OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El Supremo trina"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre que "el Supremo está muy para bufar estos días. Entre amnistías, fiscalías generales y ahora también, Tribunal Constitucional reescribiendo la sentencia de los Ere...".

Carlos Alsina

Madrid | 25.06.2024 08:26

La España del verano de 2024 es la España de los ultimátums. Aquí el que no da un ultimátum no es nadie.

Tenemos, en el mismo día, a un obispo conminando a monjas, ex monjas, perdón, irredentas a que desokupen, con k, el convento en el que se han hecho fuerte (e instagramers); a una vicepresidenta dialogante, la más dialogante, conminando a la CEOE a que abrace la reducción de jornada que ella, dialogantemente, ha decidido so pena de que la reducción se apruebe y Garamendi sea, otra vez, quemado en la hoguera, por hereje; y tenemos, en fin, a un presidente de gobierno conminando al líder de la oposición a repartirse con él, de una vez, los veinte sillones del Consejo del Poder Judicial si no quiere quedarse a pan y agua en los nombramientos pendientes de la cúpula del Banco de España, la comisión de la competencia, la del mercado de valores, la de la energía y la dirección de Radio Televisión Española, que está hecha unos zorros pero con Broncano fichado, que era lo importante.

En la España de los ultimátums, se hacen cantos a la negociación y el entendimiento mientras se ponen a caer de un burro, en público, los negociadores. Bueno, lo de las monjas es capítulo aparte. Capítulo y versículo. Lo de las monjas insurrectas de Belorado es una mezcla de procés con toca, o sor procés, y de hombres de negro. El arzobispo Iceta, investido de toda la autoridad por el papa, entonando con suavidad episcopal este mensaje que, en homenaje a Lola Flores, podríamos resumir como 'si queréis a dios, irse'.

Qué hace una ex monja en un monasterio de clausura

La pregunta es buena, hay que reconocérselo a monseñor. Qué hace una ex monja en un monasterio de clausura. Pues okuparlo, con k. Ex monjas okupas. Eso es lo que está diciendo el obispo, que a la vez que ruega a dios por estas mujeres para que vean la luz, se duelan de sus pecados y regresen a la casa del padre sacudiéndose, en el camino, al tal Pablo de Rojas y al barman-cura que hace de portavoz del grupo rebelde, advierte con enviarles a los hombres de negro, o de verde porque tendrían que ser guardias, a evacuarlas en el nombre de Santa Clara.

Y de paso añade el obispo que, intervenidas las cuentas, la comunidad está en números rojos. Requiere de una inyección de liquidez para pagar a los proveedores, es decir, y en lenguaje europeo, un rescate. Las monjas insurrectas han atropellado las normas de convivencia y han llevado la comunidad a la ruina: ¿son o no son lo más parecido al procés? Y ahora a ver quién les alquila un convento. Si en cualquier momento pueden decir, o rezar, ho tornarem a fer, lo volveremos a hacer.

Seis días de que expire el plazo de Sánchez a Feijoo para que firme el reparto de sillones del CGPJ

En la España de los ultimátums, a seis días de que expire el plazo que Sánchez, dialogantemente, le impuso a Feijoo para que firme el reparto de sillones del CGPJ, el Tribunal Supremo pasa del ululato al bramido y hace saber lo que ya se sabía: que está hasta los mismísimos de tener que hacer malabares para sacar adelante el trabajo estando sin cubrir cada vez más puestos de jueces y magistrados. (El ululato es grito lastimero, el bramido es grito enfurecido). Se persona en el debate público el Supremo, en forma de comunicado, sabiendo que en el PP hay división de opiniones sobre la conveniencia política de pactar nada con Sánchez y en la confianza de influir sobre el sector que no ve sostenible prolongar más esta agonía. Feijoo, pacta.

La agonía no es la que sufren los vocales del Consejo, algunos muy cómodos en su papel de Davy Crockett defendiendo El Álamo del asalto de Pedro Sánchez de Santa Ana, ya se sabe cómo terminó aquello y cómo terminó Crockett, sino la de los tribunales superiores, audiencias provinciales y Tribunal Supremo.

Hace tres años las Cortes prohibieron al Consejo hacer nombramientos pensando que así se desbloquearía la renovación y lo que lograron fue entorpecer el funcionamiento de los tribunales. Con el efecto consiguiente sobre la vida de la gente, que diría Yolanda.

Feijoo rumia su dilema, no sé si calavera en mano, ser o no ser, mientras Pons y Bolaños se dicen lo que ya se han dicho doscientas o trescientas veces (y en inglés, que es como hablan ante el verificador belga), Sánchez finge tener una mayoría parlamentaria que no tiene y los portavoces de los dos partidos se atizan en las ruedas de prensa mientras celebran que se esté dialogando.

Todo en orden, señoría. España puede estar tranquila porque la portavoz de la dirección del PSOE, que está como usted y como yo, a la espera de ver qué sucede, se ha declarado optimista.

Pues nada, si ella es optimista, la crisis está salvada. Su estado de ánimo importa lo justo, pero si le han dicho que diga esto, tú di optimismo y de ahí no te salgas, será que hay algo. En la otra acera, Sémper no ha dicho si él es optimista, pesimista, del Madrid o Capricornio. Sólo ha repetido los salmos responsoriales de su partido, que si la regeneración, que si los jueces han de elegir a los jueces y otros estribillos sobradamente conocidos.

El Supremo bufa. Bufa contra las Cortes Generales, que aunque nadie se lo quiera tomar en serio, menos que nadie Armengol y Rollán, el flagrante dejación de funciones, son las competentes para negociar y elegir los veinte nombres. Y bufa porque está el Supremo muy para bufar estos días. Entre amnistías, fiscalías generales y ahora también, Tribunal Constitucional reescribiendo la sentencia de los Ere empieza a ser el Supremo quien se siente como tejano asediado en El Álamo. Y ya sabemos cómo terminó aquello.

Monólogo de Alsina: "El Supremo trina"