EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: Está la Liga de Campeones y está la liga de Cataluña

Les voy a decir una cosa.

Está la Liga de Campeones y está la liga de catalanes. En la primera caben pocas dudas de que el Madrid, mañana, es favorito para pasar a la siguiente fase. Goleó en casa y acostumbra a marcar cuando juega fuera, así que lo tienen crudo los amigos de Dormund. Crudo, pero no imposible.

ondacero.es

Madrid | 07.04.2014 20:09

Sería prematuro para los merengues cantar victoria. En la otra liga que se juega mañana, la que lleva a Madrid al Parlamento autonómico de Cataluña, ocurre justo lo contrario: no es que pocas dudas de quién perderá la eliminatoria, es que el resultado se conoce desde antes incluso de que este encuentro fuera convocado. En la ida golearon también los soberanistas (el parlamento autonómico es muy mayoritariamente partidario de la consulta), pero en la vuelta no van a poder ni estrenar la portería.

El interés del partido -o el pulso- no está en quién lo va a perder (se volverán los representantes del Parlament a Barcelona con un “no pudo ser”) sino en ver qué se dice en el Parlamento nacional sobre la consulta de autodeterminación que pretende convocar la mayoría del Parlamento autonómico. No es que se esperen ni posiciones ni argumentos nuevos -en este apasionante asunto todo está muy visto- pero dado que es la primera vez que la famosa consulta merece una sesión del Congreso para ella sola, expectación hay. Más entre políticos y periodistas que entre otras profesiones, cierto es, y más entre los catalanes que en el resto de España, esto también parece inobjetable. El paro, la corrupción, la crisis económica y los partidos políticos aparecen, según el CIS de hoy, entre los tres principales problemas que preocupan a los españoles en porcentajes superiores al 25 % de la población.

Los nacionalismos no llegan al uno por ciento. Los estatutos de autonomía no llegan al 0,1. Salta a la vista que los encuestadores no han ido a casa ni de Jordi Turull, ni de Marta Rovira, ni de Joan Herrera, los tres mosqueteros que envía el Parlamento de Cataluña a defender en Madrid la petición de que se le conceda a esta cámara la potestad para convocar consultas sobre el estatus de Cataluña en España o fuera de ella. Rovira es de Esquerra Republicana -de los del sí sí en la hipotética consulta con bipregunta liosa-; Joan Herrera es de Iniciativa -de los del sí, no, porque no se considera independentinsta-; y Jordi Turull es de CiU -de los del sí y véte tú a saber, porque en CiU el asunto de la independencia está más confuso: Artur Mas votaría que sí, según tiene dicho, y Durán i Lleida habría que verlo, porque tiene dicho que no pero luego es muy de dejarse arrastrar por exhibiciones de euforia colectiva-.

Estos son los tres diputados autonómicos que subirán a la tribuna del Parlamento nacional mañana a predicar sobre el concepto “pueblo catalán”, el concepto “decidir” y el concepto “derecho”. De las obligaciones dejarán que sean otros los que hablen. Rubalcaba, por ejemplo, que hoy confirmó que mañana torea. O Rajoy, que hasta ahora no confirma pero que --se encargó la Moncloa de recordárnoslo-- puede pedir la palabra cuando le dé la gana. Rubalcaba es conocido su discurso sobre este asunto: un referéndum de autodeterminación no es legal, pero cabe reformar la Constitución para modificar el estado de las autonomías.

La España federal, que es el recurso que encontró la dirección socialista para repudiar el soberanismo de CiU y Esquerra pero marcando, a la vez, diferencias con el discurso del PP, poco dispuesto, a día de hoy, a modificar nada. El PSOE reiterará la oferta de cambio de modelo manteniendo la unidad de España y el PP, o sea, el gobierno, repetirá que hasta hoy todo han sido pasos unilaterales que ha ido dando el gobierno y el parlamento catalán sin negociar nada y sin hablar con nadie. “Diálogo sí, trágalas no”, es la idea sobre la que construye el gobierno su discurso en esta materia.

Cada portavoz de cada grupo dirá lo que le parezca oportuno y, al final, se votará sobre la petición que hace el parlamento catalán y saldrá lo que todo el mundo sabe que va a salir: que no ha lugar a atender esa demanda porque la abrumadora mayoría de la sociedad españolarepresentada por sus señorías en la cámara no comparte el deseo de organizar referendos de autodeterminación en las comunidades autónomas. O expresado en otros términos, que el pueblo español, en el ejercicio de su derecho a decidir, decide que no procede conceder al Parlamento catalán la potestad de consultar a los votantes catalanes para independizarse.

A Artur Mas no hará falta preguntarle qué le parece la negativa del Congreso de los Diputados porque, sabiendo lo que viene, ya ha emitido su opinión preventiva: “Se puede parar una ley, pero no la voluntad del pueblo de Cataluña” (recuérdese que, para él, sí existe este concepto de pueblo catalán sujeto político y jurídico, aunque el Tribunal Constitucional, como sabemos, no lo vea). Ya tiene preparada el president toda su nueva prédica patriótica calimera -no nos entienden, no nos quieren”-, tan idéntica, por otra parte, a la que viene haciendo desde que vio triunfar una manifestación que él no había convocado (la diada de 2012) y decidió apropiársela: para qué conformarse con mejorar la financiación pudiendo ser Braveheart, ebrio el converso de trascendencia histórica y decidido a ganarla la guerra, trescientos años después, a Felipe V. Tratándose de alguien que tiene a Casanova y el 11 de septiembre de 1714 todo el día en la boca -y que abre sus campañas en los restos de la Barcelona arrasada por las tropas borbónicas-, se entiende malamente que le incomode tanto retratarse mañana junto al marcador electrónico del Congreso de los Diputados. Estaba deseandito acudir a Madrid, según dice, pero quiso evitar darle al PP y el PSOE el gusto de la derrota parlamentaria, como le pasó a Ibarretxe. A Artur Mas se le aparece mister Spock en sueños para convertir su ensoñación en pesadilla.

Aun sabiendo lo que va a decir mañana todo el que hable, ha generado el debate más interés que el Estado de la Nación, quizá porque cuando se va a debatir de verdad qué es la nación y en qué situación se encuentra es precisamente mañana. Los tres enviados del parlamento catalán regresarán a casa diciendo las mismas cosas que los jugadores del Dormund. “No pudo ser”, “hemos sudado la camiseta”, “lo importante es participar”, “la democracia es así”. Lo relevante empieza luego: ¿Yahora qué viene? Ahora que ya se han quemado todas las etapas previas en las que se podía hablar y hablar y hablar sin vulnerar, en realidad, precepto alguno. Ahora que ya se hace explícito, en Cortes, que la consulta no se puede convocar, ¿qué hará Artur Mas, convocarla?