Dentro de dos horas, con cielo despejado y veintiséis grados de temperatura en Madrid, se espera a María Begoña Gómez Fernández en el juzgado de instrucción número 41, el del juez Peinado, el hombre que, como el resto de los españoles, sólo tiene un DNI.
Como dice su nombre -no el del juez, sino el del juzgado- es de instrucción , o sea, que instruye. Indaga. Tramita. Encausa. Como ocurre con el resto de las personas que cada día son citadas en España en calidad de investigadas, la citación no presupone que sean culpables de nada. Supone que hay una investigación que les afecta y unos hechos, que podrían ser delictivos, por los que un juez quiere preguntarles. Comparecencias como ésta se producen por decenas cada semana en España. Pero, a la vez, ésta en concreto ha sido, hasta hoy, inédita. Por eso es noticia. Y tan noticia.
Es la primera vez que la esposa de un presidente de gobierno responde ante un juez en calidad de imputada.
Es la primera vez que la esposa de un presidente de gobierno responde ante un juez en calidad de imputada. Lo repite el PP todos los días: ¡Nunca antes había pasado! Y es verdad. Pero que nunca antes sucediera no presupone que la ciudadana Gómez sea culpable de los dos delitos por los que se la investiga: tráfico de influencias, corrupción en los negocios.
El juez Peinado preguntará a la esposa del presidente por hechos concretos de su actividad profesional y por su relación con empresas privadas que obtuvieron contratos de la administración general del Estado. Indaga e instruye, aún no ha llegado a la fase de concluir nada. Comparece la imputada con un buen abogado a su vera, ex ministro del Interior Antonio Camacho, con el fiscal defendiéndola (con el argumento, perfectamente jurídico, de que no hay caso) y con medio gobierno ejerciendo a diario su defensa en entrevistas y ruedas de prensa en un caso palmario de hacer méritos ante el jefe y de confusión ventajista entre la afinidad personal y el papel que corresponde a los ministros del gobierno de España ante una causa judicial que ni les va ni les viene. Digámoslo una mañana más: la señora Gómez, cuarenta y nueve años, sabe defenderse sola y la sala de prensa de la Moncloa no es su oficina de representación personal.
Entrará al juzgado en coche y por el garaje -ni a pie ni a la vista de periodistas y curiosos- porque el juzgado ha atendido la petición de los servicios de seguridad de Presidencia. Es un argumento legítimo -el riesgo por ser quien es- y como tal ha sido aceptado. Lo cual evita -celebrémoslo de corazón- que María Jesús Montero tenga la tentación de personarse en la puerta del juzgado con una pancarta de Free Bego y para jalear a la imputada como si no hubiera un mañana.
habrá que esperar unos días antes de conocer si el juez, escuchada la imputada, sigue adelante con el caso o lo archiva
Entrará la ciudadana Gómez sin ser vista, declarará lo que tenga a bien declarar y se volverá a su casa, que es la Moncloa. Ya está. Habrá que esperar a que alguno de los presentes en la deposición (se llama así) largue ante los periodistas para saber algo de lo que haya pasado dentro. Y habrá que esperar unos días antes de conocer si el juez, escuchada la imputada, sigue adelante con el caso o lo archiva. Si decide lo primero, el PSOE se le volverá a echar encima por tener una máquina de fango, una hija del PP y dos dnis. Si decide lo segundo, dirán que ha entrado en razón, ha visto la luz y ha hecho justicia… provisto del único DNI que ha tenido siempre.
Elecciones en Reino Unido
Madrugada de digestión electoral en el Reino Unido. ¿Escrutinio de las elecciones generales de ayer? El Partido Laborista, la izquierda, obtiene 409 de los seiscientos cincuenta que tiene el Parlamento. Mayoría no absoluta sino absolutísima para los laboristas, 117 escaños para el Partido Conservador, 67 para el resucitado Partido Liberal Demócrata. Keir Starmer, líder laborista, ha ganado a sus rivales del distrito de Holborrn y San Pancracio y revalida, así, su escaño.
Ahora será recibido por el rey para encomendarle la formación de nuevo gobierno. Sunak, primer ministro naufragado, salva su propio escaño, pero encaja una derrota cósmica.
Pero el difunto se ve muy vivo y no está por dejarse enterrar
La izquierda regresa al gobierno del Reino Unido cuando la Unión Europea se mueve cada vez más hacia la derecha (Francia sale de dudas este domingo) y mientras en Estados Unidos se multiplican los movimientos para evitar que la izquierda pierda el poder en noviembre en favor de Donald Trump resucitado.
La única forma que se le ocurre a la prensa de izquierdas para abortar la resurrección de Trump es sepultar de inmediato a Joe Biden. Pero el difunto se ve muy vivo y no está por dejarse enterrar. 'Todo lo que necesito', les dijo ayer a los gobernadores de su partido, 'es dormir más y no hacer ningún acto público después de las ocho de la tarde'. A las ocho a la cama, Joe. Cómo será la cosa que el gobernador de Hawai, que es médico, le preguntó a Biden si está bien de salud, Biden respondió: 'sí, en general sí, lo único que no me funciona bien es el cerebro', otro de lo gobernadores se lo tomó en serio. Intentaron convencerle de que era una broma, el famoso humor del abuelo Biden, pero el gobernador salió de la reunión con la mosca tras la oreja. Y más convencido aún que antes de que su partido tiene un problema.