OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Antolín Goya lo clavó; el PSOE de su parte y C's al bote salvavidas de la abstención"

Al césar lo que es del césar. El dirigente político que más ojo y mejor cálculo ha demostrado en este asunto de la estiba es uno que ni siquiera es diputado. Antolín Goya, portavoz del sindicato de estibadores, lo clavó hace dos meses en la proclama aquella que hizo ante sus compañeros del puerto de Algeciras, ¿se acuerdan?

ondacero.es

Madrid |

Pasó lo que el líder sindical quiso que pasara. El PSOE se puso del lado de los estibadores y en contra de la reforma. Y Ciudadanos, viendo que el decreto naufragaba, se subió al bote salvavidas de la abstención y dejó que Rajoy se ahogara el sólo. Vamos a colocar al gobierno donde lo queríamos tener. Tumbado en la lona.

Los estibadores le han ganado el pulso —por ahora— a la patronal, al gobierno y a la comisión europea. El gatillazo del ministro De la Serna, y un Parlamento al que le trae sin cuidado la multa ésa que nos va a caer por perpetuar el blindaje de las contratación en nuestros puertos, mantiene a España (en este asunto de la estiba) como anomalía europea. De poco le sirvió al ministro De la Serna intentar que la votación se produjera con tres diputadas de la oposición de viaje en Nueva York, porque el vuelo nocturno las devolvió a su escaño a tiempo. De poco le sirvió traerse de refuerzo a la comisaria europea a predicar en Madrid a favor de la reforma: aquí lo que diga una comisaria interesa menos que lo que diga cualquier tuitero. Y de poco le sirvió, en fin, volver a hacer ayer las cuentas de por cuánto sale incumplir esta obligación europea.

134.000 euros al día a repartir con cargo al Presupuesto del Estado y quitándolo de otras partidas. Si fuesen sus señorías, responsables en última instancia de que la normativa española siga siendo incompatible con la europea, quienes tuvieran que pagar la multa ellos tocarían a 382 euros diarios por cabeza. En ese caso podemos dar por hecho que la reforma se aprobaba antes de Semana Santa con acuerdo de las partes o sin acuerdo.

• La lectura política de vuelo corto es ésta: el gobierno ha mordido el polvo por primera vez en una legislatura que puede ser corta —o no, lo iremos viendo—.

• La lectura parlamentaria de mayor alcance es esta otra: da igual lo que diga el texto que se votaba en la cámara; que saliera o no adelante se decidía en otra mesa, la que integran la patronal y el sindicato. La reforma de la estiba se la ha subcontratado el Parlamento a las partes. Con la aquiescencia protagónica de Ciudadanos.

A C’s, como al PSOE, le da igual, en realidad, lo que diga el texto de la reforma porque no es eso lo que les mueve a votar a favor o en contra. Si hubiera habido pacto de patronal y sindicato para las nuevas condiciones laborales, el texto les habría resultado encomiable. Como no hay pacto, les parece un espanto. No hay como jugar sobre seguro para que siempre te toque la quiniela.

Le pregunté aquí a Albert Rivera hace dos semanas: el texto que ha llegado al Congreso les parece correcto o incorrecto. No respondió. Dijo que había que dar tiempo a que las partes negociaran. Y aún ayer, cuando dejó al PP en la estacada —donde las dan las toman— aún ayer lo seguía diciendo.

Si quieren nos quedamos en la espuma, el anecdotario de la jornada parlamentaria de ayer —los aspavientos del grupo Podemos cuando se recordó en la tribuna que en el puerto de Algeciras no hay una sola estibadora; lo de Errejón y su equivocación al apretar el botón, anda con la cabeza en otras cosas el ex portavoz ex amigo y ex rival interno, la sobreactuación de los diputados del PP y de Podemos acusándose mutuamente de matonismo, uno de los pasajes reiterados más constructivos, ¿verdad?, de este circo de tres pistas que es la cámara baja—.

Nos podemos quedar en el anecdotario irrelevante del diputado morado al que le daba la risa al invocar una de sus bestias negras favoritas, Price Waterhouse.

…los malvados inversores frente al todos somos estibadores, o podemos ir al fondo del asunto. Y el fondo del asunto es que vamos a seguir con un monopolio laboral censurado por la Unión Europea porque así lo ha decidido el Parlamento.

El gobierno que teniendo mayoría absoluta no llevó esta reforma al Congreso porque prefirió perder el tiempo intentando demostrar en Bruselas que nuestro anómalo sistema de contratación en los puertos era compatible con la norma europea, se ha puesto a la tarea de hacerlo sólo porque no le ha quedado otra y en el peor momento: cuando su precariedad parlamentaria, la inconsistencia de su pacto con Ciudadanos, la división interna socialista y el discurso fácil de Podemos más difícil hacen cambiar las cosas por más que sólo afecten a seis mil trabajadores, el 0,0000005 por ciento de los empleados españoles.

El pecado del gobierno no es haber llevado ahora la reforma al Congreso. El pecado es no haberla llevado cuando tenía mayoría de sobra para haber cambiado lo que hubiera querido. En el pecado del dejarlo estar de entonces lleva la penitencia ésta de ahora.

Rajoy encaja el revés de que le devuelvan un decreto-ley a los corrales y en su entorno se revuelven avisando de que el botón de convocar elecciones en cualquier momento lo vuelve a tener disponible el presidente a partir de mayo.

Si hoy hubiera elecciones —-trae encuesta EL Confidencial— las ganaría Rajoy de largo. 31 % el voto, aunque baja dos puntos y sube cinco Ciudadanos.