El largo camino del gobierno
Se le va a hacer muy largo al gobierno el camino a junio. En junio todos los años hay cumbre de la OTAN. La de este año toca en los Países Bajos, patria del secretario general que tiene ahora, ex primer ministro conservador Mark Rutte. Tal como va el mundo, para cuando llegue la cumbre de junio a saber cómo estará la OTAN.
A nuestro gobierno se le va a hacer largo el camino porque en las doce semanas que quedan (sesenta días laborables) raro será que no se le pregunte, cada día, cuánto más tardará el presidente en cumplir con su compromiso de ofrecer a los españoles (y al Parlamento) las respuestas que anteayer dijo que aún no tiene. A saber: cuánto subirá el gasto en Defensa, cuándo y de dónde saldrá el dinero. Cuánto, cuándo y de dónde.
Hasta bien entrado febrero, el presidente despachaba estas preguntas con dos salmos. El primero decía que ya somos uno de los mayores contribuyentes, en números absolutos, al sostenimiento de la OTAN, aunque en porcentaje de PIB pueda parecer poco. El segundo, que tenemos un compromiso adquirido desde el año 2014 para llegar al 2% del PIB en 2029. Ambos estribillos se vieron arrollados cuando los acontecimientos en Europa empezaron a precipitarse. Macron empezó a convocar cumbres, Ursula Von der Leyen empezó a hacer cuentas, Mark Rutte empezó a urgir a los gobiernos de la OTAN, al rebufo de Trump, a acelerar su gasto militar no al 2% sino al 3% o al 5%. El presidente Sánchez corrigió el discurso y aceptó modificar su calendario y anticipar el cumplimiento de ese 2% prometido. ‘Lo haremos antes de 2029’, era el nuevo mensaje. Que obligaba a preguntar: ‘Antes, ¿cuándo?’ Hasta hoy, no ha habido respuesta. Ni en las ruedas de prensani en el pleno parlamentario. Se le preguntó en Finlandia hace dos semanas.
"Lo haremos antes de 2029", era el nuevo mensaje. Que obligaba a preguntar: "Antes, ¿cuándo?" Hasta hoy, no ha habido respuesta. Ni en las ruedas de prensa ni en el pleno parlamentario.
El incremento en tiempo récord
Dos semanas después, aún no ha explicado. Por eso fue tan inoportuno para el gobierno que el señor Rutte cantara ayer la gallina y revelara que el compromiso que ha adquirido Sánchez con la OTAN es alcanzar ese 2% de inversión en Defensa (unos 30.000 millones de euros) este mismo verano. Es posible que alguno de sus ministros, incluso que la mayoría de sus ministros, se enteraran ayer de este acelerón del gasto militar leyendo en los digitales lo que había dicho Rutte. No te digo ya los supuestos socios parlamentarios, que cada vez son menos socios de un gobierno cada vez menos parlamentario.
Es posible que alguno de sus ministros, incluso que la mayoría de sus ministros, se enteraran ayer de este acelerón del gasto militar leyendo en los digitales lo que había dicho Rutte.
No parece que la prodigiosa ingeniería contable de la que viene haciendo gala el gobierno sea lo bastante elástica como para poder presentar como incremento en tiempo récord del gasto la mera reubicación de partidas presupuestarias que ya existían. De ahí que el amigo Rutte hay abierto un melón que permite a los grupos políticos volver a urgirle a Sánchez que hable claro. El esfuerzo de la Moncloa, ayer, por matizar a Rutte, aguar el supuesto calendario y negar que el presidente se haya comprometido exactamente a eso no va a evitar que la exigencia de explicaciones arrecie. Y no distrae de lo principal, que es que la OTAN, y la Unión Europea, aprieta y cumplir con lo que se nos viene pidiendo no es optativo. El presidente lo sabe.
El gobierno que no para de trabajar
Reapareció ayer la ministra de Defensa del gobierno de España —aunque sólo sea para que no olvidemos que hay una ministra de Defensa y que no se llama José Manuel, sino Margarita— para decir nada. O sea, nada nuevo. No será por el ardor guerrero que le achaca Podemos, pero le están saliendo al gobierno unos tonos aznarianos bien curiosos. Todo será que un día de éstos se le pegue a Patxi López el acento tejano que le brotó a José María Aznar diez minutos después de pisar un rancho. No para de trabajar el gobierno de España, agota sólo de escuchárselo decir, en los múltiples frentes que tiene abiertos. Que son, en esencia, cuánto, cuándo y de dónde. O sea, las cuentas.
Todo será que un día de éstos se le pegue a Patxi López el acento tejano que le brotó a José María Aznar diez minutos después de pisar un rancho.
Premio, en este punto, a la desinformación del día para María Jesús Montero, ministra de Hacienda y responsable de que, desde hace seis meses, el Congreso esté incapacitado para debatir un proyecto de Presupuestos. El gobierno ha ido cambiado de argumentario esta semana sobre la marcha. El domingo recogían las crónicas que beben en nutritivas fuentes de Moncloa, que estaba decidido ya olvidarse de los Presupuesto de 2025 y dejarlo para el 26, o para el 27. O para nunca.
El martes le preguntaron a la portavoz Alegría y tiró de condescendencia para predicar que no querían hacer perder el tiempo a los diputados. El bochorno fue notable y se cambió, entonces, de estribillo. El nuevo dice que el gobierno no sólo no ha tirado la toalla, sino que se está dejando la piel en el empeño de pactar las cuentas. Ayer, un pasito más en la corrección de la propaganda. Y una contribución más a la distorsión diaria a que nos tienen sometidos algunos ministros. Ahora predica la vicepresidenta uno que, en realidad, el gobierno ya cumplió, bendito sea.
El domingo recogían las crónicas que beben en nutritivas fuentes de Moncloa, que estaba decidido ya olvidarse de los Presupuesto de 2025 y dejarlo para el 26, o para el 27. O para nunca.
La obligación del Gobierno
Este ‘otros grupos’ anónimo es la forma de evitar decir Junts per Cataluña, sin cuyos votos el Congreso no habría podido tumbar la senda de estabilidad (julio de 2024). Pero reparemos en quién no dice la verdad. Es verdad que el gobierno perdió esa votación y es verdad que no ha cumplido con su obligación. Lo de la senda es previo a la elaboración del proyecto de Presupuestos. Y ocurren dos cosas:
- La primera, que la propia vicepresidenta, marzo del año pasado, cuando el Senado le tumbó la senda no para los Presupuestos del 25, sino para los del 24, sostuvo que eso no era obstáculo para presentar el proyecto a las Cortes.
- La segunda cosa que ocurre es que la obligación del gobierno, si el Parlamento le rechaza la senda de estabilidad, es rehacer las cuentas y presentar una nueva senda hasta conseguir que se la aprueben. Porque el gobierno, aunque éste de ahora quiera olvidarlo, se debe al Parlamento.
- Artículo 15, punto 6.‘Si los objetivos de estabilidad son aprobados por las Cortes, el proyecto de Presupuestos se acomodará a esos objetivos. Si son rechazados, el gobierno remitirá un nuevos objetivos a las Cortes en el plazo máximo de un mes’.
Espera que saco el rotulador fosforito: nuevos objetivos en el plazo máximo de un mes. La senda de estabilidad para 2025 la tumbó Junts en el Congreso el 23 de julio de 2024. Luego la obligación del gobierno era rehacer sus números y presentar la nueva senda en el plazo máximo de un mes. Aunque a María Jesús Montero se le haya pasado el tiempo volando, resulta que han transcurrido ocho meses desde aquello. Sin que el gobierno haya presentado nueva senda y sin que haya presentado Presupuestos. Lejos de haber cumplido, lo que ha hecho el gobierno es incumplir doblemente. Y, un día más, distorsionar los hechos para confundir al personal.
Aunque a María Jesús Montero se le haya pasado el tiempo volando, resulta que han transcurrido ocho meses desde aquello.
Ya que algunos ministros trabajan con tantoahínco, podían probar a no perder tiempo haciendo trampas y dedicarlo a trabajar en serio. En el cumplimiento del deber.
