Al caer están los ministros. Los nombres de los nuevos ministros y los que cesan como ministros. Recogiendo las cosas a toda prisa y traspasando el poder a mayor velocidad de lo que ningún otro gobierno tuvo que hacer nunca. Porque ningún otro gobierno cayó por decisión inapelable del Parlamento.
Sánchez no consta que tenga cuaderno azul, como Aznar, pero sí está siendo hasta ahora más discreto con los nombres de sus ministros (y ministras) que Zapatero. Del nuevo gobierno se sabe que se parecerá más al de ZP que al de Rajoy—con ministerios de Igualdad, de Medio Ambiente y de Política Territorial— y que será un gobierno socialista, es decir, sin más partido detrás que el Partido Socialista. No es una coalición del PSOE y Podemos (Sánchez no va a hacer ministro ni a Pablo Iglesias ni al tito tocón Monedero) y mucho menos es un gobierno de coalición del PSOE con el PDeCAT, Esquerra y el PNV.
Aunque sepa el nuevo presidente, porque tampoco es un secreto, que ésta será (ya lo está siendo) su mayor debilidad: haber llegado al gobierno con el aliento de quienes están por la autodeterminación de Cataluña y el País Vasco, estos partidos que le prefieren a él no porque sea de izquierdas (ni el PDeCAT ni el PNV se han vuelto rojos de repente) sino porque le ven más permeable a sus tesis que el que estaba antes.
Joaquim Torra, avatar de Puigdemont, compareció anoche en TV3 para hacer lo que esta televisión llama entrevista institucional. Que es un concepto periodístico novedoso pero esclarecedor, porque debe de significar que la entrevista pertenece a la institución, es decir, que el director de TV3, que es quien la hizo, es propiedad del gobierno de la Generalitat. Y en efecto, se comporta como si lo fuera. ¿Qué dijo el señor Torra? Que ya ha intercambiado algunos mensajes de móvil con Sánchez, han quedado en verse, y le va a reclamar tres cosas: que se pronuncie sobre la situación de los reclusos independentistas, que retire los recursos del gobierno anterior contra seis leyes que aprobó el Parlamento catalán y que acepte negociar la autodeterminación de Cataluña.
Dice Torra que esto es la tradición pactista de los catalanes. Y lo dice después de haber promovido la arremetida de media sociedad catalana contra la Constitución y el Estatuto. Pasando por encima de los derechos de la otra mitad de la sociedad catalana y del resto de los españoles.
Ya le habrán contado a Sánchez, al presidente Sánchez, lo que espera de él QuimDeMont Torra.
Por sus hechos habrá de ser juzgada la presidencia Sánchez.
Y cuarenta y ocho horas después de prometer el cargo, aún no hay medida, ni declaración, ni decisión presidencial alguna sobre la que juzgar.
Si acaso, la aplicación de los Presupuestos Generales del Estado que aprobó el gobierno anterior. El pronto-pago a sus nuevos aliados del PNV. Rajoy les concedió cuanto ellos reclamaron —ése fue el precio—, Sánchez mantiene inalteradas las concesiones —éste es el precio—.
El Partido Popular, desolado por la forma en que cayó el gobierno, aún mantenía el viernes que los Presupuestos, en el Senado, serían ratificados. Hoy, sin embargo, hace saber que la decisión está en el aire. En la competición que se ha abierto en España por ver cuál de los dirigentes políticos alcanza a ser más inconsecuente (entre lo que dice y lo que hace) nada puede ya sorprendernos.
Si marciano parecía que el presidente socialista aceptara de buen grado aplicar los Presupuestos que él mismo había calificado de ideológicos y de búlgaros…
…marciano habrá de parecer que el Partido Popular trate de reventar ahora en el Senado los Presupuestos que el presidente que los hizo calificó de garantía para el crecimiento y el empleo…
Los intereses generales que habían prevalecido en los Presupuestos la semana pasada dejan de ser tan generales. Claro que ya antes predicó Rajoy contra quienes tomaban el pelo a los españoles prometiéndoles subir todas las pensiones y acabó subiéndolas él. En otro notable ejercicio de sinceridad y coherencia. Ahora viene a admitir el PP que lo que negoció con el PNV no era de interés general, sino sólo de interés del PNV. Con el éxito que ha quedado acreditado a la hora de asegurarse, al menos, la contrapartida negociada, que era la continuidad de Rajoy hasta 2020.
Sánchez termina de elegir ministros.
Rajoy prepara su discurso de mañana ante la Ejecutiva de su partido.
• A uno le toca empezar a tomar él las decisiones —de criticar al que gobierna a tener que gobernar uno, y exponerse a la crítica—.
• Al otro le toca desvelar qué pretende hacer con su vida. Con su vida y con la de su partido. Si es que su partido está dispuesto a aceptar que sea Rajoy el que diseñe la ruta.
La impresión que de tu liderazgo tienen los tuyos empeora mucho cuando dejas de ser presidente del gobierno.
Rajoy ya no es el mago de los tiempos y las negociaciones que siempre encontraba la manera de salir del apuro. Ahora es el presidente que perdió el poder dos años antes de lo previsto y por el abandono del socio al que creía tener amarrado a base de cupo, de inversiones y de caramelos políticos como la subida de las jubilaciones.
Rajoy, antes incuestionado, pasa a ser ahora ese político que se confió tanto, y confió tanto en sí mismo, que fracasó. Ese político que llevó a su partido de la mayoría absoluta de 2011 (45 % del voto) a la caída acelerada de 2018 (24 % del voto en el sondeo más favorable). Y todo lo que hasta ahora se le disculpaba, se pasaba por alto, se atribuía a la efervescencia demoscópica, a la simpatía de los medios por Rivera, o por Podemos, o por cualquiera que no fuera Rajoy porque él acertaba en lo que hacía pero no se sabía comunicar a una prensa, malvada, que le regateaba el reconocimiento, ¿verdad?, todo lo que parecía poco relevante ahora que el árbol ha caído se convertirá en munición interna para pasar página del todo. Mañana mismo aplaudirán su discurso y empezarán, un minuto después, los codazos.