OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Sánchez, atrapado. Y contrariado"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la nueva cumbre de la Unión Europea junto a Vladimir Zelenski y las impresiones que dejó la comparecencia de Pedro Sánchez ante el Congreso.

Carlos Alsina

Madrid |

Nueva cumbre Europea

Pasado el trago, o el engorro, de tener que echar la mañana en el Congreso aguantando a estos portavoces tan latosos que se empeñan en que conteste preguntas para las que aún no tiene respuestas, el presidente Sánchezvuelve hoy a París a la tercera cumbre, ya, que convoca Macron desde que Estados Unidos anunció que pasa olímpicamente de la Unión Europea. Esto que han dado en llamar la coalición de los dispuestos, o los decididos, o dada la precariedad parlamentaria de muchos de estos gobiernos, los mancos.

Esto que han dado en llamar la coalición de los dispuestos, o los decididos, o dada la precariedad parlamentaria de muchos de estos gobiernos, los mancos.

Macron convoca a los elegidos, con Zelenski en carne mortal hoy en París. Ha dormido allí el ucraniano después de contarle a Macron anoche lo último de sus negociaciones con Rusia en Arabia Saudí, gentileza de Trump y de Bin Salman. Y dejando a Macron receloso, porque ve que Putin finge estar avanzando en lo del alto el fuego y, a la vez, le pone cada vez más condiciones para sabotearlo.

Rusia, decidida a reescribir lo que se pacta y continuar con la agresión. Lo que hoy pretenden los convocados en París, Sánchez entre ellos, es empezar a concretar los planes que vienen barajando desde hace cinco semanas sin terminar de poner el huevo. Ni lo pone esta coalición de dispuestos ni lo pone la Unión Europea, que aprueba documentos y anima a la población a llenar de productos básicos una mochila, pero no remata el debate sobre un eventual nuevo ejército europeo o una emisión de eurobonos con la que financiar el nuevo gasto militar. Starmer, el británico, no tiene el paraguas de la deuda europea porque su país se salió de la Unión Europea. Ayer su gobierno prometió que será capaz de aumentar el gasto militar en seis mil millones de euros anuales sin renunciar a recortar el déficit y la deuda. ¿Cómo? Metiendo tijera al gasto social. Cinco mil millones de libras de recorte que el propio gobierno admite que tendrá como consecuencia que aumente el número de familias en riesgo de pobreza. El gobierno británico es de izquierdas, lleva menos de un año en ejercicio, y afronta ahora la disidencia interna en el Partido Laborista. Donde hay sector crítico que rechaza esto de aumentar el gasto militar a costa de recortar el gasto social. No sé cómo se dice en inglés, pero en todas partes cuecen habas.

Lo que hoy pretenden los convocados en París, Sánchez entre ellos, es empezar a concretar los planes que vienen barajando desde hace cinco semanas sin terminar de poner el huevo.

La comparecencia de Sánchez

Si sus colegas le preguntan hoy a Sánchez ‘y a ti, Pedro, ¿cómo te fue ayer en el Parlamento español?’ podrá decirles: ’me fue’. Sin mayor entusiasmo. ‘Les expliqué que no consigo convenceros de que carguemos el gasto militar a la deuda europea, pero que no doy el partido por perdido’.

El presidente tuvo ayer una primera parte meritoria, en la que trató de persuadir a los diputados de que abandonen el derrotismo sobre la capacidad de respuesta europea a esta nueva crisis, sobre su lentitud a la hora de tomar decisiones —frente a la celeridad con que actúan los Trump y los Putin del mundo—. Que reparen en la potencia económica que suponen veintisiete naciones juntas, en su capacidad para hacerse valer en el mundo, rearme incluido, para defender los valores democráticos que encarna la Unión Europea. Meritorio, y pertinente, el recuerdo del porqué —y para qué— se fundó la Unión; y oportuna la evocación del plan de vacunación como prueba de que, aunque pueda parecer que la Unión vacila, o se demora, o se tropieza, de una situación de emergencia puede llegar a salir un refortalecimiento europeo. Lo veremos.

Que reparen en la potencia económica que suponen veintisiete naciones juntas, en su capacidad para hacerse valer en el mundo, rearme incluido, para defender los valores democráticos que encarna la Unión Europea.

Luego ya, el debate fue lo que cabía esperar. Si un presidente de gobierno expone la gravedad de una crisis y la necesidad de un rearme (o como se llame) pero es incapaz de concretar ni objetivos, ni plazos, ni instrumentos para pagar el nuevo gasto, es natural que la oposición le reproche que habla y habla —para un día que habla— pero no termina de decir lo que están urgiéndole a que diga, que es cuánto dinero, para cuándo y de dónde. Si un presidente hace suyo el incremento de la inversión en Defensa, explica —como hizo ayer— que no podemos dejar tirados ahora los mismos socios europeos de los que obtuvimos la ayuda que pedimos cuando la pandemia, lo natural es que la oposición le urja a que plasme eso en unos Presupuestos del Estado nuevos. Y por ahí llegaron la dos vías de agua que incomodan ahora mismo al gobierno: tener que cumplir con Europa sí o sí y carecer de mayoríaparlamentaria que facilite ese cumplimiento, no es no.

Éste fue el pasaje menos sorprendente del día. El jefe del gobierno repitiendo la falacia que desde octubre vienen pregonando sus discípulos (digo sus ministros). ‘Si nos da tiempo a sacar’, dice. El gobierno cumple seis meses ya negándose a presentar Presupuestos. Y sigue hablando del asunto como si fuera un fenómeno natural que le es ajeno. Preséntelos, hombre, y que el Parlamento decida.

El gobierno cumple seis meses ya negándose a presentar Presupuestos. Y sigue hablando del asunto como si fuera un fenómeno natural que le es ajeno.

¿Pedro Sánchez disfrutó?

Ha escrito Daniel Ramírez García-Mina, el nuevo, que Sánchez se lo pasó en grande porque, por fin, pudo hacer de tertuliano desparramado en la tribuna. Lo dice por pasajes como éste.

Yo discrepo de Dani. No me pareció que Sánchez lo pasara bien. Todo lo contrario. El presidente está incómodo en este nuevo escenario y con este debate. O más que incómodo, contrariado. Contrariado en Europa, donde esta vez no termina de ganar batalla alguna, y contrariado en España, donde la izquierda endurece su oposición al rearme y consuma el divorcio. Cuando Sánchez domina la situación, no sobreactúa tanto en el escarnio al adversario. No se carcajea embarazosamente de naderías como si al diputado Tellado le gusta o no le gusta ser citado. Y no gesticulacomo si estuviera haciendo una parodia de Ione Belarra cuando le da la réplica.

Sánchez está contrariado en Europa, donde esta vez no termina de ganar batalla alguna, y contrariado en España, donde la izquierda endurece su oposición al rearme y consuma el divorcio.

El debate parlamentario dio poco fruto. Entre que el presidente no llevó concreción alguna sobre la que debatir y que hubo diputados más interesados en hablar de Ayuso, de Mazón, de Begoña o de Milei, todo lo que sale es la constatación de un secreto a voces: el gobierno está en dificultades serias; ha de cumplir los compromisos que ha ido adquiriendo con los demás gobiernos europeos pero carece de mayoría parlamentaria (es decir, social) que le secunde en ese cumplimiento. La paradoja: para una vez que el presidente quiere cumplir su palabra sin sus famosos cambios de opinión, no tiene detrás a la mayoría del país representado en las Cortes. Mal asunto. Y con mal arreglo. Porque fiarlo todo a cambiar de nombre las partidas económicas, exprimir el Fondo de Contingencia y otros fondos del montón o cantarle al PP el estribillo éste de ‘arrimen ustedes el hombro, ar’ es ponerle velas a la virgen de Fátima. Hay que darle la razón en esto a Feijoo: vale que el presidente deteste a la derecha por encima de todas las cosas, pero estando como está y sabiendo que es la derecha quien comparte, en realidad, su diagnóstico sobre la crisis, algún esfuerzo para ganarse al PP en lugar de triturarlopodía haber hecho.

Fiarlo todo a cambiar de nombre las partidas económicas, exprimir el Fondo de Contingencia y otros fondos del montón o cantarle al PP el estribillo éste de ‘arrimen ustedes el hombro, ar’ es ponerle velas a la virgen de Fátima.

En esto también se adivina que Sánchez está no bajo el influjo de la luna, sino bajo el influjo de Zapatero. Cuando uno aspira al apoyo del otro lo que intenta es ganárselo, no imponérselopor la fuerza sin pena de lapidarlo por no plegarse. Firmas en el Congreso contra el rearme. Quien entienda que la Unión Europea se equivoca, que confunde las prioridades o que se deja llevar por la hegemonía de gobiernos conservadores que hoy tenemos en Europa —quien entienda que el rearme es propio de la derecha— está en su derecho a decirlo, sólo faltaba, todo lo alto que pueda.

Tiene razón el presidente cuando dice que no hay comparación posible entre la guerra de Iraq de 2003 y ésta guerra de Ucrania de ahora. Y en que muchos ciudadanos que se movilizaron contra aquella guerra apoyan hoy la implicación —aunque sea desde fuera— en la guerra de Ucrania. Pero siendo eso una verdad inobjetable, ocurre que muchos rostros y firmas conocidos de aquel no a la guerrahoy se significan en el no al rearme con la misma vehemencia y parecidos argumentos. Parecidos. Y que le salga al presidente un sector crítico en el flanco izquierdo del llamado mundo de la cultura debe de ser una incomodidad notable para quien siempre se sintió arropado, alentado y consentido por ese flanco de ese mundo. Achacar las críticas a sus vaivenes políticos, a los indultos o a la amnistía a la fachosfera era un recurso facilón, incluso pueril, pero efectivo —hay quien hizo carrera periodística con ello— pero achacar a Manuel Rivas, Luis Tosar, Aitana Sánchez Gijon la condición de antisanchistas, o putinistas, u obstáculos para el progreso europeo —la culturosfera— requiere de un esfuerzo tan grande para retorcer la realidad que ni los nuevos publicistascontratados por la Moncloa van a ser capaces de ello.

Achacar las críticas a sus vaivenes políticos, a los indultos o a la amnistía a la fachosfera era un recurso facilón, incluso pueril, pero efectivo.
Monólogo de Alsina: "Sánchez, atrapado. Y contrariado"