Al ministro Escrivá le parecerá una abominación pero hay quien puede jubilarse con sólo cuarenta y un años cumplidos y apenas veinte cotizando. Cuarenta y uno tiene este ciudadano suizo que hoy está en boca de media Humanidad y al que una parte de la prensa deportiva europea corona como the king, el rey de la pista, no de baile sino de tenis. La jubilación de Federer confirma que el paso del tiempo es implacable y que la resistencia física nunca es ilimitada.
En España, donde no hay más rey que Rafa Nadal --cinco años menos y dos títulos más Grand Slam que el suizo—, la despedida del legendadario rival viene a ser el preludio de ese otro momento que también acabará por llegar: cuando el nuestro tome la decisión de poner fin a una carrera profesional en la que no caben ya más títulos. Bueno, sí que caben, pero el precio para conseguirlos, sorteando lesiones y mitigando dolores, es cada vez más alto.
Raro será que no se acabe abriendo el debate sobre topar la Navidad
Mientas el mundo llora el adiós de Federer, capaz de eclipsar al adiós ---que ahí sigue--- a Isabel II de Inglaterra, Europa avanza hacia un otoño de transición tras el que llegará el invierno de las restricciones energéticas. Los planes de contingencia nacionales ya han llegado a Bruselas y antes de que termine le mes habrá de comunicar cada gobierno a sus gobernados cómo rebajar un cinco por ciento el consumo de gas y electricidad en las horas punta.
Raro será que no se acabe abriendo el debate, singularmente en España, sobre topar la Navidad. Ponerle límite a la explosión de luz y de color, sobre todo de luz, que cada mes de noviembre ---un mes antes en Vigo--- se produce en nuestras ciudades. Plan de ahorro para las luces navideñas. A ver qué alcalde es el guapo, o alcaldesa, que se atreve a proponer que las navidades luzcan menos. A ver, Borrell fue el primero en pedir, hace ya meses, que bajásemos un grado el termostato de la calefacción como vía directa para reducir el consumo de energía. Le dieron hasta en el carné de identidad pero la idea acabó cuajando: hoy ya son los gobiernos los que ponen topes al termostato. Y Borrell ha sido también el primero, ayer en este programa, en pedir sacrificios en las luces de navidad.
Asistimos ayer al milagro de ver cómo el gobierno y el PP comparten una misma receta
Ya asistimos ayer al milagro, casi de película navideña, de ver cómo el gobierno y el PP comparten una misma receta para desviar recursos de las empresas eléctricas a los consumidores que somos todos. Érase una vez una señora alemana de nombre Úrsula que ingenió imponerles un impuesto nuevo a las compañías energéticas para que un tercio de los beneficios derivados de la subida de los precios se los quede el Estado. Se entiende que para repartirlos después entre los consumidores de gas y electricidad. El ingenio ursulino, o ursuliano, provocó dos fenómenos asombrosos: Feijóo, el del PP, aplaudió que se le suban los impuestos a las eléctricas.Montero, la de Hacienda, aceptó corregir su propuesta para gravar sólo los beneficios y no todos los ingresos. Y fue así como se obró el prodigio de ver al PSOE y el PP dando por buena una misma receta.
Frenen, frenen, no aplaudan todavía. Porque el PP siempre añade alguna condición nueva. La última es que el gobierno se olvide de ponerle un impuesto nuevo a los bancos. Como Úrsula éste no lo ha mencionado, que Sánchez ---que tanto aprecia a Úrsula--- recule y deje a los bancos quietos. A Ribera le ha parecido mal que el PP ponga condiciones…
Teniendo a su derecha a medio Ibex 35 y a su izquierda al otro medio, el presidente parecía el 36
…pero ocurre que su jefe, el presidente, acudió ayer al foro organizado por el BBVA ---cielos, un banco, el eje del mal--- y estuvo de lo más amable, casi obsequioso. Pudiendo haber hecho allí una defensa valiente de la nueva tasa a la banca ---retrataos, malditos--- hizo un canto al papel del sector financiero en la transición a una economía sostenible, suenen, por dios, los violines. Teniendo a su derecha a medio Ibex 35 y a su izquierda al otro medio, el presidente parecía el 36. Luego ya sí, luego se fue de mitin gubernamental a Toledo con García Page y obligó a la concurrencia a tragarse de nuevo todo el repertorio: los poderosos, la derecha mediática, el gobierno de la gente, la clase media trabajadora de nuestro país.
¿Cómo fue lo que dijo Page a comienzos de esta semana sobre el deterioro del PSOE? Page sobre el peaje.
Quizá estaba pensando en votaciones como la de ayer en el Congreso. A debate, si España, como miembro que es de la Otan, bendice que se sumen a la Alianza las dos naciones que han solicitado hacerlo: Finlandia y Suecia. (Que han solicitado hacerlo porque se saben amenazadas por Rusia y se ven incapaces de defender su integridad territorial ellas solas). ¿Cómo votó en el Congreso el gobierno que organizó en junio, con enorme éxito, la cumbre de la Otan? Pues de todas las maneras posibles. Socialistas, a favor. Izquierda Unida, en contra. Podemos, abstención. ¿Abstención? No están ni a favor ni en contra de que entren Suecia y Finlandia. Pues no. Lo expuso el diputado Pisarello.
No, claro, cómo va a ser en vuestro nombre. Los parlamentos de Finlandia y Suecia toman sus decisiones en nombre de los ciudadanos de Finlandia y Suecia, no de los diputados de Podemos. Y la decisión ya la tomaron: en nombre de sus ciudadanos nos han pedido que les dejemos formar parte de la Otan. Para sentirse defendidos, no porque se hayan vuelto todos unos militaristas insaciables que suspiran por poder subirse a un tanque. La Finlandia neutral era el modelo que defendió Belarra para instar a Ucrania a declararse país no alineado. No consta que en Ucrania llegaran siquiera a enterarse de aquello, pero a quien no le perdona Podemos que se haya vuelto atlantista es a Finlandia. Un gobierno a favor, en contra y ni a favor ni en contra de acoger a dos países amigos en la Otan. ¿Próxima estación? El incremento del Presupuesto de Defensa.