EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: “Una decisión equivocada puede ser el inicio o el final de una forma de vivir tu vida”

Les voy a decir una cosa.

“Una decisión equivocada puede ser el inicio o el final de una forma de vivir tu vida”.Kwasi Enin, diecisiete años, hijo de Ebenezer Doreen, aspira a doctorarse en medicina y ejercer como cirujano, aunque desde pequeño ha tocado el violín y encuentra en la música no sólo inspiración, sino una manera de entender la armonía y el liderazgo.

ondacero.es

Madrid | 04.04.2014 21:25

Los padres de Kwasi, sorprendidos por el salto a la fama de su hijo adolescente, nacieron hace cuarenta años en Ghana, África, y emigraron a Nueva York buscándose la vida. Para ellos el sueño americano consiste en ver cómo a este chaval, que empezará el curso que viene su formación superior, se lo disputan como alumno ocho de las más reputadas universidades del mundo. Universidades en las que, probablemente, los estudiantes tocan a más de un quinceavo de ordenador por cabeza y donde los profesores tienen más oportunidades para ponerse al día en nuevos métodos de enseñanza y aprendizaje, a diferencia de lo que ocurre en las universidades españolas a juzgar por el informe que han presentado hoy: poca inversión en tecnología y poca apuesta por la universidad on line abierta a los estudiantes de todo el mundo (tampoco en esto terminamos de ponernos las pilas).

No consta que antes de este joven, Kwasi Enin, un mismo solicitante haya recibido la respuesta afirmativa de Harvard, Yale, Princeton, Columbia. Por eso su historia ha saltado a las páginas de la prensa y por eso los medios han querido saber qué decía este joven en la carta de solicitud que remitió a tan prestigiosas escuelas, porque sus notas eran muy buenas, pero lo que deslumbró a los encargados de cribar las peticiones fue el texto que les hizo llegar, esto de “cuenta un poco quién eres y por qué quieres estudiar aquí”. Es su carta la que comienza con  esa frase: “Una decisión equivocada puede ser el inicio o el final de una forma de vivir tu vida”. Luego él explica cómo su vida habría sido otra si, cuando tenía ocho años, se hubiera conformado con apuntarse a un curso de música de aptitudes básicas en lugar de seguir el consejo de su profesora y aspirar a más, a convertir la música ---el violín--- en una presencia constante en su vida. “Gracias a la decisión que tomé puedo hoy disfrutar en plenitud de la música y he podido aprender la importancia del orden y el equilibrio, del liderazgo basado en la armonía”.

Es verdad que Esperanza Aguirre ya no tiene diecisiete años --ella misma contó ayer que es su condición de abuela la que la lleva a conducir un coche bastante largo--, pero igual sí está a tiempo de valorar el mensaje que encierra la carta del joven Kwasi, “una decisión equivocada puede marcar el resto de tu vida”. Una decisión equivocada (sobre todo si no es solo una, sino varias) puede acabar con tu imagen de persona de orden y convertirte en esperpento de abuela-conductora-insumisa. Mientras twitter agota las últimas muestras de ingenio -que aún las hay, aunque veinticuatro horas después ya va siendo difícil-, Aguirre se esfuerza en convertir una doble infracción cometida en exclusiva por ella y sin que nadie le obligara a infringir las normas, en una suerte de debate sobre los excesos o abusos de poder de algunos funcionarios policiales.

Si en la versión de la ex presidenta regional su salida por piernas -o por ruedas- fue la respuesta al empeño policial por retenerla para provocar un revuelo que la perjudicara, ha sido ella, largándose, quien ha engordado el revuelo y el perjuicio: cambió la foto que inmortalizara la multa -una multa, qué gran escándalo- por la imagen en movimiento de una responsable política que ignora a la autoridad y hace de su capa un sayo. Y, difundida la historia, polemiza con los agentes y pregona que la policía miente.

Siempre es interesante comprobar la pericia con la que, en España, nos sacamos debates vehemente de debajo de las piedras y alcanzamos a convertir el caso de una automovilista doblemente infractora en una discusión nacional sobre el talante de la derecha y la chulería de los guardias. Hinchando mucho el perro, porque en el fondo del asunto, y estando de Aguirre de por medio, siempre el mismo debate: pro Espe o anti Espe. Hasta el punto, también esto resulta interesante, que algunos que ante incidentes anteriores (no de Aguirre) predicaron que no hay que creerse la versión policial, hoy predican que la policía no miente. Y algunos que en incidentes anteriores demonizaron a quienes osaron dudar de la versión policial, hoy aplauden a Espe y consagran la tesis de que hay policías que, en fin, se exceden y cuentan las cosas como quieren.

Hay gente que detesta a Ana Botella que hoy le está haciendo la ola por haber recordado que a la palabra del policía se le presupone veracidad. Y que Aguirre, ante la ley, es una más, como todos. No está en duda que Aguirre tiene aún mucho predicamento entre los madrileños, y en el PP madrileño. donde, después de lo de Cobo, nadie se ha atrevido a toserle. Pero estando en el horizonte unas elecciones municipales en las que ella alienta oficiosamente su propia candidatura -el autoaliento- el episodio del carril-bus puede acabar teniendo consecuencias inciertas. Demasiados gallos queriendo ser cartel electoral en un partido que huye de las primarias como Espe de un guardia. Si algo cabe reprochar a los municipales es que Aguirre se les escapara.

Hoy que ha iniciado la dirección nacional del PP otro de sus fines de semana endogámicas, esta vez convención en Valencia –tierra donde el déficit púbico sigue sin cumplirse, cuya despensa la dejó Camps vacía y en la que teme Fabra, al abrir los cajones, encontrar algún pelo del bigote del Bigotes-, hoy que el PP se prepara para escuchar -algún día de estos- la verdad revelada con el nombre de su candidato europeo, hay otra frase de Kwasi Enin, diecisiete años, hijo de emigrantes ghaneses, que tal vez pueda inspirar a alguien. “Cuando tengo que dirigir un grupo”, dice, “sé que lo más importante es crear armonía entre todos sus miembros para que cada uno dé el cien por cien de su esfuerzo”. Armonía, lo que se dice armonía, entre los barones del PP y entre estos y la dirección nacional no parece que exista en abundancia. Salvo en Castilla la Mancha, donde baronía y dirección nacional son la misma cosa.