Estamos estrenando el 30 de enero de 2023.
No fue hace diez años. Ni diez meses. Ni siquiera diez días. Fue hace seis días. Le pregunté a la ministra Pilar Alegría, portavoz de la dirección del PSOE, si la ley del sólo sí es sí se quedaba, entonces, como está o iban a retocarla.
Ley del solo sí es sí
Iban a esperar a que el Tribunal Supremo dictara sentencias para unificar doctrina. Este salmo responsorial que el gobierno ha venido entonando desde que empezó el goteo de las rebajas de penas hace tres meses. Iba a ser el Supremo quien dictara la forma correcta de interpretar las nuevas horquillas de penas fruto de haber eliminado el abuso sexual para que todo se castigue como agresión. Que era la forma de decir: son los tribunales que están rebajando penas los que no se enteran, o no se quieren enterar, pero ya llegará el Supremo y pondrá las cosas en su sitio. La ley está bien como está. De pronto, el Tribunal Supremo convertido en algo que no es: ni es un órgano consultivo para hacer leyes, para eso están los órganos consultivos que el ministerio de Igualdad desprecia, ni es el traductor de legislaciones nuevas se entiende que las leyes no requieren de traducción si están bien hechas---, ni es el comodín al que agarrarse ---un burladero--- cuando se producen efectos que el legislador no había calculado.
Seis días antes de esta declaración de la ministra Alegría, que repetía lo que la Moncloa había ordenado que se dijera, la jueza (y ex alcaldesa) Manuela Carmena habia declarado a El País que no corregir la ley del solo sí era soberbia infantil. Un día después de la declaración de la ministra, Rita Maestre, candidata de Más Madrid (y otra peligrosa derechista, como se sabe), incidió en la idea de Carmena y se manifestó en este programa a favor de la reforma.
Ni Carmena ni Maestre tuvieron el menor efecto en el ministerio de Igualdad y tampoco nadie lo esperaba. Es conocido que en ese ministerio, toda discrepancia o crítica a cualquiera de sus proyectos es despachado como propaganada o derechista, o machista, o las dos cosas a la vez. De hecho, la jueza Victoria Rosell, delegada del gobierno contra la violencia de género, insistió en que no había motivo para la alarma ---el alarmismo lo crean los medios--- y en que echando cuentas de cuántas penas han sido rebajadas y cuántas no, ganan éstas.
Esto de contemplar las rebajas como si fuera un tanteo, quién va ganando, los que sí o los que no, es una de las cosas más ridículas que viene haciendo el ministerio desde el primer día, como si los efectos indeseados de una ley lo fueran menos si hay trescientos casos rebajados pero mil que no lo han sido.
Hasta el jueves, por tanto, no había indicio alguno de que el gobierno (el presidente Sánchez, que es quien lo decide todo) se planteara remendar la ley del sólo sí. La Vanguardia, que fue el primer diario en hacerse eco de una petición de rebaja allá por noviembre, publicó este viernes en portada una historia que subrayamos aquí: un violador que acumula diecisiete agresiones ha quedado libre medio año antes de lo previsto por la aplicación de la nueva ley. Cada vez que pisa la calle, decía el diario, reincide. No pasa por ser La Vanguardia integrante de la conjura mediática que persigue al sufrido presidente. El sábado, este mismo periódico informaba de que el ministerio de Igualdad ultima la corrección de su ley, en Moncloa lo llaman perfeccionarla, bendito sea el eufemismo. Y exponía con verdadera crudeza lo que ha sucedido aquí. Veamos: ‘En año electoral, el PSOE no estaba dispuesto a que la ley se convirtiera en ariete contra el gobierno de coalición’. Sigo. ‘En el gobierno existe el convencimiento de que no hacer nada es mucho peor que seguir aguantando el chaparrón de críticas’. Sigo. ‘La reforma no aspira a atajar las aplicaciones judiciales en beneficio del reo, sino a limitar el daño reputacional del gobierno por no actuar ante los trescientos casos de rebajas de penas’. Y termino: ‘Ni Igualdad ni Trabajo han querido adelantar por dónde irá la reforma de la ley’. (Trabajo, porque es el ministerio de Yolanda Díaz).
Oye, es normal que no quieran adelantar por dónde irá la reforma dado que el objetivo de la reforma es limitar el daño reputacional. Traducido: que lo que tiene al PSOE (o sea, a Sánchez) dramáticamente inquieto no es ver que su ley ha generado (o degenerado) en alivios penales y excarcelaciones de violadores, sino el efecto que eso pueda tener en las elecciones de mayo. Lo que preocupa no haber aprobado un agujero penal por falta de previsión o de pericia, no, preocupa el aluvión de reproches al gobierno de coalición, la salud y la imagen de un gobierno que echa el día mirándose al espejo. Leamos de nuevo la frase reveladora de la crónica de La Vanguardia: ‘En año electoral, el PSOE no estaba dispuesto’. Si hubiera sido un año sin urnas, entonces sí.
"Ella pilota el retocado para vencer, así, a las derechas y a los jueces machistas e Igualdad será la tumba del fascismo"
A juzgar por lo que ayer se le escuchó a Irene Montero, el relato morado para camuflar la rectificación ya se está elaborando. (La reforma de la ley no sé, el relato autojustificativo, sí). Dice que la ministra se sacrifica para salvar el gobierno de coalición. Y que sólo por eso se resigna a revisar su ley, no porque haya comprendido que en algunos puntos pudiera estar mal hecha.
A ver si lo ha entendido usted: la culpa de las rebajas de penas la siguen teniendo los jueces machistas que no saben aplicar su nueva ley, que ignoran la disposición transitoria del Código Penal y la instrucción del Fiscal General y las recomendaciones de la ONU. Pero como ha habido tanta presión, y para salvar la coalición, ella se va a encargar de rehacer la ley… salvándola. Ella pilota el retocado para vencer, así, a las derechas y a los jueces machistas e Igualdad será la tumba del fascismo. Nadie espere un humilde reconocimiento de que la ley abrió una puerta que ya no se puede cerrar.
La ingeniería jurídica vuelve a ponerse en marcha para dejar la ley como está pareciendo que se la ha corregido. No se hará por los efectos penales. Se hará por los efectos electorales. No es la alarma social lo que empuja a Montero. Es la alarma socialista. No es el castigo al violador lo que se debate. Es el castigo a los alcaldes del PSOE que no han tenido en todo esto ni arte ni parte.