EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: "El clamor en los tiempos del ébola"

Les voy a decir una cosa.

Si García Márquez aún viviera, y con permiso de Modiano y su premio Nobel, podría ponerse a escribir hoy mismo una historia con hechuras de gran relato y localizada en España: “El clamor en los tiempos del ébola”.

ondacero.es

Madrid | 09.10.2014 20:15

La sucesión de voces, individuales y a coro, unas sosegadas, otras vehementes, otras dejándose la garganta, sobre la enfermedad, la enferma, los síntomas, los cursillos lo que dijo, le dijeron, lo que dejó de decir, los protocolos, los trajes, el cruel consejero y la ministra desaparecida. Así son las sociedades abiertas y plurales.

Todo un país participando de un formidable debate público en el que coexisten -lo sabemos- datos y distorsiones, reflexiones necesarias y desahogos vacuos, noticias y bulos, hechos probados y conjeturas interesadas, información e intoxicaciones. Gentes que saben, gentes que quieren saber y gentes que se conforman con que se sepa que existen y que dan buen share. El clamor en el tiempo del ébola.

Teresa Romero, enferma hospitalizada, pelea por mantenerse en este mundo, el nuestro, el de los vivos. Se contagió el día 25, luego éste es el día catorce de su enfermedad. Décimo desde la aparición de los síntomas. “No hay reglas fijas porque no son matemáticas”, dicen los médicos acostumbrados a tratar enfermos de ébola en el África Occidental, “pero los días críticos son del diez al catorce desde que empieza a manifestarse la enfermedad”, es decir, que hoy podría estar siendo el primero de esos días en que el sistema inmunológico y el virus libran el pulso que sólo puede ganar uno.

El cuerpo de Teresa genera los anticuerpos -ayudado por el suero- mientras el virus intenta seguir ganando terreno. La carrera por ver quién se impone a quién. Si el sistema inmunológico al patógeno o a la inversa.

Mientras Teresa pelea allí dentro, lo más relevante, e inmediato, aquí fuera es empezar a sacar conclusiones sobre procedimientos, síntomas y criterios, arreglar todos estos agujeros que el caso de Teresa ha puesto en evidencia y hacerlo ya. Empezando por la formación del personal hospitalario y la dotación de medios (los relatos de médicos y enfermeras de las horas vividas el lunes en el hospital de Alcorcón ponen en evidencia que se ha hecho poco, hasta ahora, en ese sentido) y siguiendo por la adecuación de los procedimientos y los criterios. “O se incumplió el protocolo, o habiéndose cumplido se ha comprobado fallido”, aventurábamos el lunes. Con la información de que hoy se dispone cabe ir concluyendo que ambas cosas han sucedido en este caso.

El protocolo se incumplió en el momento en que se produjo el contagio: cuando, probablemente, la auxiliar de enfermería se desviste el traje de aislamiento y accidentalmente se produce el contacto de su piel con material contaminado sin que hubiera nadie encargándose de supervisarla para evitar descuidos. Y el protocolo posterior se ha comprobado fallido dado que estando contagiada de ébola, como ahora sabemos, no llegó a alcanzar nunca su cuerpo los 38.6 grados de temperatura. Es decir, que teniendo ébola no cumplía el criterio clínico para considerar sus síntomas como indicadores de esa enfermedad.

La razón que en todo momento ha dado la sanidad madrileña para no haber procedido a aislar y hospitalizar a Teresa Romero hasta la madrugada del día 6 es que nunca tuvo una fiebre tan alta. Se sabía que era una de las personas que habían atendido a García Viejo, pero no cumplía el criterio clínico para ser considerada posible enferma de ébola. Como sin duda conocen todos los comentaristas que en radio y televisión están sentando cátedra estos días sobre el ébola y sus circunstancias, la clasificación que establece el ministerio de Sanidad en su manual de detección de posibles casos (hace una hora se ha anunciado que será revisado) incluye estos tres tipos:

· Caso descartado.

· Caso en investigación.

· Caso confirmado.

Para que una persona se considere como posible caso de ébola -caso en investigación- debe reunir dos criterios: el clínico y el epidemiológico. El epidemiológico consiste en haber estado en un área donde ha habido ébola o haber podido entrar en contacto con el virus (a saber, viajeros procedentes de África Occidental o, como en el caso de Teresa, haber tratado a enfermos).

El clínico es el de los síntomas: fiebre superior a 38.6 y, además, dolor de cabeza, diarrea o hemorragias. Sólo si ambos criterios se cumplen, el caso pasa a ser investigado con los análisis correspondientes y adoptando ya las medidas de precaución pertinentes. Si esas pruebas dan positivo, el caso pasa a ser del tercer tipo, los confirmados. Si las pruebas dan negativo, o no se da ninguno de los dos criterios o se determina otra causa para los síntomas, entonces es caso descartado.

Estos son, como saben los vehementes comentaristas que aleccionan estos días a médicos, enfermeros, virólogos y asesores de la Organización Mundial de la Salud, los tres tipos que el protocolo contempla. Sólo que existe, en realidad, un cuarto tipo que el protocolo no menciona expresamente pero que existe: es aquel caso que, sin reunir ambos criterios (posible contacto y fiebre de 38.6) no está plenamente descartado. Podría llamarse caso en observación: personas que sólo cumplen el criterio epidemiológico (se sabe que han estado en áreas donde había ébola) y cuyos posibles síntomas se chequean a diario.

No están en investigación porque no presentan los síntomas -criterio clínico- pero, por si acaso, se les hace un seguimiento. El personal del Carlos III que atendió a García Viejo, los médicos de Alcorcón que atendieron a Teresa el lunes y las ochenta personas que han tenido relación con ella y su entorno, son ejemplos de esta situación. No presentando síntomas de ébola pero sabiéndose que han podido entrar en contacto con el virus, se controla a diario su temperatura. Lo que no está establecido en el protocolo de Sanidad, hasta hoy, es qué corresponde hacer cuando una de estas personas tiene fiebre, pero inferior a los famosos 38.6. Aplicando estrictamente la clasificación de tipos, no hay que hacer nada -no cumple el criterio clínico, luego no hay que aislar u hospitalizar- pero si está en el grupo fiscalizado a diario, será por algo. Y para algo.

Lo que, según la explicación que anoche nos dio el consejero, ocurrió con Teresa Romero es que se aplicó la plantilla de los tres posibles casos: si no es confirmado y no está en investigación (porque no tiene fiebre suficiente), no hay que hacer nada, que siga poniéndose el termómetro y si pasa de 38.6, actuamos. Pero Teresa, y la autoridad sanitaria lo sabía, formaba parte de este otro grupo que forman los no investigados pero tampoco descartados.

Para eso se les hacía un seguimiento, porque cumpliendo ya criterio epidemiológico se hacía relevante vigilar a diario su estado. Y sin embargo, apareció la fiebre y, al no ser ésta lo bastante alta, se dejó a la enferma como estaba. Hasta la madrugada del lunes en que, insistiendo ella misma en que algo no iba bien (insistiendo) se le envió la ambulancia para trasladarla al hospital de Alcorcón, nada entrenado para el posible ingreso de un enfermo de ébola. Seis de octubre. Día seis desde la aparición de los primeros síntomas.

“Hemos bajado el listón”, dijo ayer el consejero de sanidad madrileño en uno de los pocos pasajes de su comparecencia en que no incurrió en conjeturas e insinuaciones hirientes sobre el comportamiento de la enferma. “Hemos bajado el listón” significa que, a raíz de este caso, ya no se considera imprescindible superar los 38.6 para que esa fiebre se considere síntoma de ébola. “Con unas décimas basta para considerar sospechoso el caso”, dice ahora el responsable sanitario.

Ese nuevo criterio se estaba aplicando ya, desde el lunes, sobre los ochenta en vigilancia, perro no sobre cualquier otra persona que pueda llegar con fiebre a un centro de salud procedente del África Occidental. Si cabe la posibilidad de que ese umbral de fiebre sirva de luz roja en África, como mecanismo de alerta temprana,  pero se quede corta aquí en Europa, hay que cambiar ese criterio y flexibilizarlo. Sanidad ha anunciado hace una hora la modificación de este aspecto del protocolo en el insistíamos anoche.