Evoquemos a Soledad Jiménez y sus Presuntos Implicados: “ay, cómo hemos cambiado”. Ahora que es la indecisa Carmena quien solivianta a los periodistas poniéndoles de cara a la pared por atribuirle medidas que aún no ha tomado —-su oficina de desmentidos sólo ha emitido, hasta ahora, confirmaciones—-, va Montoro y se ríe un poco de sí mismo, humilde y campechano, porque dice que le han invitado los de Juego de tronos a ir a ver cómo graban y él ha dicho que no, no vayan a ofrecerle un papel, qué salidas tiene.
La productora de la serie, según el ministro, va a filmar toda su próxima temporada en España por las ventajas fiscales que él ha puesto en marcha. Hombre, toda toda no será, ministro, porque hacer Invernalia en Peñíscola está…fastidiado, sobre todo en verano. Rodarán aquí unos cuantos trozos, eso sí. En Girona casi todos. Y se benefician, en efecto, de los incentivos fiscales que aprobó el gobierno para producciones extranjeras —-incentivo que los productores criticaron en su momento por escaso frente a las ventajas fiscales de otros países—-. Esto lo agarra Ada Colau y consigue que se reparta el beneficio entre todos los vecinos. ¡Todos con derecho a ser extra de la serie por lo menos un minuto. O salimos todos o esto no es democrático, HBO!
Bien, cale el mensaje, por tanto, seguidores de la serie, de que Juego de tronos graba en España gracias a Montoro. Y que también gracias a Montoro él no sale. Ha declinado la invitación no porque se considere cohecho impropio invitar al ministro que te rebaja la cuenta fiscal, sino por el bien de la serie. Por si acaso, en su afán adulador, le ofrecen los productores un papel en la trama. Hombre, de Joefrey ya no puede hacer, el de Khaleese está cogido y el de consejero de la moneda está medio vacante, pero no vas a nombrar a Montoro cuando es De Guindos quien se acaba de quedar sin cargo. No sería justo. Que Rajoy es muy de mantener a sus ministros temporada tras temporada, pero metes a cualquiera en Juego de tronos y en media temporada se lo han cepillado.
Montoro bromea con la prensa. Carmena, por el contrario, no está para bromas. Ella y su joven equipo de nuevos gobernantes madrileños ha tomado, por fin, una medida revolucionaria: enseñar a los periodistas, abramos lánguidas comillas, lo que es la “verdad objetiva”. Su oficina de correctores se dedicará, en adelante, a ofrecer lo que ellos llaman, ingeniosamente, la “versión original” de las cosas que hace, pero es que lo que toda la vida se llamó “la versión oficial”. Entiéndase, de parte.
Rita Maestre, portavoz municipal que reclama rigor en las informaciones mientras se presenta a sí misma en twitter como “partisana”, explicó anoche en Onda Cero que la web ésta que han alumbrado viene a ofrecer la objetividad que echan en falta en muchas informaciones. Están molestos en el Carmena team porque se ha publicado que habían decidido hacer cosas (poner tasas, cambiar calles) que, en realidad, oh, cielos, aún no están decididas. Es fascinante esta labor de desmentido que consiste en no desmentir nada. No niegan que vayan a poner tasas a los cajeros automáticos, niegan que se las hayan puesto ya. Acabártamos. Es una hermosa reivindicacion de la indecisión como herramienta política. Si aún no lo hemos decidido, oiga no me lo achaque.
Compañeros de la prensa, a tirar de los verbos que nos protejan de la quema. Los conocemos todos. “Barajar, plantearse, estudiar, darle una vuelta”. Ay, si en lugar de decir que Carmena le pondrá una tasa al turismo hubiéramos dicho que su gobierno baraja una tasa, guau, ¡salvados! Si en lugar de decir que Carmena va a cambiar los nombres de algunas calles hubiéramos dicho que su gobierno tiene intención de cambiarlas pero no todavía, oe oe oe, ¡salvados!
Cuando uno gobierna, de lo que dice, de lo que baraja hacer, de aquello a lo que le está dando una vuelta, surgen noticias. Difundirlas antes de que las intenciones sean hechos consumados a veces le viene bien al gobierno de turno (el globo sonda) y otras le incomoda mucho (porque empieza la polémica antes de lo previsto y no está preparado para hacerle frente). Pero las intenciones también son noticia y también son hechos ciertos. Discutir con los periodistas la forma de ejercer su trabajo no tiene nada de particular. Es incluso sano porque a menudo nos viene bien que nos critiquen tanto como nosotros criticamos. Pero esto de atribuirse la verdad absoluta, esto de presentarse como el guardián de las esencias de la objetividad y el rigor cuando uno es más parte interesada que nadie, revela una distorsión inquietante sobre cuál es el trabajo de cada uno. Para una cosa que sí ha puesto en marcha ya Carmena y es este opinador automático perfectamente estéril.
Cuando uno gobierna, de lo que dice, de lo que baraja hacer, de aquello a lo que le está dando una vuelta, surgen noticias. Difundirlas antes de que las intenciones sean hechos consumados a veces le viene bien al gobierno de turno (el globo sonda) y otras le incomoda mucho (porque empieza la polémica antes de lo previsto y no está preparado para hacerle frente). Pero las intenciones también son noticia y también son hechos ciertos. Discutir con los periodistas la forma de ejercer su trabajo no tiene nada de particular. Es incluso sano porque a menudo nos viene bien que nos critiquen tanto como nosotros criticamos. Pero esto de atribuirse la verdad absoluta, esto de presentarse como el guardián de las esencias de la objetividad y el rigor cuando uno es más parte interesada que nadie, revela una distorsión inquietante sobre cuál es el trabajo de cada uno. Para una cosa que sí ha puesto en marcha ya Carmena y es este opinador automático perfectamente estéril.
Tsipras salva el primer obstáculo. La prolongación inmediata de los recortes (la austeridad que de decae) ha obtenido esta madrugada la bendición de su Parlamento. Esta vez no cree necesario el gobierno convocar referéndum para que el pueblo se pronuncie. Ha votado a favor de los nuevos ajustes la mayoría de los diputados de Syriza (el sector Varoufakis es minoritario) y todos los diputados de la derecha radical con la que está aliada, los Griegos Independientes que han enfriado sus llamamientos antieuropeos y también tragan.
La carrera de Tsipras no tiene por qué estar acabada: no ha cumplido aún seis meses de gobierno, disfruta de una popularidad todavía alta y tiene margen (si se asegura la estabilidad parlamentaria) para darle la vuelta a la situación económica en tres años. Aún puede ser Tsipras, si sobrevive a este primer rubicón, el primer ministro que cambió Grecia y devolvió la esperanza a sus ciudadanos. Haciendo aquello que algunos comentaristas le reprocharon que no hiciera cuando llegó. Aprovechar su condición de nuevo y el cambio que se acababa de producir en las instituciones europeas (Juncker como presidente de la comisión abogando por las políticas de crecimiento, Merkel gobernando con los socialdemócratas y abriendo la mano a una mayor inversión pública, gobiernos socialistas en Francia y en Italia dispuestos a echarle un cable) para huir del nacionalismo desafiante y apostar por un europeísmo templado, un calendario de reformas asumible que le granjeara la confianza de los que prestan el dinero. Seis meses después, éste es el camino que le queda a Alexis Tsipras. Refundar a Alexis Tsipras y tirar del carro. Si es capaz de recorrerlo sin que la sociedad griega se levante contra él, estará en condiciones, aún, de hacer historia.