Víspera de Nochebuena. Y sin ningún político, ex político, socio, amigo o consorte de político citado hoy en ningún juzgado. El descanso navideño ha comenzado. Para el gobierno, casi.
Hoy se reúnen por última vez los ministros para aprobar los decretos ésos que dijo María Jesús Montero y que, aunque nacen muertos -porque carecen de mayoría parlamentaria que los convalide- permitirán al gobierno entonar su gastado salmo del cumplimiento de la palabra dada. No ha habido gobierno que cambie tanto de palabra, es natural que alguna vez, como los relojes averiados, la cumpla.
Sánchez celebra el extraordinario año
El presidente hará el esfuerzo de comparecer ante la prensa para dejarse preguntar dos o tres cosas, no sin antes celebrar que el año ha sido verdaderamente extraordinario, que la respuesta gubernativa a la riada de Valencia ha sido de una eficacia máxima -como saben los damnificados-, que somos el faro en el que se mira Europa por lo sólidamente que crecemos…
Eso es, el cohete. Y que si los ciudadanos no terminan de percibirlo es porque son víctimas de los bulos, la desinformación y los pseudomedios, que es la razón, también, por la que el PSOE sigue arrastrando los pies en las encuestas (incluidas las del activista Tezanos): los bulos y la desinformación; y es la razón por la que se abren causas judiciales sin base alguna que sólo buscan rodear al presidente legítimo para asfixiarle: los bulos y las denuncias falsas, dígase recortes de periódicos.
Sánchez presumirá, un año más, de haberle ganado la batalla a la derecha, la ultraderecha y la requete-ultra-derecha, política, judicial, mediática, económica y demoscópica
Sánchez presumirá, así, un año más de haberle ganado la batalla a la derecha, la ultraderecha y la requete-ultra-derecha, política, judicial, mediática, económica y demoscópica, y celebrará que él sigue ahí, superado ese bajón que le dio, más fake que otra cosa, cuando en abril se retiró a meditar si le merecía la pena gobernarnos (alabado sea).
Maldito Tribunal Supremo, rumia Puigdemont, maldito Sánchez que me tangó
El presidente, en efecto, sigue ahí, sin Presupuestos, por segundo año consecutivo, que estrenar en enero -otra vez se prorrogan- y sometido al fuego lento al que se esfuerza en someterle Puigdemont, ese hombre que estrenó 2024 convencido de que lo terminaría en Barcelona, impune y presidiendo la Generalitat y lo va a terminar en el sofá de Waterloo, haciendo oposición a Illa y sin haber sido amnistiado del todo.
Maldito Tribunal Supremo, rumia Puigdemont, maldito Sánchez que me tangó. 2025 empezará con el expatriado empujando a Sánchez a presentar una cuestión de confianza con el único fin de hacer visible (o aún más visible) que sin ellos no es nada. Sin ti, Carles, no soy nada.
2025 empezará con el expatriado empujando a Sánchez a presentar una cuestión de confianza con el único fin de hacer visible (o aún más visible) que sin ellos no es nada.
Lo de maldito Tribunal Supremo lo rumia también, en privado, este gobierno que presume de su exquisito respeto a la separación de poderes y que anda emitiendo cada día informes forenses sobre posibles pruebas y sentencias condenatorias o exculpatorias según si el acusado es de los suyos o de los de enfrente. El magistrado Sánchez resolvió el jueves que el fiscal general del Estado, por ejemplo, quede absuelto.
El magistrado Sánchez resolvió que el fiscal general quede absuelto
Ahora dicen que los mensajes se borraron. Bien, este fin de semana fue el propio investigado, fiscal general, quien confirmó -a través de fuentes de la fiscalía- que los mensajes se borraron. En concreto, los borró él. La hipótesis que el viernes daba como hecho El País en su portada -que el fiscal general había cambiado de terminal- se desvanece. Lo borró aplicándose el protocolo de seguridad que comentamos ya el viernes: borrar con frecuencia por si pierdes el móvil o te lo roban o algo.
Ahora, el juez podrá preguntarle cuándo los borró y cuántas veces antes de ésta se aplicó a sí mismo el famoso protocolo. No vaya a ser que haya sido la primera. Le podrá preguntar también si no previó que ante el choque de versiones con González Amador y la polémica generada el día 14 de marzo, resultaría útil conservar sus guasaps en lugar de eliminarlos. Máxime cuando no afectaban a la seguridad nacional ni nada parecido. Cuándo los eliminó es un dato interesante. Por si hubiera coincidido, o no, con alguna novedad procesal del caso.
¿Borró algún correo recibido? Y en ese caso, ¿por qué?
Que envió guasaps sobre el caso de Amador estaba acreditado en el informe anterior de la UCO. Y que recibió el correo confidencial que alguien filtró antes de que lo difundiera ningún medio, también. Hubo diarios que el viernes informaron con insistencia de que el fiscal general había recibido ese correo mucho después de que informara de él la web de la SER a las once y pico de la noche.
Ante el choque de versiones con González Amador, resultaría útil conservar sus guasaps en lugar de eliminarlo
Pero ocurre que al analizar el ordenador de la fiscal Pilar Rodríguez se comprobó que ella había remitido ese documento a García Ortiz antes de las diez de la noche. Ella lo envió, pero en el ordenador del fiscal no ha sido encontrado el envío. ¿Se envió pero no lo recibió? ¿O se envió pero también lo borró? Y en este caso, sin protocolo al que agarrarse porque había cuarenta y tantos correos electrónicos sin borrar. El juez podrá preguntarle por ello: ¿borró algún correo recibido? Y en ese caso, ¿por qué?
En otro juzgado, éste ordinario de Madrid, la asesora de Presidencia del Gobierno Cristina Álvarez admitió el viernes que hizo gestiones particulares para Begoña Gómez, como buscarle alumnos para su máster. Pero que lo hacía como amiga, eh, no como empleada de Presidencia. Y que si terceras personas la creían coordinadora del máster o algo pues qué se le va a hacer. Un hermoso gesto de amistad y de altruismo por el que ahora, maldito juez Peinado, se ve compareciendo en el juzgado.
Imputar un delito no es sólo opinar
El gobierno que presume de su exquisito respeto a la actividad de los jueces ha marcado un nuevo hito de la mano del nuevo ministro emergente Óscar López, que imputa prevaricación al juez Peinado por haber puesto en boca de un testigo algo que éste no hizo. El ministro reclama su derecho a opinar. Pero imputar un delito no es sólo opinar, es imputar un delito.
Imagino que esta misma mañana se personará el ministro en el juzgado para formalizar la denuncia. No vaya a parecer que su único objetivo es difamar. Y no vaya a parecer que lleva trabajando desde marzo, cuando empezó el caso, en el descrédito del juez y de su instrucción judicial, desde el despacho que antes ocupaba el hoy ministro, que era el de jefe de gabinete del presidente. Todo esto que ahora dice él en público se ocupaba de que lo dijeran otros cuando actuaba en la trastienda.
Nada de la reducción de jornada
Hoy, por cierto, el Consejo de Ministros no aprueba nada, que se sepa, relativo a la reducción de jornada. Y eso que la vicepresidenta segunda, que hace la guerra por su cuenta, firmó el viernes un papel a sus dos viceministros, que son Pepe Álvarez y Unai Sordo -escuderos sindicales- en el que se dice que ellos tres están de acuerdo en que hay que reducir la jornada.
A ver, no había que ser un lince para saberlo. Están de acuerdo ellos tres, sí. Y el PSOE, se suponía que también porque se lo firmó a Sumar a primeros de año, pero… sin la urgencia en reducir que tiene Díaz. El papel del viernes tiene, por tanto, ninguna consecuencia. Cero, como los guasaps del fiscal general.