naufragio temían los sindicatos (de boquilla), porque sabían, como usted y como yo que el gobierno solventaría el decreto muerto con un nuevo decreto vivo, como ha hecho siempre; y dado que, tres, más de trescientos diputados del Congreso, los 137 del PP incluidos, han anunciado ya su voto afirmativo…
…,perdón por la pregunta pero, ¿qué se supone que exigen ahora los movilizados líderes sindicales? Si más que manifestación, lo que tendrían que hacer es una fiesta para celebrar que el fin del mundo que profetizaron nunca llegó. Bien es verdad que no porque ellos hayan ejercido mucha influencia, no parece que la tengan sobre ese partido de derechas, más próximo a la patronal (catalana) que a ningún otro sitio que responde al nombre de Junts per Cataluña y a cuyo líder expatriado Puigdemont rindió visita mendicante Pepe Álvarez para rogarle que se sumara a la reducción de la jornada laboral, ¡Puigdemont!, que tiene la jornada laboral más achicada que se ha conocido nunca en Europa.
No dejes que Puigdemont te estropee una manifestación.
Dos de tres. Declaró en el Supremo la segunda de las tres personas investigadas por la filtración de documentos reservados en el caso Amador. La fiscal provincial Pilar Rodríguez, que con su jefa Almudena Lastra debe de llevarse tan malamente como ésta con el fiscal general y el fiscal general con ésta ---qué quieren, los fiscales son, también, personas, se clavan puñalitos entre ellos como buenos compañeros de trabajo---, la fiscal Rodríguez declaró y como imputada que es ejerció su derecho a protegerse a sí misma. Seleccionó a quién respondía y a quién no, negó que haya participado en acto ilícito alguno, dejó por mentirosa a la testigo Lastra ---que está obligada a decir la verdad, a diferencia de los imputados--- y vino a decir que es infundado atribuirle a ella, o a la fiscalía general, la filtración ---primero--- del expediente Amador y ---segundo--- del correo del abogado Neira porque son tantas (y tantas) las personas que tenían acceso a ese correo y tantas (y más tantas aún que antes) las que tenían acceso al expediente, que señalarles a ellos es un brindis al sol.
Resulta que medio Madrid ---cuatrocientas personas, dicen unas crónicas, más de quinientas, dicen otras--- tenía acceso al expediente fiscal de un tal González Amador. Porque estaba en una carpeta compartida. Compartidísima. Y es verdad. Pero tener acceso a una carpeta no es lo mismo que haber accedido a ella, claro. No parece que fueran quinientas las personas estaban al tanto de que Amador tenía una novia; ni quinientas las que se descargaron el expediente; ni quinientas las que lo filtraron a un diario. Ni la fiscal jefe provincial ni el fiscal general tienen noticia (o dicen tenerla) de quién pudo ser el filtrador. Nunca movieron un dedo para averiguarlo. Tampoco lo han hecho en estos diez meses, ellos sabrán por qué.
Al correo reservado del abogado no tenía acceso esa legión de fiscales y funcionarios pero resulta que tampoco eran pocos. Sesenta, por lo menos. Todos los que podían entrar a ver qué había en el correo genérico de la fiscalía de delitos económicos. Y hasta la señora de la limpieza, que pudo ver el correo impreso en papel encima de una mesa, qué me estás contando. ¿Cuántas de las sesenta se dedicaron a pasarle el correo a periodistas amigos? Pues a saber, dice la versión oficial, igual los sesenta. ¿Cuántas estaban ocupadas la noche del trece de marzo, con enorme urgencia, en enviar al gmail de García Ortiz ese correo que faltaba para armar una nota de prensa y cerrar el círculo? Pues no las sesenta, desde luego.
El juego del cluedo continúa. Próxima semana, tres de tres, declara el último de los investigados. Último en ser incluido por el juez como sospechoso. Villafañe, mano derecha de Álvaro García Ortiz. Su teléfono móvil no ha merecido, hasta ahora, el interés del magistrado.