OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La radio, el medio más influyente"

Carlos Alsina relata a los oyentes cómo Más de uno está recorriendo las calles del centro de Madrid para celebrar el Día Mundial de la Radio y contarles la verdadera historia de este medio.

📻 Los mejores momentos del recorrido en autobús de Alsina por el centro de Madrid para celebrar el Día Mundial de la Radio

🔊Guerra en las ondas: la verdadera historia del nacimiento de la radio es España

Carlos Alsina

Madrid |

Qué tal, ¿cómo están? Bienvenidos a una nueva mañana de radio.

Estamos estrenando el 13 de febrero de 2025. En ruta ya hacia la plaza de Colón de Madrid, donde se subirán a nuestro autocar los contertulios del programa y algún invitado más.

El trece de febrero celebramos, cada año, a los oyentes de los programas de radio en todo el mundo. Nosotros sobre todo celebramos a los oyentes de los programas de radio en España, o sea, a todos ustedes. Y este año se nos ha ocurrido ofrecerles una suerte de ruta radiofónica por algunos de los lugares en los que la radio, primero balbuceante, experimental -una novedad tecnológica, transmitir la voz y la música sin cables- empezó a creer en sí misma y a imaginar cuánto podría llegar a cambiar la vida cotidiana de los españoles. Sin ánimo de presumir -un día es un día- el medio que más influye hoy en el debate público que a diario se produce en España es el nuestro, la radio hablada. Los programas que a estas horas competimos por captar su atención, y su fidelidad, sumamos nueve millones de oyentes.

Esta mañana pretendemos unir el pasado con el futuro. Después de todo, quienes hacemos hoy los programas de radio, y quienes los escucháis, estamos ahí, en el medio. Herederos de lo que fue y antecesores de lo que vendrá. Cómo será la radio del futuro no se lo vamos a poder contar porque no lo sabemos.

Cómo fue la primera radio que se hizo en España sí podemos contárselo. Y nos apetece contárselo porque a la peripecia de aquellos jóvenes y audaces pioneros del medio le debemos que este invento germinara y empezara a echar raíces, sólidas raíces, en la sociedad española. Por eso esta mañana, primer avance de lo que tenemos por delante, detendremos este autocar en el punto exacto de Madrid donde tres hermanos veinteañeros, amigos de trastear con cables y aparatos rudimentarios, instalaron un micrófono y empezaron a emitir cada noche un rato largo. Ocurre que este autocar permite hacer viajes en el tiempo, de modo que no se extrañen si en algún momento su aparato receptor, o su teléfono móvil, empieza a sonar como si estuviéramos no en 2025 sino en 1923.

Ocurre que este autocar permite hacer viajes en el tiempo, de modo que no se extrañen si en algún momento su aparato receptor, o su teléfono móvil, empieza a sonar como si estuviéramos no en 2025 sino en 1923

Con menos calidad, claro, que el sonido nítido de la radio de 2025; con este ruido que habían de sufrir los primeros oyentes españoles, nuestros abuelos, que se hacían sus propios receptores de galena, o adquirían los primeros aparatos destinados al uso doméstico.

Emocionados ante esta novedad absoluta que es poder asistir, sin moverse de casa, al concierto de la banda municipal o la conferencia de un insigne estudioso de cualquier ciencia.

En aquella España en la que había empezado a gobernar un directorio militar y las Cortes estaban suspendidas, ingenieros, telegrafistas, empresarios y periodistas, van a ir experimentando y descubriendo todas las posibilidades que ofrece esta nueva maravilla llamada radio mientras el gobierno se pone a la tarea de regular las ondas y reservarse la potestad de decidir quién puede emitir y dónde.

Estas primeras emisoras no tienen un punto fijo en el dial, los equipos de emisión son poco precisos. La forma de que no se interfieran unas y otras será repartirse no el dial sino las horas: no se permite que emitan dos a la vez. ¿Se imaginan si esa regulación se hubiera quedado así, para siempre? Si hoy, en lugar de emisiones simultáneas, las cadenas tuviéramos un tramo horario asignado del que no podemos salirnos. Usted, Angels, sólo puede emitir de seis a ocho. Alsina, de ocho a diez. Cuní, de diez a doce. Bueno, en 1924 el prime time de la radio era la noche. De diez a doce de la noche, con los radioyentes recogidos todos en casa y esperando a ver qué tocaba ese día.

Qué metería usted en una cápsula del tiempo como muestra, reflejo, memoria de lo que hoy, 2025, significa la radio en España

Desde nuestras instalaciones en Paseo del Rey -diría el primer locutor que hubo en España- iniciamos la emisión correspondiente a este trece de marzo. Hablando ante el único micrófono del primer estudio de radio que existió, un modesto habitáculo en el rincón del taller donde fabricaban aparatos, separado de este por un tabique, cubierto el suelo de serrín y con telas colgando de las paredes: el primer paso de lo que acabarían siendo los locutorios insonorizados.

Conectaremos esta mañana el pasado con el futuro. A través de historias de oyentes a quienes la radio les cambió, de alguna forma, su vida. Y con ayuda de colegas de otras cadenas que nos ayudarán a elegir qué objetos introducimos en una cápsula del tiempo para que sea abierta dentro de veinticinco años por quienes, para entonces, se ocupen de mantener en forma la radio en España. Qué metería usted -que me escucha- en una cápsula del tiempo como muestra, reflejo, memoria de lo que hoy, 2025, significa la radio en España.

Luego le pregunto al conductor si podemos pasarnos por la embajada rusa, en Velázquez, a ver qué nos cuentan de Putin y su conversación de ayer con Trump sobre Ucrania. Y luego preguntamos en la embajada de Estados Unidos, en Serrano, si en Crimea y el Donbás pueden cantar los rusos ya victoria porque se las quedan para siempre. La embajada de Ucrania en Madrid está más retirada -no en retirada, sino retirada- pero visto lo visto, igual no hace falta pasar por allí porque a Zelensky lo que le van a poner sobre la mesa los dos tenores, el ruso y el americano, son hechos consumados.

Es la noticia del día -una de ellas-. Que Trump habló con Putin, concertaron una negociación inmediata para poner fin a la guerra de Ucrania -en rigor, la invasión rusa, o como dice nuestro gobierno, la guerra de Putin- sólo después telefoneó el americano a Zelensky para contarle lo que había. Y lo que hay es que el precio de la retirada rusa es que no haya retirada, no del todo. Que el ejército ruso permanezca en la región de Ucrania que hoy controla, el Donbás, y que tanto ésta como Crimea -invadida en 2014 en aquella operación con militares marca blanca- pasen a ser territorio de Rusia.

En palabras del nuevo ministro de Defensa estadounidense, que el regreso a las fronteras previas a la invasión -no te digo ya previas a Crimea- no es realista. O traducido: Ucrania entrega una parte de su territorio soberano pero lo hace voluntariamente y en aras de la pacificación. Y Putin sienta el precedente de que invadiendo un país vecino puede quedarse, al final, con una parte de su territorio. En Finlandia, Estonia y Letonia deben de estar tentándose la ropa.

¿Y los gobiernos de la OTAN y de la UE qué dicen? Pues dirán que ellos están, o estamos, a lo que diga Zelensky. Es el gobernante del pueblo al que hemos prestado nuestra ayuda militar y económica estos tres años. Y estar a lo que diga Zelensky se va a parecer mucho a estar a lo que diga Trump pero sin reconocerlo abiertamente.