Fue su voz. Yo creo que fue su voz y su forma de decir lo que permitió a Victoria Prego ser reconocida desde muy pronto por los espectadores de Televisión Española. Conocían su rostro, pero reconocían su voz. Desde casi casi chiquilla. Porque con veintiséis años ya estaba en pantalla, asignada a la sección de Internacional de aquel noticiero coral que hacían en la segunda cadena cuando el franquismo, día a día, se apagaba.
La joven periodista de internacional acabaría siendo una de las conductoras más genuinas que ha tenido el Telediario, en pareja con otro genuino de nombre Joaquín Arozamena que ayer decía que Victoria era bajita pero muy grande.
Hace ahora treinta años, cuando aún no estaban de moda las series documentales, Prego y Elías de Andrés se pusieron a contar los años más trepidantes, e ilusionantes, de la reciente historia de España en trece episodios que llamaron La Transición.
A raíz de aquel trabajo, de la inmersión que hizo en los documentos audiovisuales de la época, de las entrevistas que realizó a quienes los protagonizaron, la voz de Victoria Prego quedó ligada en la memoria de los espectadores con el momento histórico que les había narrado. Escribió sobre la transición mientras seguía informando en El Mundo y en El Independiente, su última casa, del día a día de España. 'Cronista de la transición' es uno de los títulos con los que hoy es despedida por quienes crecieron periodísticamente a su lado.
Compañeros de oficio, y amigos que fue haciendo en el camino, que han subrayado dos virtudes que la adornaron y un defecto que nunca tuvo. Las virtudes: sencillez y sentido el humor. ¿El defecto en que el que nunca cayó? El sectarismo.
Siempre que se muere alguien a quien hemos tratado acabamos hablando de nosotros mismos. Caigo en la tentación, medio segundo, sólo para contar que estuve a punto de ser pareja profesional de Victoria en aquel año 2001 en que íbamos a haber compartido la conducción de La Brújula.
Ella por delante y yo, de escudero. Los planes se torcieron, donde hay patrón no manda ni la marinera ni el marinero, y yo me quedé colgado de la brocha y doliéndome, aún me duelo, de todas las lecciones de periodismo que me perdí al poder trabajar a su lado.
"Se apareció el presidente en feria recuperado de su pájara fake"
Se les apareció en carne moral San Pedro Mártir a los asistentes a la Feria de Abril. (La feria de Barcelona, no la de Sevilla que ya acabó, la prueba es que María Jesús Montero lleva varios días ya en Madrid). Se apareció el presidente en feria recuperado de su pájara fake y dispuesto a gobernar España los próximos tres o cuatro siglos. ¿Eres tú, mi señor?, preguntaban sus discípulos, ¿realmente eres tú, nuestro cristo resucitado?
Muéstranos la palma de tus manos para que veamos los agujeros de los clavos. Pedro no mostró agujero alguno porque la cruz a la que él sólo se subió y de la que él mismo se bajó era una cruz de pega. Nunca hubo clavos. Se la clavó, eso sí, a sus apóstoles abatidos, caídos bajo el hechizo del gran hacedor y, una vez despiertos, sabedores ya de cómo se las gasta el pastor al que están entregados.
En su condición de guionista jefe de la vida pública española, ha decretado el presidente que ahora toca desasosegarse por la desinformación, y los bulos, y la galaxia digital y lo que él mande. La sociedad no ha de ser otra cosa que el reflejo de las tribulaciones personales del presidente.
Detrás de Sánchez va el séquito de ministros
Si a él le tienen sin dormir los bulos, España insomne por los bulos. Si él se monta un batiburrillo infumable con la desinformación, las vacunas, el cambio climático, el lawfare y el Consejo General del Poder Judicial, detrás que va el séquito de ministros, líderes sindicales y comentaristas siempre a la espera de que el líder les abra los ojos. Al toque de corneta de Sánchez respondieron ayer, todos a una, los apóstoles del sanchismo.
Gran verdad ésta que dice Unai Sordo: no valen las insidias para cuestionar las elecciones en España. Como Madrid también es España, y Castilla y León, y la Comunidad Valenciana, hay que asumir que la izquierda admite con deportividad que gobierne la derecha en estas regiones y no tratará jamás de deshumanizar o deslegitimar a Ayuso o al tal Gallardo. Repita conmigo: regeneración democrática. Ministros y líderes sindicales abrazan extasiados su función de altavoces, repetidores todos de la señal que emite el faro pedrista de la Moncloa.
1 de mayo
Si en Ferraz hubo apenas doce mil personas consternadas por la pájara falsa del presidente el sábado, ayer, primero de mayo, acudieron a la parada sindical diez mil personas, según la delegación del gobierno (del gobierno de Sánchez). Diez mil personas elevadas a la categoría de sociedad española ante las que ministros y líderes sindicales se cargaron con el peso de una tarea hercúlea: defender la democracia, nada menos. Cómo no estar agradecidos, vicepresidentas, suerte en la misión providencial.
Ha de entenderse que cuando los ministros dicen defender la democracia lo que están diciendo es que la democracia buena son ellos, frente a la oposición, que es la democracia mala. Tan mala, que es antidemocracia. A esto es a lo que llaman juego limpio y respetar al adversario: la democracia ha de ser como diga yo, perdón, como diga el presidente renacido, o revenido, y no como creas tú. Y eso incluye sentenciar cuál es la forma democrática de elegir vocales del Poder Judicial y cuál no. Papel estelar para el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo.
Quien defienda que jueces elijan vocales directamente es bobo, ¿queda claro? Respeto a la discrepancia. Ocurre que la bobada emana del artículo de la Constitución que Yolanda Díaz no termina de aprenderse. Es ahí donde se discrimina entre jueces y magistrados y abogados y otros juristas. De los segundos dice que los elegirán el Congreso y el Senado, ocho, de los primeros no dice que tengan que ser el Congreso y el Senado. Sólo dice que los nombra el rey.
Hasta que Felipe González cambió la ley del poder judicial para que a los veinte vocales los escogiera el Parlamento la bobada (que dice Sordo) era lo que se interpretaba que habían fijado los autores de la Constitución. Y la bobada de que a los vocales jueces los elijan los jueces la ha hecho suya la comisión europea.
Es llamativo que los líderes sindicales se incomoden enormemente cuando otros hablan de los temas que consideran propios, cuando el Banco de España opina sobre las pensiones, por ejemplo, cómo olvidar aquello de José Ricardo Martínez sobre Fernández Ordóñez… y sin embargo, no dejan de opinar ellos, y hacen bien, sobre todos los temas imaginables, incluido el CGPJ. Yolanda Díaz es devota de la comisión europea en lo que se refiere a las operaciones bancarias, por ejemplo… pero si la misma comisión dice que es inaceptable rebajar las mayorías para elegir vocales del Consejo del Poder Judicial entonces no ve necesidad de hacerle caso. Y sí, como diría ella, sí: se inventa un artículo de la Constitución que no existe.
El artículo dice cómo se eligen los vocales y cuánto dura su mandato
El artículo no dice nada ni del PP ni del gobierno. El artículo dice cómo se eligen los vocales y cuánto dura su mandato. Punto. (Y aparte, si quiere el presidente, punto y aparte). Uno de los bulos más propalados, e interiorizados por quienes lo propalan, de nuestra vida pública es éste de que le corresponde al gobierno renovar el CGPJ negociándolo con el PP.
El presidente volvió a arrogarse el martes, sin que nadie le replicara, una competencia que no tiene y una misión que nadie le ha encomendado. No es el gobierno quien ha de renovar el Consejo, es el Parlamento. Son la señora Armengol y el señor Rollán quienes deberían buscar vías para conseguir la renovación sin atropellar las reglas que hoy están vigentes. Extraña forma ésta de mejorar la democracia retorciendo (aún más) la interpretación del artículo 122 para fabricar vocales de primera y de segunda: unos con requisito de mayoría de tres quintos y otros a los que baste la mayoría absoluta, es decir, gubernativa.
Extraña forma de mejorar la democracia ésta de achicar el consenso que requiere hoy la elección de los vocales arrebatándole al Senado seis de los que ahora elige para que lo haga también el Congreso, es decir, la mayoría gubernativa. Uno entiende que el presidente y su vicepresidenta dos anden tentados de sentar en el CGPJ a dieciséis vocales afines, ya han sentado afines en el Constitucional, el Consejo de Estado, la fiscalía general, el CIS y la presidencia de Correos (hasta en el Hipódromo sentaron a una de las suyas), pero tengan al menos el pudor de no llamar a esto regeneración democrática.
Llámenlo totus tuus, Pedro, totus tuus. San Pedro Mártir regresado de su jardín de olivos para imponer de una vez el reino de dios.